Álex de la Iglesia: "El bien necesita del mal para existir"
Ocho horas seguidas de gozo es lo que nos propone en '30 monedas', una serie que estrena HBO en la que da rienda suelta a todas sus fantasías mientras vuelve a plantearnos la eterna batalla entre el bien y el mal
27 noviembre, 2020 18:34Ocho horas seguidas de gozo non stop es lo que nos propone el bilbaíno Álex de la Iglesia (1965) en 30 monedas, una serie que estrena HBO en la que da rienda suelta a todas sus fantasías. En un carrusel imparable de sorpresas y emociones, hay curas, arañas gigantes, diablos (muchos), bebés gigantes, espejos que transportan a otros mundos, niñas que desaparecen sin dejar rastro y regresan como zombis, conspiraciones vaticanas, la guerra siria en Alepo, Nueva York, Jerusalén y París y una pareja romántica como las de antes. Escrita junto a su inseparable colaborador Jorge Guerricaechevarría, Miguel Ángel Silvestre, como Paco, un galán buenazo y un poco tontorrón, en la piel de un alcalde de pueblo segoviano, Pedraza para más señas, y Megan Montaner, como Elena, una mujer más turbulenta de lo que parece, deberán luchar contra el Mal que se abate sobre su pequeño pueblo. El vértice del triángulo lo forma Merche (Macarena Gómez), una mujer ambiciosa que quiere a su marido pero lo trata como un pelele.
El más carismático, sin duda, es el padre Vergara (Eduard Fernández), un cura con un pasado oscuro que no logra superar y es el que lleva una de esas “30 monedas” que cobró Judas por traicionar a Cristo al “culo del mundo” generando el caos. Veinticinco años después de El día de la bestia, De la Iglesia vuelve a plantearnos la eterna batalla entre el bien y el mal aunque esta vez más grande, mucho más grande. Eso sí, todo comienza con un bebé que sale de una vaca, literalmente.
Pregunta. En la serie el Mal se encarna siempre en discursos populistas llenos de odio. ¿Quería hacer una crítica sobre el ascenso de la ultraderecha?
Respuesta. No voy a afirmar ni a negar nada. Me alegra que tengas esa visión, puede haber otras, también es una serie de aventuras y una película de terror. Y es una sátira de la vida social española. Sí que es cierto hay un interés en contar cómo son las cosas de cerca con personajes muy cercanos al espectador. Vemos a ese guardia civil honesto capaz de echar un cable a un amigo pero van y lo pillan. El político es un pobre hombre dominado por su mujer, alguien muy ambicioso, la típica trepa, pero que también es honesta y trabaja un huevo. Le molesta que su marido pierda el tiempo por las noches pero está muy ocupado luchando contra el Anticristo. Y luego la veterinaria está buena y eso genera un estrés que también es muy católico mientras tienen unas ganas locas de resolver un misterio.
P. La idea del bien y del mal es el tema recurrente de la serie, ¿se ha vuelto maniqueísta?
R. Todo lo contrario, el padre Vergara (Fernández) se da cuenta en el transcurso de los años de que lo que pensaba que son el bien y el mal no son lo que él creía. Ha vivido en un engaño con porciones de verdad. Llega un momento en el que no tiene las cosas claras. ¿Quién está realmente implicado? Cuando decide enfrentarse directamente al mal, su amigo le deja abandonado. Después descubre que el propio Vaticano está implicado, podría ser que incluso el propio Papa. En el tercer capítulo se establece el dilema, si Judas no traiciona a Cristo no habría ocurrido la crucifixión y hubiera traicionado el plan divino.
P. En un momento dado casi parece dar una explicación “narrativa” del dilema entre el bien y el mal. ¿Si no existiera el mal tampoco habría películas ni novelas?
R. Hay esta visión de la realidad como una obra de teatro. Un escritor que es al mismo tiempo todos los personajes, si interpretas un papel formas parte de él. Por tanto, los personajes que son negativos o caóticos forman parte del plan. Para que funcione El señor de los anillos necesitamos a Sauron y, por tanto, no puedes decir que Sauron es malo. ¿Cómo se come eso cuando has dicho cinco minutos antes en el sermón que el bien es el bien y el mal es el mal? El bien necesita del mal para existir.
