Fundadora del pensamiento feminista moderno, filósofa, escritora y militante comprometida, Simone de Beauvoir provocó todo un tsunami cultural cuando en 1949 publicó El segundo sexo. Aunque ya la conocía desde los años 70, Sami Naïr coincidió con ella en la revista francesa Les Temps Modernes durante casi 7 años en la década de los 80. Amigo y compañero de la escritora, el filósofo publica ahora con Galaxia Gutenberg Acompañando a Simone de Beauvoir. Mujeres, hombres e igualdad donde describe al Castor -como en su día la apodó Sartre, siguiendo la broma de su condíscipulo René Maheu-, como una mujer irresistible a la que le gustaba comer bien, beber buen vino y reír muchísimo. “Tenía un sentido del humor extraordinario, devastador pero nunca lo utilizaba con desprecio. Era un sentido del humor duro pero también muy humano”, matiza.
Pero si algo definía a Beauvoir era su inagotable predisposición al trabajo, hasta el punto de que a menudo se mostraba distante con la gente para evitar el “enorme interés que despertaba verla” y poder centrarse en sus proyectos. Junto a Sartre formó una de las parejas intelectuales más importantes de la historia. "Trabajaban juntos en la misma habitación, cada uno en su mesa, compartiendo ideas -señala el filósofo-. No se puede separar su pensamiento del de Sartre porque lo elaboraron juntos. Cuando Sartre escribía el Ser y la nada trabajaba con ella, es un copensamiento", defiende. Extremadamente inteligente, la filósofa escribió novelas como Los mandarines, relatos, memorias y ensayos donde tocaba temas como el amor libre, la sexualidad, el hastío, el compromiso, la vejez y el fracaso. Ella “veía las cosas como los grandes pintores y escritores, de una manera siempre original y creativa para enfocar las formas del mundo. Tenía esa dimensión. Una dimensión de vida. Y le interesaba muchísimo la política, la literatura, el arte... todo”. Además, recuerda, “era una persona muy de familia, en el sentido en el que no quiso casarse pero tenía lo que llamábamos su familia”. Y le gustaba viajar. Lo hacía con frecuencia. “Sentía un afecto particular por Italia y España pero viajó por todo el mundo”.
Pregunta. Además, Simone de Beauvoir fue una persona altamente activa en los acontecimientos de su época, ¿su vida estuvo en parte definida por su compromiso político?
Respuesta. Sí. Ella y Sartre tenían una sensibilidad de extrema izquierda casi de anarquistas. Habían pasado los años 30 sin ver lo que ocurría en la realidad. Sin darse cuenta. Entonces descubrieron la barbarie del nazismo y se posicionaron del lado comunista. Eso sí, nunca formaron parte del partido entre otras cosas porque no podían soportar una disciplina o una ideología impuesta. Cuando empezó la Guerra Fría entre Estados Unidos y Rusia, evidentemente se pusieron del lado de Rusia, porque sin los rusos el nazismo nunca hubiera sido vencido. Beauvior sentía cierto agradecimiento por esto. Pero estaba muy en contra de la ideología comunista porque la encontraba muy dogmática y cerrada así que fue un compromiso que nunca se concretó bajo la forma. El segundo compromiso que adoptó fue gracias a su primer viaje a Estados Unidos. Allí descubrió el racismo y volvió totalmente trastornada. Decidió que luchar contra aquello era fundamental. Al mismo tiempo, ya había empezado a trabajar sobre las mujeres. Pasó dos años en la Biblioteca Nacional de Francia escribiendo El segundo Sexo. De su descubrimiento del racismo y de la condición de la mujer, surgieron a la vez su anticolonialismo, el antiimperialismo y su feminismo integral. Y toda su vida se articuló en torno a estas líneas.
