Entre 1996 y 2001, Fernando Benzo (Madrid, 1965) desempeñó varios cargos en el Ministerio del Interior. Allí coincidió con Pedro Gómez de la Serna. Juntos decidieron escribir un libro sobre la lucha policial contra el terrorismo de ETA que nunca llegó a publicarse por respeto a varios acuerdos de confidencialidad. Han pasado veinte años desde entonces y los tiempos, por suerte, han cambiado. Con el cese de la actividad armada de la organización terrorista y lejos de la realidad en bruto de aquel ensayo, el actual consejero delegado de Madrid Destino decidió recuperar de alguna manera aquellas notas y publicar una novela policial ficticia.
"Cuando yo retomo la intención de escribir sobre la lucha antiterrorista -explica él mismo-, la idea que me surge es otra: escribir un thriller, una trama de suspense y aventuras. Era un libro totalmente diferente. Lo que pasa es que en aquel primer texto, hace veinte años, habíamos introducido una serie de historias que a mí me parecían muy atractivas y muy interesantes y me daba mucha pena que se quedaran en un cajón. Así que lo que hice fue incorporarlas".
A medio camino entre realidad y ficción, Nunca fuimos héroes (Planeta) es la historia contada “desde el lado de los buenos”, según sostiene su autor, aunque estos "no sean perfectos". El relato de un policía retirado, Gabo, al que se le presenta la oportunidad de investigar su gran cuenta pendiente, un terrorista que lleva veinte años huido en Colombia. Un texto sobre la culpa y la lealtad que, a partir del viaje emocional de su personaje principal, indaga también en la historia del terrorismo en nuestro país.
Pregunta. Realidad y ficción se mezclan en este libro que tiene también mucho de sus propios conocimientos profesionales, ¿qué le resultó más complicado a la hora de escribir: la parte ficticia o los límites de lo que podía o no podía contar?
R. La cuestión era construir un todo. Llega un momento en que yo mismo ya no diferencio qué parte es real y qué parte es ficción. Tienes el material y tienes el proyecto en marcha y en ese instante ya estás construyendo una historia sin diferenciar. De hecho, ahora mismo si se me preguntan qué es real y qué no yo no sabría casi ni distinguirlo. Como yo digo, aquí has cocinado una historia en la que has puesto una serie de ingredientes. Ingredientes que son reales e ingredientes que son ficción. Pero al final ya no puedes diseccionar el producto, ya no puedes desagregar o deconstruir los elementos. La dificultad entonces está en la dificultad propia de escribir cualquier libro y de escribir este. Lo complicado era transmitir una serie de sentimientos que yo quería conseguir. No solo contar una trama policíaca sino más bien la parte del viaje emocional del personaje principal y que resultara lógico y creíble. Para mí, más que el juego de realidad/ficción que al final se engarza de manera natural hasta el punto de que yo ahora mismo ya no lo diferencio, eso era lo más complejo.
"En otros países estaríamos llenos de novelas con todo tipo de perspectiva sobre el terrorismo. Lo que sí es positivo es que se han escrito obras muy buenas. Ahí esta 'Patria"
P. ¿Y cómo es ese protagonista, cómo es Gabo? ¿Está inspirado en alguna persona real o es la síntesis de muchas voces?
R. Es la suma de muchas personas, efectivamente. Gabo es un comisario de policía retirado que ha vivido todo un viaje sentimental a través de la lucha contra el terrorismo. Desde los tiempos iniciales en que es un joven lleno de ilusión, idealismo y vocación hasta una serie de experiencias, algunas dramáticas, otras decepcionantes, errores, fracasos y éxitos... que le van generando un sentimiento primero de madurez, en el mejor sentido, y luego de una cierta decepción. Hasta el punto de que por esa fijación que tiene con detener a un determinado terrorista y no conseguirlo acaba desencantándose y dejando la lucha contra el terrorismo. Y de alguna manera, la trama que surge en la novela, es decir, la posibilidad de capturar a ese mismo terrorista, es también una forma de redención. Redención con su propio pasado, de saldar las cuentas pendientes y de corregir algunos errores. Es, digamos, la última oportunidad de que su experiencia vital sea positiva. Yo creo que es un personaje que es muy rico en el sentido de que recoge muchas voces reales y al mismo tiempo muy rico como personaje literario, porque no solo lleva a cabo una investigación policial sino también un auténtico viaje vital.
