Gran parte de las convenciones, tanto formales como literarias, saltan por los aires en las novelas del coruñés Celso Castro, que, por no tener, no tiene ni una única fecha de nacimiento fija: ésta oscila entre 1957 y 1962. Su escritura, siempre un torrencial monólogo interior de corte confesional, carece de mayúsculas, de puntos al final de los párrafos y está salpicada de guiones, singularidades que vienen, afirma de su etapa de joven poeta. “a los 19 años escribí este verso -vivir es estar desnudos- a partir de ahí todo se vuelve coherente, tanto las minúsculas como esa puntuación mínima. en cuanto a la repercusión, escribir en minúsculas es igual que ponerte una diana al pecho y entrar en coto reservado”. Otra herencia del Castro poeta de juventud está, claro, en el estilo, en el pulimiento que se advierte detrás de las palabras y la cadencia de las frases. Además, aporta la exigencia de “ser creativo en cada página, no puedes permitirte escenas de transición, momentos muertos. igual que la poesía no admite versos de relleno”.
En cuanto a la trama, las brujas (Destino) es, como ya ocurría en entre culebras y extraños o en sylvia, el relato del atormentado aprendizaje vital de un adolescente hiperestésico inmerso en una implacable búsqueda de la felicidad, que equilibra realidad y ficción, emoción y frialdad, logrando una voz inconfundible y personalísima que es el claro eje de la novela. Pues el escritor reconoce que no planifica nada a la hora de escribir, sino que sigue la voz del protagonista y teje a su alrededor el relato que va descubriendo a la par que escribiendo. “es un proceso muy íntimo, y, por lo tanto, inexplicable. lo más sorprendente es que el primer párrafo, y en ocasiones, la primera palabra, suele condicionar la narración. me ocurrió en -el afinador de habitaciones- con la palabra gentileza, que resultó ser el tema de la novela”
Pregunta. En las brujas vuelve a narrar desde ese poderosísimo ‘yo’. ¿Qué le interesa de ese tipo de narración introspectiva y qué libertad narrativa le da la primera persona?
Respuesta. me permite escribirlo todo, porque lo admite todo: sueños, confesiones, digresiones, poesía… es un camino hacia el interior, que da un sentido más acabado de la existencia
P. Sus personajes suelen ser adolescentes. ¿por qué darle voz a alguien de esa edad, a esa etapa de libertad donde la vida es una hoja en blanco?
R. es la edad de los grandes ideales, de los sueños, de los proyectos, en la que todo está por hacer o llegar. y al mismo tiempo, es cuando sientes las primeras punzadas de la melancolía. por otra parte, eres muy crítico y muy libre en tu pensamiento
"En literatura detesto sobremanera esa especie de tapiz verbal que se relaciona con la ALTA LITERATURA e impide sentir al narrador"
P. Busca la complicidad con el lector de varias maneras: tono coloquial y de confesión, estilo oral, humor, protagonista sin nombre... ¿Por qué le interesa esa identificación tan plena?
R. porque en literatura hay dos cosas que detesto sobremanera: la proyección social del autor en el texto, y, en consecuencia, en los lectores. y esa especie de tapiz verbal que buscan algunos escritores y suele relacionarse de inmediato con la ALTA LITERATURA, y que en el fondo impide sentir al narrador, sentir su voz
P. Sus libros han tenido paulatinamente mayor reconocimiento y han conquistado sin reservas a la crítica. ¿Ha tenido esto alguna influencia en su escritura, sus ventas...?
R. naturalmente, un mayor reconocimiento y resonancia social influye en las ventas, pero no en mi forma de escribir, ni de reflexionar sobre el mundo. de hecho, el narrador de -las brujas- es quizá el más punzante e inconformista de todos
P. Comenzó su andadura literaria como poeta, ¿cómo se produjo el tránsito hacia la novela?
R. es muy laborioso, porque son tiempos distintos, aunque lo peor es que un poeta no está habituado a ese esfuerzo prolongado de meses o años, a mantener la -línea emocional- de la novela, y es muy fácil que caiga en la fatiga y el desaliento
P. La autoficción es un tipo de escritura que genera enconados debates... ¿Por qué elige ese tono confesional, que puede llevar al lector a confundir escritor y personaje?
R. mis novelas son autobiográficas, aunque algunas no lo parezcan por esos elementos que escapan a la realidad. pero debo decir que a mí no me interesan los hechos, sino la manera en que los vivimos, la intensidad. eso hace que lo autobiográfico en mí sea algo íntimo, y no se corresponda con lo que se acostumbra a entender como autobiográfico
P. En sus últimas novelas siempre hay una disonancia familiar. ¿Por qué pone el foco en esas relaciones y por qué éstas son siempre tan conflictivas?
