Las matemáticas: finalistas
Concurso de microrrelatos conducido por Juan Aparicio Belmonte
31 octubre, 2019 17:31Hola, amigos.
Este año me han llamado la atención unos cuantos libros, así Herido leve de Eloy Tizón. Me atrapó la entidad de este fascinante libro de reflexión literaria. Cada capítulo es un pequeño ensayo crítico ejemplar, que trasciende los temas que le sirven de inspiración para divagar en busca del cogollo de lo literario. Tiene hondura, como dice la canción de Rosalía, y de eso quiero tratar ahora. Porque, amigos, ¿qué es la hondura? La Real Academia de la Lengua lo tiene claro: "Profundidad de una cosa, ya sea en las concavidades de la tierra, ya en las del mar, ríos, pozos, etc". Pero yo también empleo hondura como metáfora de profundidad intelectual, ese lugar desde el que se intenta vislumbrar el cogollo de casi todo.
Así que la semana que viene no escribiremos sobre la hondura, sino sobre el cogollo, entendiendo por tal lo escogido o lo mejor (así el libro de Tizón), pero también la parte alta de la copa de un pino o la parte interior y más apretada de la lechuga, la berza y otras hortalizas. El cogollo... Quizás el tema más complicado que jamás se haya propuesto en este benemérito concurso. Quizás.
Porque el tema de esta semana, las matemáticas, tampoco ha resultado sencillo. He aquí los finalistas:
La Marca Amarilla
Aquel excelente matemático reconoció que fue incapaz de contar hasta diez antes de cometer la fatal tropelía.
Kim
En un acto retransmitido por televisión, el dictador dijo que 9 por 9 eran 91. Las editoriales tuvieron que cambiar la tabla de multiplicar.
Piesensuelo
Cuando aprendió probabilidad, entendió las ínfimas posibilidades de ganar la lotería. Decidió corromper políticos.
Notesent Yllegard
En el departamento de estadística lo respetaban como buen matemático que era… Hasta que admitió jugar alguna vez a la primitiva.
Eritreo
Aquel número extraño simbolizaba el Universo. Tras multiplicarlo por cero, el matemático provocó el Big Crunch.
La robot
El matemático estaba enamorado de ella y, a la vez, la envidiaba: sus sentimientos hacia él se reducían a millones de operaciones en binario.
Bird
En el bar, se acercó sonriendo. Se presentaron y, al rato, le dijo que era la mujer de su vida. Ella lo creyó hasta que la llamó número 137.
Kihara
Sor Milagros, la anciana profesora de matemáticas, año tras año pillaba la gripe cuando tenía que explicar a sus alumnos álgebra booleana.
Copre
En el Kilómetro 235, mientras a su esposa le pasaba toda la vida por delante, él calculaba mentalmente la fuerza de frenado y la de choque.
Empírico
Consagró su vida a descubrir una fórmula que demostrara el peso del alma. Fue su voluntad que lo enterraran con una balanza de precisión.
Remble
A ambos le apasionaban los números. Se enamoraron y comenzaron a salir. En menos de un mes, en su relación abundaban los problemas.
Laye
El catedrático de matemáticas jubilado dedica ahora buena parte del día a resolver sudokus y sumas y restas simples que su hija le prepara.
Karani
El nuevo astro del futbol seguía un curso acelerado de matemática básica para poder decidir sobre las ofertas con tantos ceros que recibía.
Leónidas
El profesor de Matemáticas no pudo despejar la incógnita: ¿quién le había rayado el coche?
Stanbrook
Mientras observaba distraídamente aquella orgía multitudinaria, descubrió que se cumplía con exactitud la serie de Fibonacci.
J. Lorente
Era hombre de pocos amigos, los contaba con los dedos de una mano. Quedó manco por culpa de uno de ellos.
Alioli
De niño fue incapaz de aprender a sumar. Aprendió a restar de mayor, cuando iba ya por la tercera víctima.
Alioli
Se puso a contar hombres, acorazados y cañones y sintió de pronto una pasión por los números que nunca antes había experimentado.
cochemandarino
Tantos cálculos para volar hasta la Luna y ahí sigue, encerrado en una habitación acolchada donde una voz le susurra números sin cesar.
Algoritmo
-Señor, no te pido un milagro; solo un algoritmo que me ayude a comprenderte -rogaba el matemático en la penumbra de la capilla desierta.
Y uno, de regalo:
La Marca Amarilla
Era más de letras que de números, por eso nunca ganó aquel concurso literario de sólo ciento cuarenta caracteres.
Para aparecer con nombre y apellidos en El Cultural, en caso de ganar el concurso, escribid vuestra a cuenta140@elcultural.es
Saludos cordiales