Considerada por muchos como la obra cumbre de Benito Pérez GaldósFortunata y Jacinta fue publicada por primera vez en 1887, dentro del ciclo de sus Novelas españolas contemporáneas. Casi tres años le había llevado al escritor terminar aquella historia, ambientada en el Madrid de mediados del siglo XIX, que a modo de relato coral narraba la historia de dos mujeres de distintas clases sociales y sus infortunios amorosos con Juanito Santa Cruz. Popularizada por sus muchas adaptaciones, en 1969 Ricardo López Aranda la estrenó en el Teatro Lara. Apenas un año después Angelino Fons la llevó al cine y Mario Camus la adaptó en 1980 para Televisión Española en una serie de 10 capítulos que contaba con Ana Belén y Maribel Martín como protagonistas.

Ahora que se cumplen cien años de la muerte de su autor, la editorial Reino de Cordelia acaba de publicar una nueva edición de esta novela antológica, ilustrada por Toño Benavides para la ocasión y con prólogo de José María Merino, que sigue la última versión corregida en vida por su autor y las pautas ortográficas según las últimas normas de la RAE.

 “Lo que me sorprendió de la relectura de Fortunata –nos explica Merino- fue descubrir la variedad de elementos, escenarios, personajes o clases sociales que tiene y lo bien que Galdós ajusta todo”. Cuenta el académico que empezó a leer al autor de los Episodios nacionales en la biblioteca que tenía su padre en casa cuando era joven en una edición, con la letra tan pequeña, que hoy no podría. “Es una novela complejísima –continúa- y, sin embargo, uno la va leyendo con toda naturalidad. Igual se encuentra a personajes tan completos como las dos protagonistas como  a un tipo hablando una especie de argot con los vulgarismos que se utilizan cada día. Me sorprendió su riqueza panorámica”.

Ilustración de Toño Benavides

No en vano, entre Fortunata y Jacinta se pasean más de un centenar de personajes secundarios, que convierten a su autor en un hábil narrador de perfiles psicológicos. “Galdós tenía la capacidad de profundizar en el carácter de la gente y era capaz de crear un drama tan absorbente, tan arrebatador, que además era una forma de retratarnos como nación -analiza Benavides-. Él no se apoya en los hechos épicos ni en los hechos históricos al óleo para retratarnos sino que lo hizo a través de los personajes de la novela. Eso es lo que tenemos en común los españoles. Esa forma de comportarnos entre nosotros”.

"Galdós no tiene un solo personaje que flaquee. Todos ellos tienen algo de ese delirio, no sé si genético o cultural, tan propio de nuestro país". José María Merino

Como apunta José María Merino el autor de Doña perfecta o Tristana “no tiene un solo personaje que flaquee”. El académico es de la opinión de que él era uno de los escritores que “con más finura” ha recreado personajes femeninos desde Marianela a Fortunata y JacintaLa desheredada o la protagonista de Misericordia. En ese ir y venir de secundarios, figurantes y protagonistas hay “montones de personajes que podemos reconocer hoy” de todos los extractos sociales, "desde los altos del palacio hasta los pedigüeños". Es un mundo también un poco de delirio, apunta. “El arquetipo fundamental español es la vida como sueño. Eso está en los personajes de Galdós, como estaba también en el Quijote. Ahora la realidad que estamos viviendo tiene también un poco de esa vida como sueño. Ósea no sé, a mi juicio, esta locura catalana es la vida como sueño. Y yo creo que los personajes de Galdós, todos los personajes, tienen algo de ese delirio, no sé si genético o cultural, tan propio de nuestro país”. 

En Fortunata y Jacinta Galdós fue capaz de reconstruir asombrosos ecos “de una España en la que desdichadamente estamos otra vez –sostiene-. Esa España en la que pasamos por unas fases absurdas. De pronto ahora yo no sé lo que está sucediendo. Lo que nos costó tener una Constitución y ahora otra vez está todo en entredicho. No sé. Efectivamente está uno leyendo el libro y piensa: ‘Pero si este es mi país. Estoy en mi país casi 200 años después’”.

