La Fundación Mapfre presenta en Barcelona una gran retrospectiva dedicada a Carlos Pérez Siquier (Almería, 1930). No hace falta decirlo, uno de los fotógrafos españoles más significativos de la segunda mitad del siglo XX. Pasa por ser, desde su Almería natal, uno de los renovadores de la fotografía de la posguerra al introducir la denominada fotografía documental humanista, esto es un tipo de reportaje comprometido socialmente en el que la mirada del autor está implicada emocionalmente con aquello que fotografía. Pérez Siquier fue uno de los promotores del grupo y revista Alfal (fundada en 1956) que aglutinó ese sector regenerador de la fotografía española entre los cuales podemos citar, además, a Joan Colom, Gabriel Cualladó, Ramón Masats, Oriol Maspons, Ricard Terré, Julio Ubiña, Francesc Catalá Roca y Xavier Miserachs, entre otros.
La exposición sigue un itinerario cronológico de una manera coherente por sus series más emblemáticas y, sin embargo, hay algo que se nos escapa. En Pérez Siquier hay algo de irreductible que no alcanzamos a definir con palabras y que sin embargo intuimos que está latente, como disimulado, en toda su trayectoria. El recorrido por las salas se cierra con la serie titulada Briseña, nombre de una residencia –originalmente una arquitectura popular– que Pérez Siquier posee en el interior de la provincia de Almería, aunque él dice que hasta allí llega la brisa del mar. Esta serie dedicada a la vivienda o, mejor dicho, a los detalles y objetos de la casa, deviene una suerte de fotografía íntima y delicada que contrasta con el resto de la exposición. Acaso se trate de una reflexión de alguien que es consciente de los tramos finales de su trayectoria. Pero, quizá, también haya en esta serie un registro poético-metafísico que está presente en toda su obra, expresada como un bajo continuo.
El color será la gran aportación de Pérez Siquier, figura fundamental de la fotografía documental humanista
La muestra empieza con la serie La Chanca, un barrio almeriense periférico con cuevas por habitáculos poblado por lumpen urbano. Para cualquier reportero fotográfico era un buen tema: pintoresquismo, miseria, exotismo, en definitiva, un gran espectáculo… Y sin embargo en las fotografías de aquel suburbio que Pérez Siquier tomó durante unos diez años, hay ternura, hay sensibilidad, hay estética. Años antes de estas imágenes, en 1943, La Chanca había sido objeto de un reportaje promovido por Falange Española con la intención de concienciar y incentivar un proyecto de renovación de la zona. Entre un reportaje y otro hay una diferencia notable: el de Falange expresa la miseria y la pobreza en estado puro. El de Pérez Siquier resulta más complejo.
Detrás de la serie La Chanca estaba el referente del neorrealismo en las expresiones faciales, la búsqueda de autenticidad, el interés por la vida cotidiana… El neorrealismo se expresaba, a modo de documental, en blanco y negro y Pérez Siquier dio un salto cualitativo cuando introdujo y empezó fotografiar este escenario en color. El espíritu es el mismo, pero los resultados completamente diferentes.
Aunque la trayectoria de Pérez Siquier puede explicarse de diversas maneras, un aspecto fundamental es que a partir de entonces se concentrará en el color y que esta será su gran aportación. Entre otras series, la dedicada a los bañistas –titulada Playa– de las décadas de los años sesenta y setenta es emblemática. Por encargo del Ministerio de Información y Turismo, Pérez Siquier realiza unas campañas fotográficas en el litoral mediterráneo de cara a la promoción turística. Aprovecha entonces para realizar una obra personal: cuerpos y primeros planos sudorosos bajo una luz exultante y un color saturado a punto de explotar. Pérez Siquier puede llegar a lo grotesco, al kitsch… De alguna manera es el reverso de La Chanca porque en estas fotografías –como ha explicado el mismo fotógrafo– hay un dardo de ironía. Efectivamente, el autor ha buscado la falla, pero hace de la tara un espectáculo.
¿Cuál es el hilo conductor de su trayectoria? El catálogo incluye una larga e interesante entrevista del artista con Laura Terrè. Cuando se le pregunta por su primera fotografía, responde “fue cuando salí del vientre de mi madre. Mi primera mirada fue hacia la luz y me dije: ¡Pero si esto del mundo es una maravilla!” Este es el foco que le ha iluminado desde su primera fotografía hasta las últimas series.