"François Mauriac y Camus reaccionaron mal cuando Beauvoir publicó 'El segundo sexo' porque consideraban que su libro era un insulto para los varones franceses"
P. De hecho, El segundo sexo se convirtió en el libro fundacional del feminismo, ¿no?
R. Es el primer libro fundamentalmente teórico del feminismo, sí. La batalla de las mujeres que han luchado por sus derechos, para conseguir el reconocimiento de la mujer como un ser humano igual en todo, es una lucha milenaria. Desde que las sociedades existen siempre hubo una resistencia, puede ser espectacular o cotidiana, pero ellas siempre han resistido. Así que, esa experiencia de la lucha ya existía. Pero ella no quiso limitarse a la experiencia, no quiso hacer historia de las luchas de las mujeres. Decía: “Yo no soy historiadora, yo soy filósofa. Yo voy a intentar reflexionar sobre qué es la mujer y por qué se ha construido su identidad así, por qué se ha fabricado a la mujer históricamente como un ser femenino, dominado, receptáculo de todo lo malo y lo bueno de la humanidad". Y ese hilo de la reflexión teórica, ella lo desarrolló como nadie. Después ha habido muchas autoras, sobre todo en Estados Unidos, que han trabajado sobre sectores particulares, pero la línea fundamental del pensamiento es ella. No hay en la historia del feminismo nada igual. Si se lee hoy hay cosas que parecen un poco anticuadas pero ella fue la primera en reflexionar teóricamente la construcción antropológica que se hizo de la mujer como ser dominado. Y demostró dos cosas bastantes conocidas pero fundamentales. Que todas las sociedades desde su comienzo han sido construidas sobre la base de la dominación de la mujer. Y que la mujer ha interiorizado e interioriza esa dominación como un hecho natural. Eso no es natural. Es cultural. Como la comida o las fiestas. No hay nada de natural en la formación de la mujer como ser dominado.
P. Debió ser impactante en la sociedad de aquel momento, ¿cómo reaccionaron?
R. Simone de Beauvoir siempre tuvo muchos adversarios pero se le respetaba muchísimo porque era una gran escritora y una gran pensadora. Así que sí, la sociedad reaccionó. Camus, por ejemplo, reaccionó muy mal, la atacó diciendo que su libro era un insulto para los varones franceses. François Mauriac, Premio Nobel de Literatura, también la cuestionó. El libro provocó por un lado un apoyo enorme y por el otro lado una polémica muy dura contra ella. Pero ella lo sabía y no le importaba porque decía la verdad. A partir del 68 la situación se transformó. El modelo soviético naufragó. La sociedad cambió radicalmente. El feminismo se volvió el aire que todo el mundo respiraba. Beauvoir terminó su vida luchando por las mujeres iraníes. Ella estaba muy en contra del régimen del sha de Irán, antes de la revolución de Jomeini y cuando ganó el integrismo, contrariamente a otros grandes filósofos franceses seducidos por él porque luchaba contra el imperialismo norteamericano, quiso saber qué iba a pasar con las mujeres. Y se dio cuenta de que en esa sociedad donde casi ninguna mujer llevaba el velo, el régimen lo había impuesto. No lo aceptó y aquello fue su última gran batalla.
P. Hablamos de 1949, pero El segundo sexo sigue siendo hoy de gran actualidad, ¿cree que ha envejecido bien?
R. Es insuperable. Gracias a ella yo entendí el feminismo, ella me educó en él. Yo tenía una visión como todo el mundo. Pero ella me decía que tenía que mirar a las mujeres como algo muy particular, como un ser fabricado. Ella pensaba, hasta prácticamente finales de los años 50, que la lucha de las mujeres para su emancipación coincidía y dependía de la lucha de los trabajadores frente al capitalismo, que la revolución socialista iba a solucionar el problema creando una sociedad completamente igualitaria, con lo cual había que pasar obligatoriamente por el camino de la revolución para llegar a una verdadera liberación de la mujer. Pero después de haber visitado los países del Este, se dio cuenta de que la revolución socialista no había cambiado absolutamente nada. Por supuesto, las mujeres trabajaban, tenían más derechos que en las sociedades capitalistas pero seguían estando dominadas.
"Ella se dio cuenta de que la revolución socialista no había cambiado nada. Las mujeres tenían más derechos que en las sociedades capitalistas pero seguían estando dominadas"
P. Otro de los aspectos que menciona en su libro es cómo la guerra de Argelia marcó su pensamiento, ¿cómo lo vivió ella?
R. El tema de Argelia es un tema fundamental en su vida. Es probablemente, con el descubrimiento del feminismo, el más importante en su vida hasta el punto de que llegó a cuestionarse si podía seguir viviendo en Francia y estar con los franceses o debía renunciar a esa vida. Cuando la revolución argelina empezó en 1954 ella y Sartre se posicionaron inmediatamente del lado de los argelinos y del movimiento político del Frente de Liberación Nacional argelino. Del mismo modo que lo habían hecho con Vietnam. Pero lo de Argelia fue más duro para ella. Hay varios libros de Simone de Beauvoir en los que cuenta cómo en los restaurantes se levantaba, tiraba todo y salía porque no podía aguantar las palabras racistas de la gente. El ejército francés, la policía francesa, mataba a los argelinos de manera sistemática, torturaba a los hombres, a las mujeres, mataba a los niños. Es un capítulo que todavía no se ha abierto totalmente en Francia.
