La historia es conocida, aunque no deje de ser sorprendente. En 2004 un analista de fondos de riesgo llamado Salman Khan (Nueva Orleans, 1976) comenzó a ayudar a su prima Nadia, desde Boston y por Skype, con las Matemáticas, que se le atragantaban. La fórmula fue todo un éxito, y provocó que, en poco tiempo, Khan se encontrase supervisando los deberes de una quincena de hijos de familiares y amigos. “El proyecto me sirvió para ir aislando ese montón de lagunas que hay en el sistema educativo tradicional. Un amigo me sugirió hacer las clases en vídeo, a lo que respondí que Youtube era algo para gatitos tocando el piano, no para aprender Matemáticas, pero comencé con ello”, explica el que hoy es fundador de la Academia Khan, una plataforma sin ánimo de lucro con más de 70 millones de alumnos que cuenta con más de 200 trabajadores, algunos, los mejores educadores e ingenieros informáticos del mundo.
Este titánico logro es lo que premia este viernes la Fundación Princesa de Asturias, que le ha otorgado su premio de Cooperación Internacional. Un reconocimiento ante el que está “plenamente honrado y orgulloso” y que espera que sirva “para atraer la atención a nuestra misión, para que mucha más gente se fije en este problema y decida apoyarnos o tomar iniciativas similares para ayudar a millones de niños y jóvenes”. Para empezar, Khan desgrana su experiencia y reflexiones en La escuela del mundo (Ariel), una guía para comprender la educación en esta era tecnológica.
Pregunta. Comienza su libro diciendo que estamos en un “punto de inflexión en nuestra manera de enseñar y aprender que solo se da una vez cada mil años”. ¿Cuál sería este punto de inflexión, dónde está la revolución?
Respuesta. El punto de inflexión es lo que está ocurriendo en la sociedad. Tras la agricultura, la escritura y la imprenta, la revolución de la tecnología es el gran hito de la humanidad. Estamos entrando en una sociedad postindudstrial marcada por una economía tecnológica en la que es todavía más importante la educación de lo que ya lo era en cualquier etapa previa de la civilización. Pero el futuro apunta hacia una educación regida por la tecnología y la Inteligencia Artificial y tenemos la gran oportunidad de que por primera vez en milenios podemos hacer llegar el conocimiento y los materiales educativos que queramos a cualquier lugar del planeta.
P. ¿Por qué se ha quedado obsoleto el modelo tradicional de educación? ¿Cómo es posible mejorarlo?
R. No es exactamente que sea obsoleto, sino que no da servicio a una gran parte de la población. Los problemas centrales del modelo tradicional de educación consisten en que los estudiantes son agrupados por edades y van avanzando juntos, lo que en muchos alumnos supone un aprendizaje deficiente basado en muchas lagunas, que se siguen acumulando año a año. No es que la clase sea difícil o no entiendan el contenido, es que se va aprendiendo todo de forma deficiente, por lo que con el paso del tiempo, la falta de base se hace evidente.
"La capacidad de autoeducarse, aporta al estudiante un sentido de propiedad que le lleva a exprimir su potencial y lo dota de dignidad"
“La oportunidad que tenemos hoy”, insiste Khan, “es la de arreglar y corregir este modelo de educación fabril convirtiéndolo en un modelo en el que cada estudiante sea capaz de aprender a su propio ritmo. Podemos tener a profesores trabajando con alumnos de diferentes niveles y necesidades con herramientas individuales que se adapten a cada uno y convertir un sistema educativo basado en el tiempo, en algo basado en el propio aprendizaje”, defiende. Como ejemplo, el matemático apunta que “hay que destruir conceptos como el de que la educación debe producirse entre los 5 y los 22 años. La gente es cada vez más consciente de que debe educarse toda la vida”.
P. ¿Qué papel juega la tecnología, no sólo en el aprendizaje en sí, sino a la hora de posibilitar el propio aprendizaje en sí mismo?
