Desde la “heroica” resistencia de Numancia y Sagunto hasta la idea de decadencia forjada en el siglo XIX, pasando por tópicos como la Reconquista, el Imperio de los Reyes Católicos o la Inquisición, la Historia de España, como la de cualquier otra nación está forjada por mitos fundacionales, episodios históricos gloriosos o estrepitosos fracasos que todavía a día de hoy conforman buena parte de lo que somos… o creemos ser. Y es que, como asegura el hispanista Henry Kamen (Rangún, Birmania, 1936), que lleva más de 30 años afincado en nuestro país, en su libro La invención de España (Espasa), “los orígenes y la composición de un Estado moderno son siempre una mezcla mucho más compleja de lo que reflejan sus mitos, que, aunque se expliquen como hechos históricos, en realidad son leyendas imposibles de verificar”.
A eso, a dilucidar cuánto hay de verdad y de ficción en los libros de texto que han estudiado varias generaciones de españoles, dedica este ensayo que explora, a través de una abundante bibliografía, los episodios más significativos que a través de los siglos han configurado nuestra visión actual y plenamente vigente de España.
Pregunta. Uno de los primeros tópicos que ataca es la imagen de tolerancia que hoy tenemos de la España islámica, ¿donde queda aquello del "crisol de culturas"?
Respuesta. Esa es una ficción que viene de largo, desde el siglo XIX, cuando los liberales querían presentar España como un país más tolerante que otros de Europa donde no hubo connivencia con otras religiones y culturas o esta fue, al contrario conflictiva. Pero la realidad del asunto es que las sociedades son complejas, y durante los muchos siglos que tuvimos una presencia islámica en España hubo épocas de persecución, otras de guerra abierta y, es cierto, también periodos de muchísima tranquilidad. Ahora bien, es imposible imaginar y afirmar, como se hace habitualmente como eslogan político, que esta sociedad a lo largo de varios siglos fue una sociedad tolerante. Pero habría que entrar en detalle y analizar cada década, casi cada año, para explicar la relación entre las religiones.
"En España ha habido un déficit de investigación histórica que ha redundado en que el español de a pie no conocía y por ello despreciaba su pasado"
P. También se ocupa de los estereotipos que han conformado la ya tan consabida leyenda negra, ¿qué consecuencias ha tenido en el pasado? ¿Sigue realmente vigente a día de hoy?
R. En realidad la leyenda negra casi no ha existido nunca y tampoco existe hoy en día. Encontrarás poquísimos historiadores que malgasten el tiempo hablando de ella. La leyenda negra no puede figurar entre las ideas sensatas en el vocabulario histórico. Aunque tiene relativos antecedentes de críticas antiespañolas anteriores, es una frase inventada a comienzos del siglo XX por un escritor que tenía la idea de que muchos extranjeros querían criticar a España. Y la proliferación de libros que mantienen esa vertiente de que los extranjeros no quieren a los españoles, una gran mentira, no son más que oportunismo editorial.
P. Se suele hablar de la mala relación de los españoles con su propio pasado, del complejo que tenemos con nuestra historia. ¿Le parece que es algo real?
R. Esto sí es demasiado real y se ha reflejado en el estudio de la historia. Cuando yo empezaba mis investigaciones en España, en los años 60 y 70, descubrí que, curiosamente, no había estudiosos en España sobre, por ejemplo, la historia de América Latina en la época de la Conquista. Todos, eran de profesores norteamericanos, de profesores de la Universidad de California. Ahora bien, no es cuestión de criticar a los españoles, pues el español de a pie no tiene la culpa de los defectos de sus gobernadores. Lo que sí podemos criticar, lo que refleja este déficit, es la mala condición de las ciencias en España, sobre todo de las ciencias históricas. No había apenas investigaciones ni libros importantes. Estamos hablando de un defecto en el sistema de enseñanza en la historia de España y la culpa es de los gobiernos de la época que no tenían interés en que la gente conociera su pasado.
P. Explica que suele achacar al franquismo la creación de la idea del Imperio español, pero sostiene que nació antes, a caballo entre el siglo XIX y el XX y con la pérdida de las colonias, ¿qué peso ha tenido y mantiene hoy esa imaginería imperial?
