A primera vista parece una sucesión de boutades: el Brexit es un caso de sadomasoquismo, los Sex Pistols fueron sus precursores y su mejor argumento ha sido la comida-basura. La lectura promete ser divertida, pero ¿esclarecedora? Nos impulsan a dudarlo tanto ese residuo de un marxismo trivializado aún presente en nuestra cultura como la extendida convicción, contraria a toda evidencia, de que los seres humanos somos eminentemente racionales. Sin embargo, tras el estilo vivaz, sarcástico y provocativo de O’Toole se hallan unas intuiciones que no es necesario aceptar en su totalidad, pero que estimulan el pensamiento más que muchos sesudos análisis socioeconómicos.
Fintan O’Toole (Dublín, 1958), columnista, editor literario y crítico teatral del Irish Times, autor de importantes ensayos históricos y políticos, fue incluido en 2011 por The Observer en una lista de los 300 intelectuales más influyentes de las islas Británicas. Es un hombre de izquierdas que no pone en duda el malestar real que ha impulsado a muchos británicos a votar a favor del Brexit y que está convencido de que las políticas neoliberales, apoyadas por la Unión Europea, han perjudicado a la clase obrera del Reino Unido como a la de otros países. Rechaza en cambio la inefectiva actitud frente al Brexit de los laboristas de Corbin, que parecen convencidos de que fuera de la Unión Europea tendrían más posibilidades de impulsar políticas más sociales, cuando lo cierto es que los grandes impulsores del Brexit como Johnson y Farage son fervientes partidarios de la desregulación y de la reducción del Estado del bienestar. Pero su libro no se centra en el análisis de este tipo de cuestiones, sino en la influencia de arraigadas convicciones un tanto míticas e incluso irracionales que los impulsores del Brexit han sabido utilizar para su propaganda. Y para ello incluye referencias a novelas o películas que revelan aspectos fundamentales de la mentalidad inglesa, incluidas las Cincuenta sombras de Grey que no podían faltar en un libro en el que juega un gran papel el dolor autoinfligido e infligido a otros.
El libro se centra en las convicciones un tanto míticas e irracionales que los impulsores del Brexit han sabido utilizar
¿Exagera? No tanto si se recuerda una encuesta realizada poco antes de la elección de Boris Johnson como primer ministro, según la cual la mayoría de los simpatizantes del Partido Conservador eran favorables al Brexit, aunque supusiera la ruptura del Reino Unido o causara un daño considerable a la economía británica. El objetivo es la independencia nacional, supuestamente comprometida por la pertenencia a la Unión Europea, y las consecuencias no importan. Que se van los escoceses ¡pues que se vayan! Que la economía entra en crisis ¡ya nos apañaremos!
O’Toole relaciona esta actitud con el culto al fracaso heroico, que da título al libro, que resultaba tan visible en los años de gloria del Imperio Británico: la absurda pero heroica carga de la Brigada Ligera que cantó Tennyson, el trágico fracaso de Scott en la Antártida, o la retirada de Dunquerque frente al avance alemán. Quien llegó al polo Sur fue Amundsen, pero ¡qué importaba eso frente a la muerte heroica de Scott y sus hombres! Por otra parte, ese culto al fracaso heroico podía resultar incluso saludable en el contexto de los éxitos imperiales británicos e iba acompañado por la elegante actitud de no dar importancia a los propios padecimientos, ni siquiera a la muerte. Una actitud de la que fue ejemplo uno de los compañeros de Scott, que anunció su decisión de afrontar la muerte en el desierto helado diciendo que iba a dar un paseo fuera de la tienda. Todo lo cual estaba muy lejos de la patética autoconmiseración con la que cualquier problema de un grupo de turistas británicos en un país extranjero puede hoy dar lugar a una evocación de la heroica retirada de Dunquerque cuando logran regresar a la vieja y feliz Inglaterra.
He escrito deliberadamente Inglaterra y no Reino Unido porque el Brexit es en buena medida un resultado del resurgir del nacionalismo inglés. Escoceses y norirlandeses votaron por permanecer en la Unión Europea, mientras que en Inglaterra las encuestas revelan una fuerte correlación entre el sentimiento de identidad inglesa, no británica, y el apoyo al Brexit. Londres, donde el sentimiento de identidad británica predomina sobre la identidad inglesa, votó en cambio por la Unión Europea. Ahora bien, hace unos años los ingleses se sentían sobre todo británicos. La reconstitución del parlamento escocés en 1999 fue importante para el renacimiento del nacionalismo inglés, pero lo sorprendente es que este se ha desarrollado sin el apoyo de ningún partido ni movimiento organizado. Incluso el UKIP de Farage es el Partido de la Independencia del Reino Unido. A pesar de lo cual la fuerza del nuevo nacionalismo inglés se refleja en algo tan inconcebible en España como que los simpatizantes del Partido Conservador prefieran la ruptura del reino a la permanencia en la UE.
Según O’toole, en la perspectiva de los conservadores partidarios del Brexit, Alemania sigue siendo una amenaza
Por ello el libro de O’Toole no trata de la actitud de los británicos ante el Brexit, sino de la actitud de los conservadores ingleses ante el Brexit. Y en esa actitud, como en la de todos los nacionalistas, tiene un gran peso una determinada visión de la historia. En este caso se trata del recuerdo de la Segunda Guerra Mundial. No se pude dudar de que, en 1940, cuando los británicos siguieron resistiendo solos frente a Hitler, dieron un maravilloso ejemplo de bravura por el que la Humanidad debe estarles agradecida. Pero ¿cuál fue el resultado de la guerra? La pérdida del Imperio y de la posición de gran potencia mundial. Es como si Ulises a su regreso a Ítaca se hubiera encontrado con que Penélope se había casado y le hubieran contado que Troya había renacido y prosperaba. En la perspectiva de los conservadores partidarios del Brexit, Alemania sigue representando una amenaza y la UE es un instrumento de la voluntad de poder alemana. En el loco episodio de las vacas locas, la prensa británica presentó las medidas alemanas contra la importación de ternera británica como una afrenta.
Cabe añadir que las consecuencias de una distorsionada visión de la historia nacional se hacen notar también a este lado del canal de la Mancha. Muchos franceses parecen querer realizar una y otra vez mini revoluciones francesas: si sube el precio de los carburantes para reducir la emisión de CO2, toman las calles con chalecos amarillos, si se intentan unificar los sistemas de pensiones paralizan el transporte. Y en España la traumática memoria histórica de la guerra civil lleva a algunos a vivir una imaginaria dicotomía entre “las fuerzas progresistas”, que curiosamente incluyen a ex etarras, separatistas, filo-chavistas y paleo-comunistas, y “las derechas”, por supuesto necesariamente contrarias al progreso. Los ingleses no están solos.
Fintan O’Toole concluyó su libro poco antes de que Boris Johnson ganara las elecciones, pero en él queda claro que la gran baza del Brexit era la popularidad de este, basada en un discurso que no sólo es a menudo mendaz sino extrañamente autoirónico y deliberadamente gamberro.