Aunque ya tenía un libro juvenil, El hombre de los dos corazones, su primera novela de ficción le supuso a Ana Merino, el Premio Nadal de 2020. Ya le pasó algo parecido con su primer libro de poesía. Fue terminarlo y ganar el Adonais, recuerda esta escritora poliédrica que lo mismo cultiva los versos, que el teatro o el ensayo. El proceso ha sido largo, no obstante. A vueltas con ella desde 2009, cuando publicó aquel otro título juvenil, su trabajo en el MFA de escritura creativa en español en Iowa paró su impulso narrativo hasta ahora. “Yo ya venía con un imaginario narrativo de querer hacer una novela pero se paró –cuenta-. Estaba allí, pero se quedó bastantes años tejiéndose. Lo que me daba tiempo a concluir eran poemarios y teatro. Una novela tiene muchísimo trabajo de reposo y de reescritura y yo estaba viviendo una gestión tan intensa que no es hasta que dejo ya la dirección del MFA que cojo la caja llena de papeles, de ideas y decido ordenarlo porque veo que tengo ahí un mundo, y quiero que salga”.

Publicado ahora por Destino, El mapa de los afectos es una novela coral que parte de la América rural para crear una comunidad que le permita a su autora escarbar en los devenires de la humanidad y en la pulsión de la bondad como fuerza motora.

Pregunta. ¿Y cómo vivió ese paso a la novela?

Respuesta. Es un proceso lento porque yo vengo del sustrato de la poesía y el sustrato de la poesía es pensar mucho el proceso creador. Pensar mucho el ritmo de las palabras. Esta es una novela muy rítmica que se lee muy bien a nivel de imágenes, de sensaciones, porque está dialogando con la poesía ese es el primer idioma que manejo, el idioma con el que arranco como escritora. Obviamente ese poso está. El tema es cómo quieres comunicar tu perspectiva literaria. Yo escribo desde el lugar de la literatura, con literatura. Entonces a veces el pensamiento me pide expresarme a través de la poesía. A veces es el teatro, a  veces estoy comunicando con los niños, hago poesía y teatro infantil. En este caso pude percibir un universo literario que iba a consolidarse en una novela.

P. El mapa de los afectos arranca en un pueblecito de Iowa, conoce bien la geografía americana porque lleva viviendo allí 24 años, ¿cómo es la América profunda?

R. La América rural es lo que aparece en la novela. He sido bastante fiel a esa humanidad. Todo lugar es profundamente humano y la América rural está cargada de humanidad. Me interesa porque han sido 10 años de mi vida que he pasado allí, que sigo pasando. Además he vivido la América rural de los Apalaches, cuando vivía en Carolina del Norte y cuando vivía en Nueva Inglaterra también vivía en un pueblecito. Me he formado en la esencia de lo rural americano. Desde una madurez de experimentar la vida he visto, he podido sentir ese mundo, lo he interiorizado. Me he americanizado, como diría Bush. En el sentido de que es mi vida, que la atmósfera que he creado la he descubierto como una atmósfera vivencial. Hay veces que el escritor construye a través de experiencias de lectura, de viajes, en este caso lo americano es parte de mi vida y es lo que formula que sea la escenografía de la novela.

P. ¿Encuentra diferencias entre la España y la América rural?

R. Yo creo que esas diferencias las tendrá que encontrar el lector. Porque yo lo que he hecho es construir una escenografía. No lo he hecho desde un punto de vista comparativo, lo he hecho desde el punto de vista literario. Esta es la inspiración que he tenido, este es el sustrato de vida que me ha rodeado, quiero formularlo desde la literatura. Hay una gran nostalgia por España en la novela hasta el punto que mando a personajes a España, que van a España. Y hay personajes españoles que  van a América y que viven en América que quieren volver. Entonces allí he hecho pequeños homenajes a mi realidad diaspórica.

P. Sus personajes se ven sacudidos por diversas situaciones, pero escribe además sobre los “afectos” positivos, ¿no?

R. Las sociedades funcionan desde la emocionalidad positiva. Me interesa mucho cómo la bondad gestiona el dolor, cómo gestiona el sufrimiento, cómo el espacio de la bondad es que el construye resistencia. Se ha escrito mucho sobre la maldad, sobre la psicología de la maldad pero creo en la psicología de la bondad como sustrato literario. Muchas veces se percibe, se asume, no nos damos cuentas de que la bondad hace que podamos estar hoy todas juntas aquí, compartiendo este momento. Que las cosas funcionan porque ha habido personas que han querido inventar medicinas para curar, o sea que su pensamiento inteligente lo han usado para el bien y no para el mal. Esos detalles de vida que son tan importantes en nuestra cotidianidad y que no apreciamos a mí me interesan, como fórmula, y como espacio de reflexión literaria.

P. Comenta que se ha escrito mucho sobre la maldad, ¿qué referentes literarios encontró para escribir sobre la bondad?

R. Hablo de los hermanos Hernández de cómic, por ejemplo, y de Love and Rockets. Jaime y Gilbert desarrollan estos dos universos en los 80. Es una serie que evoluciona a lo largo de treinta años y en sus propios universos tienen personajes muy sólidos. Tienen un sustrato de camaradería y de comunidad. Eso me interesa. Luego por ejemplo, Edgar Lee Masters en la Antología de Spoon River habla del sufrimiento de las lápidas y de cómo percibe la sociedad y el mundo. Me interesan muchísimo esas formas distintas de narrar. Pero la bondad está en Don Quijote, mismamente, y en Sancho y en la relación que tienen y cómo uno quiere expresar la bondad del que ayuda, del caballero andante. Hay distintos tipos de perfiles bondadosos y todos me interesan. 

