El calor de la noche
Concurso de poesía conducido por Joaquín Pérez Azaústre
3 agosto, 2020 10:46¡Buenos días!
Estuvieron a punto de ganar estos tres poemas:
Vecino
Monte derrochador de nubes:
tú crees que murió el sol
y que mañana se apagarán las grietas.
Resulta interesante el contrapunto entre el elemento paisajístico celeste, ese “Monte derrochador de nubes” y la aparición introspectiva de una apelación directa en el segundo verso. Sin embargo, también las fisuras serán selladas con la oscuridad.
Huracanblue
Desprendiendo el candado de seda
De la mirada inocente nacida del barro
La lluvia nos libera de ser piedra
Imágenes brillantes en cada uno de los versos, con matices bien manejados con ese doblez final “candado / de seda” que enriquece el concepto. Es muy plástica la segunda imagen y, sobre todo el final, guarda dentro de sí la intensidad y la verdad del poema.
Mosca verde
Con humo esculpo
la piel de tu tristeza
éxodo fósil.
Máximo minimalismo para un poema muy conceptual que concentra todo su vigor en la inteligente afirmación inicial, esa escultura que hacemos con lo que no podemos apresar: justo como la vida. A partir de ahí, todo se fosiliza. Evocadora solidez sutil.
Pero el ganador es
Soledad Cortesana
Estaciones ruidosas, estériles llanuras.
Hay una selva aquí, en el vagón. Los simios
cultivan en los túneles las palabras cruzadas.
Imágenes potentes por el panorama visual que nos abre inicialmente. Después, en el segundo verso, se interioriza, con un mundo original, creativo y cautivador que mezcla ámbitos de referencia. La aparición del lenguaje, con ese doble plano de la escritura y la vida en mitad del escenario más extraño y desolador, añade incertidumbre y seducción.
Tema de la semana: “El calor de la noche”. No hace falta imaginarlo, porque lo estamos viviendo. Escribamos sobre este bochorno paulatino, sobre este ardor de lava silenciosa, invisible y plomiza, que de pronto te asalta sobre el sueño y encierra en las llamas interiores del cuerpo. Como siempre, en 3 versos y no más de 140 caracteres, escribamos del calor, corporal y elegíaco, rendido en ese erial de los sueños ahogados.