A sus 81 años, Theodor Kallifatides (Mololai, Grecia, 1938) es un hombre intelectualmente inquieto. Desde hace cuatro meses estudia español por una aplicación de móvil y ya lo habla correctísimamente. “Me encanta la lengua y la cultura española –comparte-. Leí a Cervantes cuando tenía 14 años, amo la poesía de Lorca, me gustan mucho Buñuel y Almodóvar. Y los bailes, también los bailes. Todo. Pero lo más importante para mí es la tradición del humanismo que encuentro aquí”, reflexiona.
Nada queda ya del bloqueo creativo que le llevó hace algunos años a escribir Otra vida por vivir en su idioma materno, el griego, sobre la situación actual de su país natal. De viaje en España para recoger el premio Cálamo por aquella historia, aprovecha para presentar también su última novela, El asedio de Troya (Galaxia Gutenberg). Una vuelta a La Ilíada de Homero en el contexto de la ocupación nazi a partir de la voz de una profesora griega que trata de distraer a sus alumnos de los horrores de la Segunda Guerra Mundial. Miles de años separan ambos acontecimientos pero el escritor, que utiliza sus propios recuerdos biográficos para construir su texto, traza un claro paralelismo entre ambos hechos trágicos para recordarnos que al final todos somos los mismos y que, como decía Homero, con las guerras todo acaba en lágrimas.
Con El asedio de Troya, Kallifatides, que llega además con el que será el título de su próxima novela bajo el hombro -Amor y morriña-, vuelve a escribir en sueco, la lengua que ha dado cuerpo a casi toda su producción literaria durante más de medio siglo desde que emigró hasta allí en 1964. Neila García ha sido la encargada de traducirlo al castellano.
Pregunta. Dice que no pretende reemplazar a Homero pero, ¿qué le llevó a escribir su propia versión de La Ilíada?
Respuesta. Quería demostrar que el alma del hombre es inmensa y que nosotros tenemos la posibilidad de tomar el camino del bien y del mal al mismo tiempo. Aquiles y Héctor son como el capitán alemán y la profesora, son los mismos humanos, el mismo tipo de existencia, con la diferencia de tres mil años. Pero también quería mostrar, como Homero dijo, que la guerra es la fuente de todas las lágrimas. Ahora tenemos muchos conflictos armados por el mundo. Todo el tiempo. Mientras nosotros hablamos hay alguien en algún sitio que vive en guerra.
P. ¿Cree que todos los problemas actuales se pueden explicar con los autores clásicos?
R. Todos, efectivamente. Porque no solo los autores son clásicos, también los problemas son clásicos. Son los mismos conflictos todo el tiempo. Y nosotros tenemos que ser racionales para entender qué ocurre y tenemos que pensar con un corazón que nos permita saber lo que piensan los demás. Eso es todo. Razón y corazón.
"En mi Ilíada las mujeres son mujeres. Mujeres con hijos, con amores, con todo. Como los hombres. No son solo héroes. También son esposos, padres o amigos"
P. Comenta que en nuestro tiempo no se nos estimula para hacer frente a una lectura exigente como la que exige La Ilíada, ¿por qué cree que nos resulta tan complejo?
R. Entender los textos clásicos exige una educación y una disciplina. No se puede leer a Homero como se lee una revista. La diferencia hoy es más grande que nunca. Nosotros no leemos, solo miramos, escuchamos a veces, pero no leemos. Así que tenía que escribir una redacción de Homero en prosa porque 480 páginas de poesía es “un poco” difícil. Al mismo tiempo tenía que cambiar un poco la historia. En La Ilíada las mujeres son vistas más o menos como símbolos, pero en mi Ilíada las mujeres son mujeres. Mujeres con hijos, con amores, con todo. Como los hombres. No son solo héroes. También son esposos, padres o amigos. Y espero que el resultado sea útil para que los jóvenes de hoy la lean. No he querido competir con Homero, solo he querido hacerla más conocida entre la gente joven y los lectores en general. Y también quería contar la historia de mi pueblo durante la invasión alemana.
P. ¿Pase lo que pase, como escribe, al final siempre muere una mujer?
R. La historia es la historia. La Ilíada comienza con una chica de 14 años que es asesinada y durante la guerra son siempre las mujeres y los niños quienes pagan el precio. Los héroes mueren pero reciben todas las ceremonias oficiales mientras las mujeres son violadas sin que nadie proteste ni le importe a nadie. Esta es la historia de la humanidad hasta ahora.
