Portadas de las ediciones A, G y W

La fiesta de presentación del primer número de la revista Matador reunió en una de las torres Kío a 2.000 personas. Hubo un concierto, una performance, esgrima y exposiciones. Cuatro años después habilitaron tres naves de Matadero (cuando no era el centro cultural que conocemos hoy) y congregaron a 6.000 personas. Por supuesto, una década después la revista era mucho más conocida. Aquel arriesgado proyecto que fundó Alberto Anaut cumple 25 años con su volumen W y para celebrar este aniversario se ha organizado una exposición en PHotoEspaña Gallery que recorre los 25 números y 5.000 páginas que componen la historia de una publicación que llegará a su fin dentro de tres años. 

Matador fue “el sueño de hacer una revista exquisita centrada en los creadores, que son los responsables de los contenidos, y se convirtiera en objeto de colección. Queríamos que fuera construyendo algo, que fuera la revista de una generación, o de varias, y con una perspectiva internacional en un momento en el que la creatividad tenía un peso fuerte”, recuerda Anaut. En el transcurso de estos 25 años por sus páginas han pasado figuras del mundo de la cultura como Yves Saint Laurent, Oliver Stone, Rafael Alberti, Henri Cartier-Bresson, Cees Nooteboom, Enrique Morente, Nobuyoshi Araki, Ramón Masats, Juan María Arzak, Eduardo Chillida o Eduardo Arroyo.

Este anuario “tiene un toque de revista española pero al mismo tiempo se podría haber hecho en Londres”, cree Anaut. En cada número, titulado con las 28 letras del alfabeto, han concentrado a los mejores creadores y pensadores del mundo occidental y oriental en torno a un tema fomentando una “corriente de pensamiento elaborada a través de un producto profundo, bello y de una calidad formal enorme”. La revista, sin duda, es un objeto de arte en sí mismo que cuenta con una edición cuidada y mimada (se imprime con cerca de diez tintas y varios barnices). Es, en palabras de Anaut, lo mínimo que se puede exigir cuando haces un proyecto anual. Además, cada volumen viene acompañado de un Cuaderno de artista, una monografía protagonizada por creadores contemporáneos

25 años, 25 números, una línea coherente

Para el número especial de este aniversario han contado con la participación de artistas como Marina Abramovic, Sebastião Salgado, Zhang Huan, Daido Moriyama, Tacita Dean, Martin Scorsese, Byung Chul-Han, Antonio Lucio, Ferran Adrià, Alberto García-Alix, Javier Marías o Javier Gomá. La altura de los invitados sigue siendo impecable pero, ¿cómo ha evolucionado la publicación desde su volumen A? “Hemos sido muy coherentes, la estructura es la misma. Cada año tiene un diseño, una tipografía y abordamos un tema, pero formalmente la revista es semejante”, admite Anaut. 

Vista de la exposición

Esta W toma muchas cosas de aquella primera edición, como estar íntegramente editada en blanco y negro. Sin embargo, para celebrar su aniversario decidieron prescindir de un tema concreto. “Hemos hecho un número extra con un Cuaderno de artista con Le Grand Verre de terre, un proyecto que Miquel Barceló hizo en 2016 en la Biblioteca Nacional de Francia. Cubrió de barro y dibujó la gigantesca vidriera de 190 metros de largo y seis de altura de la institución”. Aquella instalación del creador mallorquín fue borrada una vez concluyó el proyecto pero todo había quedado documentado y fotografiado. Lo que vemos en este publicación son cerca de 100 páginas que reproducen aquella instalación al completo. Además, “hemos tenido una conversación, que es casi un monólogo, de dos horas con el artista hablando de su trabajo”, apunta Anaut.  

La muestra reúne los 25 números y el cuaderno de Barceló y los despliega en su totalidad en la pared. En otra sala se da cuenta de todo aquello que se ha publicado bajo el nombre de la revista como sus diferentes tipografías o los vinos que anualmente crean (producen 3.000 botellas con bodegueros patrios). “Es muy sencilla pero sustancial. Podemos ver las 5.000 páginas publicadas. El primer año conseguimos 200 socios, otros se han ido incorporando. El volumen A se agotó hace tiempo y muchos socios no lo han visto. Pensamos que un proyecto coleccionista merece una exposición, una ocasión de mirarlo al completo, compararlo y observar cómo ha ido cambiando”, cree Anaut. “Al principio decía que aspiraba a que un coleccionista le dejara sus tierras al hijo que menos quisiera y la colección de Matador al que más”, bromea el fundador y editor de la revista sobre un trabajo que una vez acabe “te cabe en los brazos”. 

Y, después del volumen Z, ¿qué?

“Trabajamos como Simeone, partido a partido”, bromea. Su objetivo se centra en realizar un número anual y, por el momento, no han pensado demasiado en la letra Z. “Necesito descansar y quedarme con la mente en blanco para no contaminar el siguiente”. Alguna idea sobrevuela la mente del equipo para cerrar un proyecto que nació con fecha de finalización aunque, por el momento, no sabe cuánto podrá dar de sí. Una vez se llegue al final del abecedario español, que será en 2023, Anaut espera sentir la satisfacción de haber podido cumplir con la idea original. Por el momento, muchos le han pedido o propuesto que ensanche el proyecto siguiendo, por ejemplo, el patrón de las sillas de la RAE: que vuelva al inicio con la ‘a’ minúscula. No obstante, Anaut considera que tiene que ser fiel a aquella primera premisa. Aunque, advierte, sí le gustaría que “Matador tuviera un hijo o un hermano y ya que tenemos suscriptores, podríamos mantener el grupo y hacer algo con esos lectores”. 

@scamarzana