Y los veinte poemas finalistas son:

Marta

Maratón de adoquines hacia el horizonte

las farolas juegan al ajedrez

saluda el asfalto al orfeón de nuevas huellas

Faradays

El agua se ha colado por las rendijas.

En la tumba del panadero

un epitafio alimenta su sed.

Ada Peñalver

Ese sendero sólo conduce a un río caudaloso.

Tu afán es esa balsa rendida a la corriente.

Huyes, pero llevas contigo el alma como un remo.

José Becerra Motriz

Graba sus manos en el cuerpo,

espejo laberíntico,

donde solo se reencuentra con la sombra.

Gabriel Hdz

Sostengo la cadena de cristal

que soporta el peso del mundo

mientras me insulta el espejo.

Pepepón

Vuelve, ya no soy el hambre de locura

que besaba las huellas del tacón de tus zapatos

vuelve a recoger los restos del festín.

Lagarto

Vuelo por encima de mis ruinas

ardo en la hoguera de tus miedos

miento a la muerte si me busca.

Susana Bellido

Esquejes de nube

trigal de mimbre

teje la araña en el mar.

Natalio Linaceros

Disparas a matar y es tu palabra el plomo.

Títere sin cabeza, me sostengo en el vuelo

con la rara pericia de mis plumas cordiales.

Eliseo

Se parece a un destartalado cuenco

bajo la lluvia; pero un gesto mío

lo vuelve copia de un cristal dormido.

Henry

He robado esa foto del silencio

donde los caminos cierran sus bocas

y los cedros se inclinan ante mí.

Fortuna

Mientras las águilas esperan sentadas

su pico gime el asombro del ciempiés.

Los dioses no mueren de noche.

Mari Carmen Pavón

Siento

la fragilidad de la libélula

aleteando sobre la verde laguna

Bradomín

La insolencia azul del humo negro

tizna mis pies descalzos

sobre las brasas de un mar de cenizas.

Laoconte

Soñábamos lo que nos bebíamos

con el ímpetu combativo y nocturno

mientras nuestros dientes brillaban de neón

María José Viz Blanco

El autor sintió un escalofrío

cuando descubrió al personaje despreciado

manejando los hilos de la trama.

Carlos Rutilo

Soy como un canario de ecos

que no se doblega en la noche

y alzo las alas antes de rozar el vacío.

Briseida Colomé

Me arranqué la luz para disolverme en la noche

y triunfar sobre el ácido del fuego

que marchita las agujas de mis ojos hambrientos.

Drago

Salta del alto acantilado

el ángel de la autoestima.

¿Qué hacer con el albornoz blanco?

Juanjo Maíllo

Valió la pena el caminar sereno

hacia el jardín lejano de la infancia

y hallar un pedestal que no fuera de barro

Tema de la semana que viene: “La ventana indiscreta”.