R. Esto del franquismo es bastante relevante. Echar al franquismo o al dictador la culpa de defectos en la evolución de las ciencias y la investigación en España es una salida fácil, una manera de buscar una cabeza de turco histórica de los males del país, porque durante estos años tenemos la misma ignorancia sobre estos temas que había siglos antes. Y cuando en el siglo XIX las ciencias históricas se reformaban en Francia e Inglaterra, en España no tuvimos nada. Todo esto es anterior a Franco, porque el franquismo, hay que decirlo, pobre intelectualmente, no tenía inteligencia suficiente para fomentar el peso de la ignorancia española. Ese desconocimiento general de aspectos puntuales de la historia de España, y su consecuente falseamiento, se deben achacar también a las generaciones anteriores y no exclusivamente a esta época.
"España, cuyas capacidades son incuestionables, es el único país que en lugar de invertir en mejorar se pregunta por qué no lo hace"
P. También en el siglo XIX afirma que se generalizó la idea de la "decadencia perpetua" de España, ¿qué motivó esta visión? ¿Fue una coartada ante los males del país? ¿Se mantiene hoy en día?
R. Sí, en parte. En el desarrollo de esta idea de decadencia influyen varios aspectos. Yo hablo, por ejemplo, de la responsabilidad de los franceses, quienes a partir de la época de Napoleón como todavía no habían desarrollado los logros ideales de su propia cultura e historia, querían configurarla por oposición, criticando lo que los españoles, que habían sido su enemigo secular, habían hecho. A comienzos del XIX hay muchos libros en Francia que critican y culpan a España de sus propios fracasos. Y eso gana fuerza en el mundo de los historiadores, también de los españoles, muchos afrancesados. Aquí ya existían afiladas críticas desde los siglos XVI y XVII, sólo hay que leer a Quevedo, pero es cierto que los extranjeros participaron en la creación de este cuadro de decadencia que no es sólo de creación española.
P. ¿Esa impresión de la incapacidad del país, de la impotencia de cambiar España es uno de los mitos más persistentes?
R. Sí, yo diría que sí. Aunque no entiendo la razón, existe una parte de la población que cuestiona la capacidad de su propio país. Y suele ser gente cuya actitud es pasiva en lugar de activa. Un ejemplo: he visto mucho en la prensa el cuestionamiento ese de "¿cómo es que los españoles no ganamos más Premio Nobel?". Yo no tengo la respuesta, pero el mundo en general no se hace esas preguntas. Los franceses, ingleses, estadounidenses, japoneses... se dedican más bien a invertir dinero y esfuerzos en la posibilidad de desarrollar la ciencia y la cultura y así lograr los galardones que a plantearse por qué no los ganan. No entiendo por qué algunos tienen esta actitud. España como cualquier otro país tiene capacidades y la razón por la qué no llega a cumplir con la promesa de éxito es una cuestión que habría que debatir a nivel social y también político.
"En Cataluña se ha distorsionado la historia al servicio de un relato ficticio, como ha ocurrido siempre en todas partes. Los políticos siempre son los más culpables en la deformación de su propio país"
P. Tradicionalmente la religión católica siempre se ha considerado como un destacado aspecto de la identidad hispánica, ¿qué supone el hecho de que hoy esté en horas bajas?
R. En gran medida la imagen de que ahora existe una decadencia del catolicismo se debe a que en el pasado, debido a la publicidad del régimen de Franco y también, no lo olvidemos, a los anteriores como el de la Restauración, se exageraba el nivel de catolicismo del pueblo español. Antes se decía que todos los españoles eran católicos, lo que era una mentira clarísima. Sólo hay que pensar en las luchas desamortizadoras o en los miles de sacerdotes masacrados durante la Guerra Civil. Muchos españoles no eran católicos. Por ello, creo que esta imagen de decadencia se debe a la exageración previa, a imaginar que España era el país más católico de Europa cuando no lo fue.
P. Habla en el libro de los mitos regionalistas y hace un lustro afirmaba, hablando de Cataluña, que quienes fabricaban la historia de la región no tenían ni idea, ¿vemos hoy la consecuencia de esas invenciones? ¿La política fomenta conceptos erróneos del pasado y la realidad?
R. Por supuesto. La historia, los datos históricos, son siempre y en todos los países víctimas de la intervención de las autoridades políticas. Cataluña es el ejemplo que quizá se ve hoy en día más claramente a través de los periódicos, pero esto, por desgracia ha pasado allí, en Rusia, en Francia, en China y, del mismo modo, ha pasado muy fuertemente en toda España en el pasado. En el caso de Cataluña, hoy en día casi todos los historiadores catalanes se oponen a este tipo de escritos históricos, aunque existen algunos que quieren distorsionar la historia de su país e inventar una historia ficticia que la crean para imponer su visión política. Los políticos siempre son los más culpables en la deformación de su propio país.