Hola, amigos.
Podéis empezar a escribir sobre las matemáticas.
El ganador de la semana pasada, dedicada a la vocación, ha sido…:
Bocar
Muchos funcionarios eran parientes del alcalde, quien solía afirmar con gesto grave que en su familia existía vocación de servicio público.
La desfachatez del alcalde hecha relato, un relato ejemplar en su parodia de ciertos comportamientos reprobables que se dan entre quienes manejan ayuntamientos, diputaciones y comunidades autónomas, como acabamos de ver hace poco en Móstoles, y en general, como constatamos habitualmente en toda suerte de noticieros. En demasiadas ocasiones, los bienes públicos son el botín de guerra de mafias familiares que, para colmo, se atrincheran en discursos de abnegación y servicio al ciudadano. Y nosotros disfrutamos con este relato casi realista que pone el dedo en la llaga de la corrupción pública, pero sin amargura, señalando la enorme impostura de los sinvergüenzas al tiempo que nos arranca una sonrisa. Realismo, humor y sarcasmo en menos de ciento cuarenta caracteres, amigos.
Enhorabuena, Joaquín Valls Arnau, por el relato y por el premio (y por tus muchos relatos finalistas de esta edición).
Otros micros pudieron haber ganado:
Nophud O’sher
En su camerino, a veces el enano recordaba con tristeza cuando era niño y lo único que quería ser de mayor era mayor.
Lysinge
A los tres años de edad ya resolvía raíces cuadradas. Sus padres, aterrados, decidieron abandonarlo una noche a la puerta de un hospicio.
Xolani
Descubrió su vocación artística dibujando con la uña sobre la pared de yeso, sabiendo que solo el rudo carcelero podía admirar sus obras.
Decreto
Ante la insistencia del hijo en trabajar como actor, el presidente ordenó derribar todos los teatros del país.
Saludos cordiales