P. Además cuenta que su posicionamiento marcó, en parte, su distanciamiento con Camus, ¿no?
R. Ellos no pensaban igual pero era su amigo. Camus era un inmenso escritor, un gran hombre de teatro, siempre comprometido con la defensa de los derechos humanos. Muy valiente. Se comprometió en la resistencia personalmente, para ir a luchar con su propia pistola. Y ella lo admiraba muchísimo. Todo el mundo admiraba el talento de Camus. Pero cuando estalló la Guerra Fría tenían que tomar posiciones y él tomó la suya. No con los americanos pero sí en contra de los comunistas. Hoy cuando leemos este momento de la historia es muy fácil decir que tenía toda la razón. Pero hay que ponerse en la situación de la época. Entonces el partido comunista era el partido de los obreros y si eras de izquierdas apoyabas a los trabajadores frente a la burguesía francesa. Pero lo que provocó verdaderamente la ruptura fue Argelia, sí. Porque Camus fue uno de los primeros grandes intelectuales franceses en investigar los campos argelinos. Él mismo era argelino, de procedencia francoespañola y era muy sensible a la condición de los argelinos. Se sentía muy vinculado a ellos. Al mismo tiempo pertenecía a esa pequeña minoría de franceses producto de la colonización, aunque él venía de una familia muy pobre. Es algo complejo. Todos los grandes lo admiraban muchísimo, pero durante la guerra abogó durante unos años por la paz. El problema es que el gobierno francés no quería la paz, estaba bombardeando y matando a miles de personas. Y cuando consiguió el premio Nobel pronunció aquella frase dramática que vino a decir que no apoyaba el colonialismo francés, que apoyaba una Argelia libre, “pero entre la justicia y mi madre elijo a mi madre”, añadió. Eso para ellos fue un desastre. Porque eso era la guerra de todos en contra de todos.
P. ¿Y qué pensaba de aquello Simone de Beauvoir?
R. Hablé con ella varias veces de este tema. Ella nunca entendió aquello de parte de una persona tan culta y genial. Después evidentemente él se dio cuenta e intentó desdecirse. Escribió El hombre rebelde pero Francis Jeanson, que colaboraba en Tiempos modernos, publicó un artículo muy crítico contra este libro. Sartre nunca tuvo nada que ver con en el artículo pero Camus pensó que había sido él. Ella me lo contó. Sartre me lo había contado también. Sé que eso es verdad. Pero él no lo creyó. Entonces le escribió una carta al director y Sartre contestó con un texto terrible que destruyó la obra de Camus, a veces injustamente, con ese talento polémico que tenía él. El nivel de pensamiento de Sartre, ponía la discusión a un nivel tan alto que Camus no pudo ni si quiera contestar. En esa polémica yo creo que Sartre fue muy injusto. Eso provocó una ruptura total entre los dos. Pero he de decir que cuando murió Camus, Sartre escribió el mejor artículo escrito sobre su obra y su personaje.
P. ¿Considera que hoy sigue estando en vigor la importancia del pensamiento de Simone de Beauvoir?
R. No conozco una persona, una intelectual probablemente en el mundo, que tenga tantas seguidoras y seguidores. En todas partes hay fundaciones de Simone de Beauvoir. Hay que difundir su obra porque su contenido sigue siendo muy actual y la situación de la mujer no ha cambiado. No ha cambiado. Solo un poco. No porque las mujeres tengan poder político es que haya cambiado la situación, ni porque ponemos la paridad ahí. Es en la escuela, en la familia, en la educación y en la calle. ¿Cómo es que las mujeres no pueden pasearse por la calle por la noche tranquilamente como yo? Su obra es una obra eterna porque la lucha por la emancipación de la mujer también lo será hasta que lleguemos a una sociedad en la que las mujeres por fin sean iguales a los hombres.