Cada cierto tiempo, como parte de un compromiso no escrito, hay autores que con una periodicidad desconocida lanzan sus creaciones y nos recuerdan que siguen ahí. De alguna forma esa constancia volátil reconforta, de igual manera que la llamada inesperada de un amigo desencontrado nos alegra la mañana. El noruego afincado en Francia Jason pertenece a este selecto grupo. Autores que siempre vuelven para remarcar que nunca se fueron. ¡Oh, Josefina! es su nuevo cómic donde se identifican, embebidos en los cuatro relatos despachados, los ingredientes que han definido su estilo: línea clara, cuatro viñetas por páginas, personajes antropomórficos, fondos sencillos, primeros planos.
Si bien la parte formal destaca a primera vista y consigue imponer un grafismo con identidad propia, es el desarrollo narrativo el que se ancla en la memoria del lector y confirma con rotundidad la propuesta artística de esta rara avis llamada Jason. Por encima de todo asombran sus castings (si pudieran llamarse así), donde los parsimoniosos protagonistas, casi siempre sumidos en algún conflicto personal, se esfuerzan por vivir, por avanzar pese a las circunstancias mientras atrapan al lector con el magnetismo de sus miradas herméticas y solemnes.
Temas universales se deslizan entre los trazos limpios y los colores, pocos y luminosos. A veces es un amor imposible, o la necesidad de entenderse mejor a uno mismo. Escapadas misteriosas, personajes históricos, duelos y armas de fuego, momentos de soledad, puestas de sol, escenas de alcoba. Nada queda fuera de la cotidianidad austera y mágica de estos relatos peculiares, disfrazados de ingenuidad, que merecen ser recordados y compartidos. Como el amigo que vuelve a nuestra vida tras un tiempo alejado de la rutina.