P. ¿Cómo influye el cómic en esta obra?

R. Me interesa mucho porque ha sido mi espacio académico de estudio analítico. Esta novela es una novela muy plástica con muchas imágenes, con una paleta de color muy variada y con muchos planos literarios que a tal vez podrían ser planos de miradas: Un primer plano, plano detalle, plano general... Hay mucho juego de planos. Combino ese espacio del cómic con la emocionalidad de la poesía. En el cómic hay un tipo de América. Es el lector juvenil desde la ingenuidad. Lo represento en el personaje de Sam al que le gusta mucho leer de superhéroes. Ahí  hay un guiño. Ese espacio lúdico e imaginativo de la sociedad estadounidense del siglo XX se transmite muy bien a través de los superhéroes.

P. ¿Cómo afecta la realidad actual en los acontecimientos de la novela?

R. Está claro que hay un devenir militarizado en algunos de los personajes que han sido marcados por la guerra y que es la construcción de su ser. Estados Unidos es un país fuertemente militarizado. Un país que es imperio que tiene una proyección. Desgraciadamente las proyecciones ahora se siguen formulando a través de los conflictos que están. Desde los tiempos del Antiguo Testamento que es cuando hago ese enlace entre el Mosul y los lugares de todas las guerras. 

P. El mapa de los afectos es también un mapa coral, donde sus personajes se van entrecruzando, ¿no?

R. Todos van fabricando una tela, una red. Pero siempre está Valeria. Valeria es la chica invisible y hay una trama de su esencia. Luego también Rita funciona como otro hilo conductor y el propio Sam, el niño que luego es adolescente que está en la rama y contempla el mundo, que se acomoda en la vida que le ha tocado vivir. Trabajar en el supermercado como reponedor, a veces en la caja, ayudar en la granja, leer sus comics... Eso también me interesa. Esas vidas. Él no se plantea, no problematiza el lugar en el que está. Está bien donde está. Hay una hermosura también en esa cotidianidad, donde el mayor problema de alguien es eso. Esa sencillez es sumamente literaria. Eso también era lo que perseguía, ¿no? Que nos diésemos cuenta de que hay hermosura en lo que nos rodea. En lo aparentemente más sencillo. Es como ese momento de tu sofá de esa hora que puedas tener antes de irte a dormir, que estas contigo y eres feliz. Me gusta mucho convertir esa sensación que alguien vive en algo literario.

P. Precisamente lo cotidiano, la rutina, es lo que muchas veces le arrancamos a la literatura…

R. Porque muchas veces se están buscando tramas. Tramas donde está el concepto de la complicación que es una opción muy interesante pero yo creo que hay también literatura en el instante sostenido junto a las tramas. La vida pasa, el tiempo pasa, te irás a dormir, amanecerás mañana… pero de esa hora de pensamiento que tengas, sentada en el sofá, resoplando porque has tenido un día largo pero de pronto te acuerdas de algo, de ese pensamiento que también viaja y también va con tu vida, se puede sacar literatura muy interesante.

P. ¿Qué le dirías al lector que se va a encontrar en esta novela?

R. Me gustaría que se encontrase cómodo leyéndola, que le diese sosiego dentro de la complejidad de la novela y que disfrutase con el estilo y el proceso. Que armonizase con su mirada empática respecto a los demás. O sea que encontrase un espacio armónico dentro del ámbito literario. Porque la novela está hablando desde el espacio de la literatura. Celebrando ese lugar de comunicación universal que viene desde hace siglos, que nos construye a todos y que nos hace da sosiego, también un espacio de reflexión.

P. En ese sentido, ¿piensa que la literatura es catártica?

R. Claro, hay muchas literaturas pero la propuesta que yo tengo es una propuesta de cobijo. Es una literatura que pretende cobijar al lector en un universo y hacerle sentirse acompañado. Es la idea del todos. Que el lector no se sienta solo, que le acompañe la literatura.

P. ¿Estamos todos un poco solos?

R. Yo creo que como la sociedad va tan deprisa, es tan intensa, nos pasan muchas cosas... Esa intensidad se puede poetizar, nos puede dar sosiego a la vez si la sabemos descifrar. Por eso me gustaría que esta mirada que se enfoca en los personajes también pueda servir como una mirada interior del lector, que pueda contemplar su propia vida desde el prisma literario y sentirse bien como parte del todo.

P. ¿Qué proyectos tiene ahora entre manos?

R. Yo soy muy poliédrica. He escrito ensayo académico, columnnismo, teatro, poesía, literatura infantil... A mí me gusta escribir y lo que voy a hacer es seguir escribiendo. Ahora estoy metida en otra novela. No sé cuando la terminaré. Porque son novelas que tienen mucho proceso de estilo, de cuidado de las palabras, de ritmo... Me tiene que sonar a mí muy bien para yo sentirme bien. Es ahí lo que me queda del poso de poeta, que tiene una sonoridad para mí muy importante en ese proceso. A lo mejor el lector ni se entera, pero para mí es un proceso meticuloso. Yo creo que voy a seguir escribiendo y que lo voy a seguir haciendo. Lo que me pida la mirada en ese momento.

@mailouti