¿Qué libro tiene entre manos?
Tres: La biblioteca en llamas, de Susan Orleans; La vida a ratos, de Juan José Millás; El fuego y el relato, de Giorgio Agamben.
¿Qué le hace abandonar la lectura de un libro?
No encontrar deleite ni desafío: el aburrimiento.
¿Con qué personaje le gustaría tomar un café mañana?
Con nadie. No tomo café y tengo mucha necesidad, en este momento, de estar completamente sola.
¿Recuerda el primer libro que leyó?
Leí antes de empezar a leer, porque mi padre, mi abuelo y mi abuela me contaban historias que inventaban y me leían en voz alta, así que supongo que debe haber sido una mezcla de Verne y Las mil y una noches.
¿Cuáles son sus hábitos de lectura: es de tableta, de papel, lee por la mañana, por la noche…?
Los libros los leo en papel. Los periódicos en papel y digital. Los libros, por la noche o cuando estoy en movimiento (en bus, en avión), y los periódicos todo el día.
Cuéntenos alguna experiencia cultural que cambió su manera de ver la vida.
Muchas. Quizás esta: siendo yo aún muy chica, mi padre hizo cosas raras. Me leyó aquel poema de Bécquer que es cualquier cosa menos un poema de amor: “Volverán las oscuras golondrinas”. Y me expuso reiteradas veces a otro poema, “El cuervo”, de Poe. Rastrear qué marcas dejaron en lo que escribo esas dos lecturas tempranas sería inútil, pero sé que me inyectaron la lucidez atroz del paso del tiempo, la pérdida total de la esperanza y la evidencia de que la voluntad no sirve para casi nada cuando hay que avanzar por el desfiladero del destino, y que construyeron una forma de ver el mundo en la que cosas como la candidez o la inocencia ya no serían posibles.
¿Qué le gustaría escribir o hacer “antes de que todo esto se termine”?
Pasarlo asquerosamente bien con lo que sea que decida hacer: escribir, leer, viajar o quedarme en mi casa.
Cuando era niña, soñaba con ser John Wayne, no por ser hombre sino por ser cowboy. ¿Cómo se sueña hoy?
No me sueño. Tengo la vida que quiero tener… la mayor parte del tiempo. Me quiero –no me sueño– menos apurada.
En algunos artículos se dirige personalmente al lector: ¿es su cómplice, su enemigo, su alter ego, su rival?
Mi alter ego jamás. En relación a las demás opciones, qué vergüenza responder con algo tan evidente, pero sólo puedo citar al maestro: “Hypocrite lecteur, mon semblable, mon frère”.
Incluye en el libro 17 artículos titulados Instrucciones que retratan paso a paso el final de un amor: ¿cuál será la 18?
Será otro escalón más en el infierno de la destrucción amorosa. Hay dos palabras que sé que estarán en la 18, pero todavía no sé cómo van ensambladas ni qué rol juegan en la historia. Y, si lo supiera, no lo contaría. Jamás hablo de lo que voy a hacer. Aunque ya lo haya hecho.
¿Le importa la crítica, le sirve para algo?
Respeto mucho el trabajo de los colegas que hacen reseñas. Muchas veces he encontrado en esos textos miradas que me han provocado un enorme asombro porque jamás hubiera pensado acerca de lo que hago de esa forma.
¿Cuál ha sido la última exposición que ha visitado?
No sé cuál fue la última, pero sí sé cuál fue la última que me conmocionó: Les visitans, la curaduría que hizo Guillermo Kuitca sobre la colección de la Fondation Cartier, en el Centro Cultural Kirchner, de Buenos Aires.
¿De qué artista le gustaría tener una obra en casa?
De Guillermo Kuitca. De Louise Bourgeois. De Maria Sbarvova. De Gregory Crewdson. De Nan Goldin.
¿Qué música escucha en casa?
No escucho música en casa porque si estoy en casa estoy trabajando, y no puedo escuchar música. Escucho música cuando corro. Música inconfesable.
¿Le gusta España? Denos sus razones.
Me encanta España. Sin razones. Es un amor fou.