Jean Dubuffet, un bárbaro en Europa
IVAM. Guillem de Castro, 118. Valencia. Comisarios: Isabelle Marquette y Baptiste Brun. Hasta el 16 de febrero
Regresa Dubuffet a España tras las exposiciones del Guggenheim de Bilbao de 2003 y la más reciente del Centre Pompidou de Málaga en 2018. Pero frente a las convenciones expositivas de aquellas muestras que repasaban el grueso del trabajo del artista, la propuesta que presenta ahora el IVAM busca detenerse en lo fino y abrir otras perspectivas sobre su trabajo, poniéndolo en relación con objetos etnográficos, trabajos populares e infantiles. Si desde el siglo XIX el rechazo a la idea de civilización impregna la producción artística, será tras la Segunda Guerra Mundial cuando se manifieste de un modo más descarnado. Acuña entonces Walter Benjamin el término “barbarie positiva”, apoyándose con carga crítica en la idea de que habría algo de positivo en la barbarie de la modernidad que podría salvarnos de la aniquilación. Se refería a Klee, al teatro de Brecht, o incluso a la arquitectura de Adolf Loos.
Poco cabría esperar sino el surgimiento de un arte herido después de la Segunda Guerra Mundial, cuando Dubuffet y tantos otros artistas cuestionaron la forma como medio de representación de un mundo devastado. Procedimientos diversos, en lo que se dio en llamar art informel o art autre, desde la abstracción lírica al tachismo, desde la pintura matérica al art brut, fueron la cruda respuesta.
Sin embargo, a lo que atiende esta exposición no es a ese oscuro y árido período del arte en el que emergió el trabajo de Dubuffet, sino a su concepción del arte y de la creatividad. Jean Dubuffet (Haut, 1901-1985), tras una diáspora por el mundo del arte –se acercó al surrealismo y la patafísica– se incorpora definitivamente de forma tardía con la creación en 1948 de la Compagnie d’Ar t Brut junto a André Breton y Michel Tapié, entre otros. Sin una formación académica al uso, Dubuffet se interesó pronto por la creatividad de personas autodidactas al margen de la sociedad, inadaptados, niños y afectados por enfermedades psíquicas, en tanto fue prospectivo también en su interés por el arte primitivo. Muestra de ello es la colección que reunió y de la que se derivaron numerosas exposiciones y publicaciones, de las que vemos gran parte en esta muestra.
Sus intereses, investigaciones y el modo en el que se expresa en su trabajo, pueden rastrearse en las salas junto a algunas de sus más notables obras. Hay numerosos objetos etnográficos, piezas diversas de otros autores, documentos y publicaciones. Con ello se incide en una de sus preocupaciones centrales: cómo abordar los límites del arte y la naturaleza de la actividad artística y también en qué es y qué no es arte, asuntos todos ellos que se plantean ya en el siglo XIX y se proyectan a lo largo del XX. El Museo Reina Sofía presentó en la magnífica exposición Visiones paralelas. Artistas modernos y arte marginal (1993) cómo la producción artística no canónica y proveniente de los márgenes, fundamentó algunas de las transformaciones más importantes del arte de la primera mitad del siglo XX en la búsqueda de nuevos modelos de producción artística.
Dubuffet asentaría sus propias teorías sobre el art brut, desarrollando un trabajo contrario a lo que cabría esperar de un pintor de tradición francesa. En esta muestra del IVAM, Un bárbaro en Europa, se plantea un recorrido estructurado en tres partes. De sopetón, a la entrada se muestra el impresionante acrílico sobre tela y papel, Dramatisation de 1978, que junto a otras piezas como Ontogénèse (1974-75) ponen en relación sus obras últimas con otras más tempranas como Lili aux objets en désordre (1936). “El hombre común” es el título de una sección que sirve de preámbulo y resumen de su trabajo y deja ver con claridad la evolución de su trabajo.
La parte más llamativa y compleja de la exposición es “Una etnografía en actos”, la segunda sección. En penumbra y sobre paredes grises, con gran aparato escénico, se despliegan obras como Demoiselles au temps bleu (1958) junto a otras de André Masson y a dibujos, fotografías, documentos y un variado conjunto de objetos etnográficos, prehistóricos y de cultura popular. Nos adentra en los intereses y obsesiones que determinaron su concepción del arte. Influjos diversos que aquí vemos en toda su magnitud y asientan teorías que ponen en relación el arte con las ciencias humanas y otras formas de creación. Este interés llevó a Dubuffet al l’art brut, anticipándose a las investigaciones de lo que Hall Foster denominaría, años más tarde, el cambio etnográfico del arte.
La tercera sección, “Crítica de la cultura” constituye el desenlace y el lugar donde converge todo. Numerosas obras, de Dubuffet y de otros artistas –pinturas, esculturas, papeles y fotografías– junto a documentos y publicaciones, en un totum revolutum que pone de manifiesto el carácter interdisciplinar con el que acometió la creación artística y su dimensión teórica. Buscó sacar el arte de categorías y, todo ello, siendo un hombre común, un bárbaro entre bárbaros.