El 16 de diciembre de 1770 nacía en Bonn Ludwig van Beethoven, titán eterno de la composición musical, que transitó de las fórmulas clasicistas al vanguardismo más innovador. A punto de celebrar el 250 aniversario de esa fecha, nos adentramos en su gigantesca y poliédrica figura. Daniel Barenboim nos recuerda su viaje vital a la raíz de sus partituras. El autor de su monumental biografía, Jan Swafford, nos desvela los recovecos íntimos de su personalidad contradictoria. Ramón Andrés, Cibrán Sierra y Arturo Reverter desgranan, respectivamente, sus tres vertientes creativas: sinfónica, camerística y lírica.
Además, los compositores Tomás Marco, Teresa Catalán, Jesús Rueda, Raquel García-Tomás, José María Sánchez-Verdú y Fabián Panisello reflexionan sobre la influencia que ha tenido en su propia obra y su enorme potencial fagocitador. Álvaro Guibert, por su parte, detalla cómo amplió el campo de los pentagramas, abriendo nuevas vías para la renovación de los cauces establecidos. Victoria Stapells destapa la identidad de la ‘amada inmortal’, a la que aludía ardorosamente en su correspondencia. Abordamos también el uso de su música en el cine y su huella en Alemania y Austria. Para cerrar, Miguel Ángel Marín cuestiona su omnipresencia en los auditorios, dificultando la escucha de autores contemporáneos, arrinconados por su descomunal legado.
Estructura y emoción, por Daniel Barenboim. A diferencia de Mozart, Beethoven no sólo exige capacidad técnica para tocar unas notas difíciles sino una verdadera madurez de pensamiento. Un proceso complicado que dura toda la vida: en mi caso, en lo que respecta a sus sonatas, sesenta años.
"Beethoven es el humanista supremo de los compositores". Autor de una monumental biografía del compositor, Jan Swafford habla del sacrificio extremo que supuso escribirla, de la infinidad de contradicciones de la personalidad de su biografiado y de la potencia intemporal de su legado.
Sinfonías como principio de esperanza, por Ramón Andrés. El pensador disecciona los nueve hitos del ciclo sinfónico del compositor y concluye que su máxima aspiración, plasmada nota tras nota, es salvar a la condición humana e indicarle el camino definitivo hacia la libertad.
En la recámara de Beethoven, por Cibrán Sierra Vázquez. Su legado camerístico es impresionante. En él se desnudó emocional y lingüísticamente, plasmando la constante tensión con editores y mecenas, y haciendo aflorar sus apasionantes contradicciones estéticas.
Fidelio, una utopía liberadora, por Arturo Reverter. Esta fue la única incursión operística del compositor y un modelo de eclecticismo, ya que reúne las tradiciones alemana, francesa e italiana. Una creación por encima de todo política, progresista, de ínfulas libertarias, y, por ello, muy vigente hoy.
La huella del genio en seis partituras. ¿Qué ha enseñado Beethoven a nuestros compositores? ¿Cuál es su legado? ¿Su mejor obra? Tomás Marco, Teresa Catalán, Jesús Rueda, Raquel García-Tomás, José María Sánchez-Verdú y Fabián Panisello escriben sobre su relación con el compositor.
Un siglo (o dos) por delante, por Álvaro Guibert. El compositor, un claro precursor de la modernidad, marcó en el siglo XIX algunos itinerarios sonoros que no se recorrieron hasta el XX, y veremos si en el XXI, porque aún estamos tratando de saber por dónde va nuestro siglo.
Calabazas y amores inmortales, por Victoria Stapells. La relación con el universo femenino fue una fuente de desdichas recurrente en la vida de Beethoven. Repasamos las mujeres que le inspiraron partituras y desvelamos la identidad de la ‘amada inmortal’, a la que remitió apasionadas cartas.
Bonn-Viena, el eje existencial, por Alberto Ojeda. Beethoven amó Bonn, donde forjó su personalidad, a base de dificultades. Pero el triunfo imperecedero se lo brindó Viena, capital de la música entonces, y donde, a su muerte, en 1827, se movilizaron 20.000 personas para glorificarle.
La Novena con la que Kubrick sacudió el cine, por Javier Yuste. Los grandes maestros del cine han utilizado(con mayor o menor tino) las vigorosas composiciones de Beethoven. También ha habido acercamientos a su inmensa figura desde la ficción, pero con escasa fortuna.
¿Queremos más Beethoven?, por Miguel Ángel Marín. Hay un denominador común en las programaciones: Beethoven manda. Es un monopolio que se apuntaló en el siglo XIX y que, inevitablemente, estrecha la diversidad y las oportunidades de la creación contemporánea