P. ¿Diría que la mujer hoy esta mucho mejor que entonces?
R. Yo creo que la mujer hoy tiene muchos derechos pero no creo que esté todo hecho todavía. Después de la guerra civil en Grecia las mujeres tenían que trabajar porque los hombres habían muerto. Había hombres, claro. Pero muchos volvieron sin brazos o sin poder ver... Y las mujeres tuvieron que hacer el trabajo propio y el de los hombres. Cuidar a la familia, los hijos y la economía. Todo junto. Con el paso del tiempo, la mujer en Grecia se ha vuelto muy, muy diferente. Por ejemplo hoy tenemos una mujer como presidenta por primera vez -Ekaterini Sakelaropulu-. Pero ha sido un largo camino.
P. ¿Es la necesidad de amar más
fuerte que la de odiar?
R. Antígona dice: “He nacido para amar”. Yo digo lo mismo, nosotros existimos para amar, no para odiar o para destruir al otro.
P. Y, sin embargo, en la Ilíada y en la historia muchas tragedias vienen provocadas por las relaciones sentimentales, ¿no?
R. No es el amor en sí mismo lo que causa problemas sino otras cosas que surgen alrededor de ese amor. Por ejemplo, si yo quiero a alguien que se enamora de otro, y yo le mato, eso no tiene que ver con el amor claramente. Es más bien porque yo soy un ser humano muy limitado y muy pequeño. Si realmente la amara, querría que ella fuera feliz y que ame a la persona de la que se ha enamorado. San Pablo decía que el amor no sirve a su propia ley y yo opino igual que él. El amor no me da privilegios sobre otras personas, el amor es mi problema.
"La venganza es estúpida pero es una tradición arraigada a pesar de que no sirve de nada, no llegas a ninguna parte con ella"
P. ¿Hemos aprendido algo de nuestra historia?
R. No, no. Probablemente tendremos que vivir un poco más, siglos y siglos, para entender algunas cosas. La venganza es estúpida pero es una tradición arraigada a pesar de que no sirve de nada, no llegas a ninguna parte con ella. Mira el conflicto entre Palestina e Israel. Cada año alguien dice que la guerra tiene que acabar y cada año, viene otro y lo mata. Este conflicto lleva ya 70 años, ¿por qué? No sé por qué. No entiendo por qué. Me pregunto y no sé. El fanatismo es un problema que no podemos ignorar pero que no somos capaces de entender. No entendemos cómo funciona su mente.
P. Hábleme de ese Amor y morriña al que ha dado título en español usted mismo, ¿no somos todos un poco extranjeros hoy?
R. Los problemas clásicos otra vez -se ríe-. La cuestión no es intentar solucionar estos problemas para siempre. No es posible. Pero al menos irnos acercando, conocerlos, entenderlos y así nos acercamos poco a poco a su solución. Es como el sentido de la vida. La idea no es encontrarlo sino buscarlo. Mientras estés buscando un sentido de la vida, tu vida tiene sentido. De alguna manera pienso que buscamos una respuesta que nos sirva para siempre y esta es una de las razones de la existencia del fanatismo. Queremos tener una respuesta definitiva ahora. El ser humano, sin embargo, es más ser humano cuando pregunta que cuando encuentra. Y siempre encontrará su respuesta pero hay que ser conscientes de que al pasar el tiempo se habrá transformado en otra. Esta es la única defensa que tenemos frente al fanatismo. Hacer preguntas y dudar.
P. Ha escrito más de cuarenta libros de ficción, ensayo y poesía, si echara la vista atrás, ¿qué consejo daría a alguien que esté empezando a escribir?
R. Que lo primero que tiene que hacer es preguntarse por qué quiere escribir. Porque quiere hacer una carrera, porque está enamorado de alguien que también escribe... ¿por qué? Porque escribir es algo a largo plazo, lo haces durante toda tu vida, por eso tienes que saber muy bien por qué. Y disciplinarte mucho. Tienes que aprender cómo escribir cada día. Hay que leer mucho. Algunas personas piensan que lo que lees puede influirte en lo que escribes pero la influencia de la ignorancia es aún mayor. Y finalmente hay que tratar de evitar todo aquello que es cosmético. Hay que saber qué se quiere decir. Lo puedes elaborar de una manera u otra pero primero hay que saber eso. Hablando de mí mismo, yo soy capaz de escribir en dos lenguas, el griego y el sueco, pero primero tengo que saber qué quiero decir antes de decidirme por una, de pensar cómo, porque si no tienes una idea completa no funciona ni en un idioma ni en otro.
P. Le devuelvo entonces la pregunta, y usted, ¿por qué quiso escribir?
R. Escribo desde que tenía 5 años. Escribir es mi vida. No tengo otra. El tiempo que nosotros vivimos me da siempre cosas sobre las que pensar y discutir. Mi modo de vivir es escribiendo. Otras personas viven jugando, trabajando, yo vivo escribiendo. Eso es todo.