R. supongo que la forma en que has vivido la familia, marca para siempre tus relaciones futuras. no se puede rehuir ese aprendizaje, para bien o para mal ahí te moldeas
"Todo lo que pensamos, sentimos o deseamos, influye en nuestra vida, pero el realismo ha desterrado todo ese mundo interior como algo insustancial y enfermizo"
P. En las brujas explora el papel de la madre, pero de una madre incapaz de amar a su hijo. ¿Qué consecuencias tiene este tipo de maternidad?
R. el narrador de -las brujas- culpa a su madre de destetarlo y de negarle su pecho y sus caricias y su voz, y de querer más a su hermano precisamente por amamantarlo hasta que ya era muy mayor. ese es el conflicto de la novela, al menos ese es uno de los muchos reproches que le dirige. pero no hay por qué creer todo lo que diga, porque él también crea su vida
P. Un pensamiento insistente del protagonista es el de tener una vida marcada, prefijada. ¿Cree realmente usted en ese determinismo?
R. el narrador sí lo cree, es una forma de explicarse el mundo y su mala disposición hacia él, una forma de acomodarse. en mi opinión, el determinismo existe, aunque no tan exagerado como en zola, porque siempre podemos salirnos del sendero trazado, al menos algunos de nosotros
P. “La vida es lo que ocurre dentro de nosotros”, afirma el protagonista, loco por “sentir lo que sea”. Sus personajes siempre adolecen de una notable incapacidad de adaptarse a la vida real. ¿Qué le interesa explorar con ellos?
R. la realidad es lo que está fuera de nosotros, cómo vivimos esa realidad es lo que conforma nuestra vida. y a mí me interesa precisamente eso -lo que ocurre dentro de nosotros- entender a ese narrador es entenderme a mí mismo. es lo que busco en mi literatura y lo que buscan quienes me leen
P. En ocasiones, su relato parece no tener otra preocupación que la estética: la verosimilitud se pone al servicio de lo poético y surgen situaciones y elementos mágicos o fantásticos. ¿Qué aportan estos fragmentos, muy importantes en las brujas?
R. completar el mundo, la vida del narrador. cuando lees a homero el mundo está vivo, todo interviene en esa vida: dioses, augurios, sueños… porque todo lo que pensamos, sentimos, deseamos, absolutamente todo influye en nuestra vida. el realismo ha desterrado todo ese mundo interior, lo ha considerado algo insustancial y enfermizo, propio de sensibilidades inoperantes
P. Junto al rotundo dramatismo de ciertos pasajes, la novela está cuajada de pinceladas de humor, muchas veces absurdo, amargo y feroz. ¿Qué valor le concede?
R. el humor es esencial, aligera la narración y sirve de contrapunto a la amargura del protagonista y su tendencia a despotricar. también dota a la lectura de ese algo imprevisible, de ese no saber por dónde va a salir el discurso, cuál es su conclusión
"La literatura nos hace ver lo que no vemos, o sea, a nosotros mismos. no se me ocurre nada más civilizado"
P. El libro también habla de la salud mental y su ausencia. ¿Cree que sigue siendo un tabú social y literariamente?
R. no sé qué es la salud mental, imagino que es aquello que nos capacita para cumplir nuestra labor social. además, siempre he mirado con recelo a las personas mentalmente -sanas- en realidad, no las entiendo. no entiendo una mente sin cicatrices
P. Da la sensación de que el narrar/escribir funciona para sus personajes como algo terapéutico y liberador. ¿Es la literatura, escritura y lectura, un modo de vehicular experiencias y frustraciones?
R. hablar siempre es terapéutico, y desde luego, mis narradores no paran de hablar. en consecuencia, mis novelas resultan muy terapéuticas y catárticas para ellos, para mí y para aquellos lectores que se sienten -hurgados- por estos relatos. escribir, leer, es alejarnos de nosotros para vernos mejor, para entendernos, conmovernos, y, en definitiva, apiadarnos
P. Además del evidente valor estético y, quizás de este terapéutico, ¿qué función cree que tiene la literatura? ¿Cumple algún papel o no se debe medir en sentido utilitarista?
R. siempre he pensado que la idea de dios nos hizo humanos, nos hizo hablar y pensar en lo que no vemos, y, por lo tanto, en lo que no es provechoso. muerto dios, y en ese camino interminable hacia lo humano, la literatura también nos hace ver lo que no vemos, o sea, a nosotros mismos. nos -trae- aquí, no nos -distrae- no se me ocurre nada más civilizado