R. Algo como la Academia Khan era imposible 13 años atrás. El coste de transmitir conocimiento es cada vez menor, y en eso la tecnología, no sólo los vídeos o los textos, sino el software interactivo es fundamental. La tecnología permite a cada individuo poder acceder a un aprendizaje personal, a un profesor individual y nos permite experimentar qué es lo que funciona y qué no con los estudiantes. Además, les aporta a ellos un sentido de propiedad con su propio aprendizaje, pues pueden desarrollar la habilidad de aprender a aprender, lo que les lleva a exprimir su potencial y los dota de dignidad.
P. A pesar de las ventajas, ¿qué puede suponer esta pérdida de contacto con un profesor o con los compañeros en un mundo cada vez más individualista y tecnologizado?
R. Irónicamente, creo que la tecnología humaniza más las clases. En realidad, la tecnología nunca reemplazará a la enseñanza tradicional, al colegio, pero, si vives en un pueblo rural de la India donde no hay escuela es tu única opción. Pero si vives en España o Estados Unidos, ni nosotros nos planteamos una sustitución de una cosa por otra. Simplemente pensamos que se complementan y mejoran. Si los estudiantes pueden realizar prácticas extra y recibir un feedback, o apuntalar las cosas que no saben hasta alcanzar el nivel que se les exige, esto es bueno para la clase y evita que haya el pasotismo y la frustración muy presente hoy en día. Por eso digo que la tecnología puede, irónicamente, hacer que mejore la interactuación humana, pues si el nivel general de un aula de 30 alumnos es homogéneo, el profesor podrá tomar las decisiones más adecuadas, dedicarse más a cada alumno o a pequeños grupos, o hacer ciertas actividades en clase.
"Una ciudadanía educada es la base principal de la democracia. Si ésta no existe, la democracia se torna un populismo ramplón como el que sufrimos hoy en día"
P. La educación es un caballo de batalla político en todos los lugares, pero ¿cree que realmente se toma en serio o es más palabras que hechos?
R. Esta pregunta apunta en la dirección correcta, porque todo el mundo se preocupa de las generaciones futuras y la educación. Las políticas históricas ya hablaban de esto, pero estaban constreñidas por los límites de lo que era realmente posible hacer. Muchas veces, el sector político piensa a corto plazo y se ocupa de preocupaciones más acuciantes, pero es cierto que hoy cada niño puede acceder a este sistema, por lo que esperemos también que el premio incite a los ministros de Educación y los responsables de los países a decidir adoptar algunas de nuestras ideas. Estamos abiertos y encantados de negociar con los actores políticos, que están acogiendo este tipo de iniciativas de manera entusiasta.
P. Su oferta educativa es ecuménica, ¿realmente existen los recursos y la tecnología para ofrecer una educación a todo el mundo? Si es así, ¿por qué los gobiernos no lo hacen?
R. Creo que la tecnología existe, ciertamente, en el mundo, porque sabemos que en los países pobres de África y Asia todo el mundo tiene un teléfono móvil, que es cada día más accesible y más barato. Esto está pasando. Ahora bien, llevarlo a la educación no es fácil. En el mundo se gastan trillones de dólares en educación, y aún así estamos como estamos, por lo que creo que lo más importante no es el papel de los gobiernos. De hecho, la innovación históricamente no es algo que salga de las cúpulas de los Estados, sino que creo que el mercado privado debe meterse de lleno en mejorar todo esto.
P. Habla también de la relación entre educación y política, entre educación y democracia… ¿Una educación más deficiente genera una democracia más débil, sistemas corruptos o ineficientes?
R. Una ciudadanía educada es la base principal de la democracia. Si ésta no existe, la democracia se torna un populismo ramplón como el que sufrimos hoy en día, un sistema donde la minoría se aprovecha de una mayoría. La educación también es la herramienta central que puede ayudar a combatir los problemas más graves que enfrenta el mundo, como el cambio climático, la crisis financiera y de los mercados global, la regulación de internet y de la Inteligencia Artificial... Son retos y conceptos increíblemente sofisticados que necesitan gente muy educada y con pensamiento crítico, capaz de elegir y mantener en el poder gobiernos que tomen buenas decisiones.