Y los veinte poemas finalistas son:

Pájaro azul

En la llanura

hay cristales y flores,

coronas de espigas que presienten el miedo.

Natalio Linaceros

La muralla interior tiene oscuras ventanas.

Es apenas la nuez donde tiembla la noche

como en esa membrana que has cosido a tus labios.

Frida Roffe

Cubre de espejos todas las paredes

así sólo ve su rostro

y su lenguaje.

PCG

La argamasa de mi muro

tus desconfianzas

y tu risa oxidada.

Caníbal

Detesto mi muralla esquizofrénica

collage de pedacitos de histerias

donde me ahogo en mi propia bilis.

María José Viz Blanco

Dimensión desconocida

de imágenes punzantes y feroces

que el pájaro percibe en su vuelo circular.

Selene

Me escondo de las estrellas

en la hora de plomo detenida

se desintegran las murallas de mi nombre.

Kamikaze

Murallas de líquenes desterrados

alambradas sin raíces de mandrágora

mis neuronas atan la libertad.

Edus

Al otro lado de la alambrada

pisarás la arena sin pincharte

jugando con los niños más traviesos.

Ana Marìa

Se resquebraja la muralla. / En la baranda se confunden los paraguas. / Vigilante, el zumbido entreabre las puertas.

Marta

Cuando las piedras arranquen mis entrañas

y las fieras dibujen guijarros en las sombras

las horas alzarán nuevas murallas

Medea

Me tiendo en la oquedad

desnuda bajo la pesadez de las rocas

cargo con todo el miedo terrenal.

Eliseo

Por dentro soy como un panal rezagado,

en cuyos muros sonámbulos

se van quedando con las grietas del silencio.

Susana Bellido

Vaga el musgo sediento

en las pupilas de una antorcha

donde parpadean los recuerdos.

Mari Carmen Pavón

Un avispero se instala entre los muros.

Ingenuamente,

me cubro con un manto de lavanda.

Pilar Alejos

Con la fragilidad de palabras nube

construye su muralla de puntos suspensivos.

En su intimidad, no hay cenizas ni gigantes.

Robert Wyatt

La erosión de la corteza muestra la levedad de la piel

Por la fractura del caparazón se adivinan

Las ruinas de la fortaleza.

Gambela

Mi sangre es cristal ahumado

para esquivar el giro del tiovivo

que empujan las estatuas de sal.

Laoconte

El verdín humedece las articulaciones

que rechinan entre esquinas desorientadas

por las que vaga los huesos de una sombra.

Hellen R.

Siembro una palabra cuyas raíces,

sedientas de miedo,

desgarra la piel con sus espinas.

Tema de la semana que viene: “Regresos imposibles”.