P. En ese viaje vital, vemos el desgaste emocional con el que luego tuvieron que lidiar los policías. A su modo, ellos también fueron víctimas de aquella situación, ¿no?
R. Las víctimas del terrorismo son, evidentemente, quienes sufren un atentado y quienes mueren. Pero las personas que dedicaron tantos años, incluso su vida a la lucha contra el terrorismo, ellos también tuvieron sus cicatrices y sus heridas abiertas. Están las víctimas en sentido estricto que son las que merecen más cariño, más atención y más respeto pero están muchas otras personas que, de una u otra manera, también lo son. Y eso también se recoge en la novela. Yo tengo claro que esta es una novela de buenos y malos muy claramente. Yo no soy equidistante, pero los buenos no son perfectos. Han cometido sus errores, tienen sus culpas y también tienen sus heridas y sus cicatrices.
P. Piensa, como dice uno de sus personajes, ¿que las leyendas son siempre tramposas porque uno nunca sabe bien del todo quién es el héroe y quién el villano?
R. Por eso precisamente es tan importante que construyamos entre todos el relato de lo que ha pasado en este país. Ese era otro de los objetivos de este libro. Es decir, si no lo escribimos unos, lo escribirán otros. Y la historia depende de quién la escriba. Esto ha sido así y será así siempre. Por ello es muy importante que superemos determinados prejuicios, como por ejemplo escribir una novela policíaca sobre el terrorismo vasco. Parece que en principio da como un poco de pudor, a mí por lo menos me lo daba, y hay que superarlo y hacerlo. ¿Por qué? Porque yo creo que hay que construir el relato desde el lado de los buenos. Y ese relato lo tienes que construir desde muchas perspectivas, desde ensayos, tesis, películas, series, desde la comedia, el drama y también desde la novela policiaca.
"Es importante que construyamos entre todos el relato de lo que ha pasado en este país. Si no lo escribimos unos, lo escribirán otros"
P. Desde Días contados, de Juan Madrid, que Imanol Uribe adaptó a la pantalla, hasta Patria de Aramburu, se han escrito otros libros antes sobre el conflicto vasco pero, ¿se ha escrito suficiente?
R. Yo creo que todavía no. Hay un cierto pudor. Quizás porque está todavía demasiado cercano. Yo lo he experimentado en mis propias carnes. Cuando tú decides escribir una novela policíaca, que trata de la persecución de un policía, no a un asesino en serie ni a un traficante de drogas, si no a un etarra, te da como miedo. Miedo en el sentido de pudor creativo. Con lo cual eso hay que superarlo. No, yo creo que no se ha escrito lo suficiente. En otros países estaríamos llenos de novelas con todo tipo de perspectiva sobre la cuestión. Lo que sí es positivo es que se han escrito novelas muy buenas. Y ahí esta Patria. Patria es una obra maestra de la literatura y cuando aparece una obra maestra sobre un tema abre la puerta para que se pueda escribir sobre ese tema. Pero todavía hay mucho que contar y muchas perspectivas desde las que se puede afrontar este asunto.
P. ¿Diría que el trabajo de la policía española en materia de terrorismo solo puede recibir elogios?
R. Desgraciadamente tienen mucha experiencia. Han sido 40 años de terrorismo vasco más toda la experiencia de la lucha contra el terrorismo yihadista, con el drama que tuvimos con los atentados de Madrid… con lo cual evidentemente por desgracia tenemos una policía enormemente experta y una Guardia Civil que también lo es. Y por lo tanto es puntera en Europa y en el mundo. Es una pena que tenga que serlo pero por lo menos lo es.
P. Escribe en su inicio que el terrorismo vasco ya era cosa del pasado y que nadie estaba interesado en todo aquello, ¿cree que ya no interesa?