P. En ese pueblo medieval de Pedraza el final tiene un aire a leyenda antigua con esa “bella durmiente”. ¿Fue una inspiración?
R. No especialmente. Lo que yo veía es esa sensación de que "ahora que he conseguido a la mujer que quiero, la destruyo". El tipo lleva toda la serie deseando estar con Elena pero no consigue deshacerse del pasado. No consigue olvidar a su ex y por eso destruye a la nueva. Se da cuenta de su tremendo error pero por culpa de la presencia de su ex vuelve a equivocarse. Es una pesadilla recurrente que tenemos todos los separados.
P. Hay algo que recuerda a El código Da Vinci con esos misterios de la Biblia que se desvelan e influyen en el presente. ¿Cree que la Historia está llena de grandes misterios?
R. Absolutamente. La Historia está manipulada, no porque haya alguien que la haya manipulado, la misma historia es el discurso de los ganadores. De ahí a que todo sea falso es absurdo, pero tampoco todo es verdadero. Si no somos capaces de saber qué pasó exactamente en la muerte de Unamuno, ¿cómo podemos saber cómo fue la muerte de Cristo? Quizá no existió. Los manuscritos del Mar Muerto se encuentran en los años 50 y no se hacen públicos hasta finales de los 90. En ellos se habla de la tribu de los esenios que como sabemos todos, tenían un maestro de justicia que decía lo que era el bien y el mal. Los esenios celebraban la eucaristía y eso pasó cuatrocientos años antes de Cristo. ¿Podemos decir que Cristo es una leyenda, una invención, o que ha habido varios cristos? Descubrir eso es verdadera religión porque es historia de la religión. Fe es dudar de la fe.
P. Ese personaje de Miguel Ángel Silvestre recuerda a los galanes de los 50 como Gary Cooper o el primer Fernán Gómez. ¿Fue su inspiración?
R. Es exactamente eso, ese galán tontorrón, es como un Clark Kent, es más bueno que la hostia y todo el mundo le toma el pelo. Ese momento de la calabaza gigante que el pobre no sabe qué hacer. Para mí ese es el verdadero héroe, el que no controla qué es lo que le pasa en la vida. Siente cierta inquietud, porque viene el Anticristo y él ha quedado. Me encanta ese momento en el que tienen que ir a luchar contra el monstruo y él dice, “no, mañana” porque al día siguiente tiene una reunión en Sepúlveda. Eso siempre pasa con mis personajes pero es que somos así. Ha habido una pandemia enorme con multitud de víctimas y nosotros estamos pensando en nuestras pequeñas cosas y nos irritamos porque no nos llega el paquete de Amazon.
P. ¿Por qué quiso que Pedraza se llame Pedraza y no buscó un nombre ficticio?
R. Porque filmamos la serie en Pedraza y es tan reconocible que para qué vamos a inventarnos un nombre. Es Pedraza y ya está. Los americanos lo hacen todo el rato.
P. Muchas veces parece que lo fantástico actúa como una metáfora del subconsciente de los personajes. ¿Lo ve así?
R. Absolutamente, sí. Se ve con ese fantasma de Giacomo que se le aparece al cura, es su inconsciente que le dice que algo hizo mal y sabe que volverá. Lo único que intenta es enfrentarse a ello, como no es capaz, porque sabe que el culpable es él mismo. Termina derrotado en el balcón como Scotty (James Stewart) en Vértigo (Alfred Hitchcock, 1959), una película a la que hay varias referencias como la escena en el campanario de la iglesia. Yo veo a ese personaje como una mezcla entre Unamuno y Urtain, es un tío honesto pero demasiado inteligente, se ha pasado de listo y no ha querido reconocer cosas para seguir creyendo en la libertad y el hombre. No lo ve claro. Para que las cosas funcionen hay que negar un montón de cosas porque simplemente no funcionan.
P. Una duda breve, ¿en la escena que hablan con el demonio en la nave industrial por qué cambia de manera misteriosa el número de 187 a 188?
R. ¡Eso habrá que esperar a la segunda parte!