Hola, amigos.
Podéis empezar a escribir sobre el pijama.
El ganador de la semana pasada, dedicada a la grafomanía, ha sido...:
Escribanía
Aquella fatídica noche, mientras escribía soñando con eternizar la vida de los marineros, olvidó que era farero.
La grafomanía es peligrosa, amigos, de eso nos habla este relato tan bueno. El insensato prurito literario del farero, que pretende dar luz eterna a la vida dura y anónima de los marineros, termina con el naufragio de individuos concretos, de marineros reales por quienes debía velar el protagonista desde su puesto laboral. La grafomanía, un vicio en apariencia escasamente nocivo, se muestra aquí como un peligro capaz de convocar a la mismísima muerte si se extiende también a determinados ámbitos profesionales. Con gracia musical, pero puntería de francotiradora, la autora sortea todos los problemas de narrar una tragedia tan grande en tan pocos caracteres, consciente de que el movimiento narrativo necesita tanto del texto como del subtexto para funcionar. Se relata, aquí, un suceso que supone el reverso de la justicia poética, pues la tragedia la produce un afán narrativo quizá bienintencionado pero torcido e inadecuado, con la ironía como cauce de la fatalidad nocturna.
Enhorabuena, Nuria Rubio González, por el magnífico relato y por el premio.
Otros micros pudieron haber ganado:
Torivino
Apostado tras la cristalera del café escribía sin parar. A veces se le escapaban personajes que corrían a confundirse con los de fuera.
Xolani
Por causa de aquella manía de anotarlo todo, cuando la policía del Régimen lo detuvo no logró reunir ánimos para negar nada.
Scribomania
Nadie entendía su continua agitación ni el rítmico movimiento de sus dedos. De súbito, despertó del coma gritando: «¡Terminé la novela!».
MJR
Escribía por encargo cartas de amor a las novias de sus compañeros reclusos.
Un día apareció degollado. Dicen que ponía demasiada pasión.
Saludos cordiales