R. Estamos hablando de una banda terrorista que en los años 80 mataba a cien personas al año. En los años 2000, en la primera década de este siglo, seguía matando, y ahora mismo ya no tenemos muertes por terrorismo. En ese caso el cambio es radical. De que la gente sea asesinada a que deje de serlo, hay un gran cambio. ¿Que todavía existe una cosa llamada ETA? Puede que todavía exista una cosa llamada ETA. O ¿que todavía existe quien defiende postulados como los que defendía la banda terrorista? Pues evidentemente sí, pero también es cierto que en este país hemos acabado por lo menos con las muertes, que era algo terrible y dramático. Con lo cual efectivamente esto se ha terminado y a nadie le interesaría que resucitase. Espero. No creo que a estas alturas haya nadie tan descerebrado. Si uno mira atrás y recuerda aquellos tiempos en los que cada dos días te despertabas con la noticia de una muerte, en algunos caso de muerte de muchísima gente en algunos atentados, pues las cosa cambiaba. ETA cometió 3000 acciones. Que no tengamos 3000 acciones terroristas en nuestro país es un cambio importante.
P. ¿Todos los terrorismos se parecen?
R. Si tú analizas de una manera muy básica los elementos de los movimientos terroristas hay una serie de elementos que se repiten. Es decir, siempre hay un agravio, hay un opresor que está oprimiendo a alguien o persiguiendo a alguien, alguien que se siente perseguido, alguien que considera que la única forma de responder a esa presión es la violencia y además alguien que le dice a los que quieran unirse que si ejerce esa violencia tendrá una determinada recompensa: sea la independencia de un territorio o un paraíso. Opresión real o imaginaria, utilización de la violencia y recompensa van unidos en torno al movimiento terrorista así que de una manera un poco básica sí puedes establecer elementos comunes. De hecho al final hay incluso interconexiones o cruces de caminos entre las organizaciones terroristas. Está claro que en la definición de estos movimientos, con todas sus enormes diferencias por supuesto, hay una serie de elementos que se repiten.
P. Y ya que habla de cruces de caminos también el narcotráfico va unido muchas veces al terrorismo, ¿no?
R. La banda terrorista ETA, por poner un ejemplo, tiene más de treinta asesinatos que se consideran vinculados con el narcotráfico. Evidentemente algo deben tener en común. Había mensajes que decían que los terroristas luchaban contra el narcotráfico por mantener la pureza de la juventud y demás pero eso resulta poco creíble. Más bien, en primer lugar había un consumo de droga en el entorno en general de la banda pero sobre todo había la opción del narcotráfico como una posible vía de financiación. Es evidente que esa conexión existe.
"Siempre ganabas y volvías a perder en cada atentado. Estabas jugando una especie de partido en el que a veces, cada pocos días, perdías"
P. Hace poco detuvieron a Josu Ternera en Francia, conocido por su participación en el atentado contra la casa cuartel de Zaragoza, recuerda un poco a Harri, el terrorista de su novela, ¿no?
R. Es que el personaje de Harri es un poco retrato de todo. También es muchas voces incorporadas a un personaje y por lo tanto esto existe. Hay terroristas que siguen viviendo en países latinoamericanos y que han conseguido esquivar la acción de la justicia, hay muchos a los que algunos de los crímenes les han prescrito o que no se les ha podido capturar y juzgar, hay crímenes pendientes de resolver, todavía no se sabe ni si quiera de sus autores, y todavía se detiene efectivamente a algunos de los miembros de la banda. Algunos tan significativos como Josu Ternera. Una vez más realidad y ficción entra en contacto.
P. ¿Hay algo de usted en el personaje de Gabo?
R. Cuando uno escribe una novela hay cosas de ti mismo que ni si quiera sabes que están, con lo cual es muy probable que haya muchas cosas de mí. Te diré que hay una, un momento en el libro que es el único momento que es estrictamente autobiográfico, que es en el momento en que Gabo, el comisario, está en la puerta del ministerio de interior viendo la manifestación para pedir que no se asesine a Miguel Ángel Blanco. La persona que estaba en esa escalera que describo viendo pasar a la gente hacia esa manifestación era yo.
P. Da la sensación de que hay trampa, de que hicieras lo que hicieras nunca se ganaba...
R. Es que nunca se ganaba. Siempre ganabas y volvías a perder. Porque en cada atentado volvías a perder. Con lo cual estabas jugando una especie de partido en el que a veces, cada pocos días, perdías. Remontar el ánimo y luchar contra ello exigía una fortaleza de carácter muy especial.