Ilustrando a Galdós

Con más de mil páginas y cientos de evocadoras imágenes, a Toño Benavides no le ha resultado del todo fácil ilustrar su obra. “Galdós es un escritor en alta definición –reflexiona el artista-. Es muy complicado meterse a narrar a la vez que lo hace él porque pierdes la partida. Yo me limité a elegir una serie de momentos en la novela que me parecían muy relevantes como apoyos visuales”.

Momentos clave, comparte, como cuando Fortunata, sentada en una escalera mientras come un huevo crudo, conoce a su futuro amante, Juanito Santa Cruz. “Eso tiene una carga erótica indudable. Ese momento era el primero que tenía claro que tenía que realizar”. A Benavides le llevó varios intentos, cuatro o cinco versiones, hasta que se decidió por una. “Hay un montón de trabajo, de bocetos y de descartes, incluso le pedí a mi pareja que posara con un huevo y un pañuelo en la cabeza para poder dibujarla porque no me acababa de resultar natural el personaje que estaba retratando”, explica.

Algunas de aquellos dibujos ya estaban en la mente de su autor antes de empezar con el trabajo pero otros llegaron con su relectura. Una doble página de una manifestación de los partidarios de la República sorprende en su primer volumen. Camus ya incluía esa escena en su serie de TVE que nunca apareció en realidad en el texto literario. “Galdós no te cuenta en ningún momento nada de eso –reconoce Benavides- pero es importante traerlo a una ilustración porque es algo que está ocurriendo de algún modo en la calle”. Sucede mientras en la casa de los padres de Juanito Santa Cruz, una familia de la alta burguesía, conversan sobre la revolución atemorizados por lo que está sucediendo fuera. “En principio la imagen que Galdós nos presenta es esa, un salón donde hay gente que habla, pero la imagen realmente importante es lo que está flotando en la conversación, entre todos ellos. Es como un temor lejano. A mí me parecía muy importante traerlo al primer plano y presentarlo tal cual lo están viendo ellos desde las ventanas”, reflexiona el artista. 

“Galdós es un escritor en alta definición. Es muy complicado meterse a narrar a la vez que lo hace él porque pierdes la partida". Toño Benavides

Además del libro, el ilustrador encontró en Camus una gran guía visual a la hora de emprender su trabajo. Su serie le dio a Benavides algunas claves de muchos de los datos históricos y de contexto de la época. Salones de casas lujosas, cafés, calles con mobiliario urbano, faroles o mercados, son algunos de los entornos características que el dibujante incluye en este recorrido de aproximadamente 50 ilustraciones que retratan también un tiempo y una época de nuestra historia.

Ilustración: Toño Benavides

“Los ilustradores siempre decimos que lo que nosotros hacemos es una versión, es una interpretación personal, pero en un autor realista como este, que no te permite hacer un vuelo artístico demasiado alto y hacer algo abstracto, es un compromiso. Tienes que ser fiel a lo que él está contando. Al menos a los aspectos más relevantes que está narrando. Y no sé si lo he conseguido –confiesa-. Yo tengo la sensación de que me queda por hacer todo. Podría empezar ahora otra vez y hacer un libro no distinto pero complementario. Hay infinidad de momentos de impacto visual indudable a lo largo de su novela”.

Es, como señala José María Merino, un viaje en el tiempo. “Con Fortunata y Jacinta descubrí que estaba en el Madrid de la última parte del siglo XIX. Y con un gran naturalismo. La capital tendría que tener un templo dedicado a Galdós porque, ¿qué ciudad ha tenido la suerte de que hayan reconstruido una época de su historia, con la meticulosidad con la que lo ha hecho él? Pero si es que eso es un regalo”.

"Yo desde luego empecé a leer Fortunta y sigo leyendo y estoy encantado con Galdós -concluye con entusiasmo Merino-, pero encantado. Además en mi época Galdós tenía un gran descrédito, todos los escritores importantes estaban en contra de él. No sé por qué. Porque ahora lo leo y digo: ¿Habrían leído a Galdós, lo habrían leído o no lo habían leído?".

@mailouti