Amazon Prime Video estrena hoy Parot (Pilar Nadal, Luis Murillo, Luis Murillo Arias y Alfonso Laporta, 2021), una coproducción que también cuenta con la participación de TVE, y que parte de un hecho real —la derogación de una ley que supuso la puesta en libertad de presos peligrosos (terroristas, asesinos, violadores)— para plantear, en clave de thriller, un debate en torno a la ley y la justicia. Este híbrido entre whodunit y retrato de un depredador sexual propone un duelo dramático e interpretativo entre Adriana Ugarte —que da vida a Isabel Mora, una inspectora de policía con un pasado traumático y una familia desestructurada— y un Iván Massagué que se pone en la piel de Haro, un aristócrata liberado del presidio tras cumplir condena por varios delitos de violación. Detrás de ese tête à tête actoral está Pilar Nadal, responsable de éxitos televisivos como Periodistas o Águila Roja, que fue la última en sumarse a un proyecto que llevaba ocho años gestándose y que ahora ve la luz.

Pregunta. Sorprende que una serie cuyo punto de partida se basa en una sentencia de 2013 se concrete ahora, cuando las consecuencias de aquello han sido olvidadas por una gran mayoría. ¿Cómo fue el desarrollo del proyecto?

Respuesta. En realidad, los creadores de la serie somos cuatro. Yo soy la última en incorporarme al proyecto, hace un año y medio, que es cuando se decide cambiar el desarrollo y se le da luz verde. Nada más llegar, les pregunté a Luis Murillo y a Luis Murillo Arias de dónde surgía la idea de crear una ficción a partir de la sentencia. Lo que me contaron fue que, en 2013, cuando el Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo derogó la doctrina Parot se les ocurrió hacer un largometraje sobre ello. Aquel proyecto ya tenía esa parte de thriller en la que los excarcelados empiezan a ser asesinados, pero carecía de esa segunda gran trama que hemos añadido en la serie. Aquel primer borrador, aquella sinopsis, se movió por distintas productoras, pero no cuajó y ahora, ocho años después, ha visto la luz en otro formato. En ese tiempo ha habido muchas modificaciones, como por ejemplo la incorporación de Alfonso Laporta, que hizo un nuevo desarrollo. Yo me incorporé a la productora (Onza Entertainment) para llevar a cabo un proyecto personal, pero me pidieron que apoyara este para ver si, finalmente, podía sacarse adelante, cosa que no me importó. Es cierto que, en aquel momento, Amazon ya había demostrado cierto interés en la serie, sobre todo por el tema que tocaba. Después mantuve una reunión con Fernando López Puig (TVE) que nos indicó qué era lo que le gustaba y lo que no, y qué esperaban de la serie. A partir de ese instante se hace un mapa de tramas completamente nuevo.

Pilar Nadal

Pregunta. Parot mezcla dos grandes motivos propios del thriller; por un lado, la investigación que trata de averiguar quién está asesinando a todos los excarcelados y, por otro, la historia del depredador sexual que busca venganza. ¿Cómo se combinan esas dos tramas que, normalmente, suelen ocupar una serie entera? 

Respuesta. Vertebrar todo eso a la hora de escribir supuso todo un reto. Es cierto que podíamos habernos quedado solo con una parte, pero lo que le daba enjundia a la historia era buscar la manera de conjugar esas dos vías. Además, nos parecía irrenunciable el duelo entre Isabel y su némesis, Haro, alguien que la victimizó de una manera brutal y que sale de la cárcel pensando que no tiene ninguna culpa, dispuesto a vengarse de ella. Para cuadrar todo eso hubo que diseñar un arco narrativo muy amplio, de hecho, tuve que escribir una especie de pequeña novela de unas 50 páginas antes de sentarme con el equipo y ver de qué iba cada episodio. Se me hizo necesario escribirla porque hay una mezcla de componentes muy variados en la historia, desde el debate que la serie lanza al partir de un hecho real, hasta los problemas que plantea en tanto thriller, pero sin perder nunca de vista la controversia que causó en nuestra sociedad aquella sentencia de 2013. 

Pregunta. La serie, a través de sus personajes, pone de manifiesto las distintas reacciones que hubo con respecto a aquel fallo. ¿Por qué preferisteis no decantaros por ninguna opción?

Respuesta. Nosotros proponemos una reflexión sobre lo que sucedió. Si me preguntasen a mí, yo respondería que creo en nuestro sistema democrático y en el sistema judicial y en las herramientas que tenemos para luchar contra lo que nos parece injusto. La serie en ningún momento lanza el mensaje de que debemos tomarnos la justicia por nuestra mano, pero era inevitable que intentáramos retratar ese clima posterior a la sentencia, lleno de movilizaciones y de manifestaciones de esa gente que rechazaba de pleno el veredicto. Nuestra labor, y eso es algo que siempre tuvimos muy presente, consistía en no tomar partido, en exponer los diferentes puntos de vista. Hay algunos personajes que toman una determinada postura con respecto a lo que sucede y otros que dudan, una duda que también teníamos los miembros del equipo, porque ¿qué haríamos si algo así le pasara a nuestra hija o a nuestro hermano? Por eso era importante no perder la objetividad y plantear esas reflexiones a través de los personajes. Sucede incluso con los criminales: tenemos dos y los dos son muy diferentes. Tenemos a Plaza (Michel Brown), que está totalmente arrepentido de lo que hizo, y a Haro, sobre el que no planea ni la más mínima sombra de culpa. Se trataba de abordar esas dos visiones, la del hombre torturado por sus propios crímenes y la del tipo sin remordimientos. 

»Sí me gustaría señalar que creo que es muy importante crear historias, independientemente de cómo las abordes luego, sobre momentos clave de la historia de tu país sin necesidad de irnos al pasado remoto —y ojo, que a mí las series históricas me encantan— porque lo de la doctrina Parot sucedió en 2013 y hay gente joven que ni siquiera sabe lo que es ni lo que significó su anulación. Creo que esto siempre es enriquecedor. Otra cosa es la vía que utilices para contarlo, que en este caso es un thriller que busca ser entretenido.

Pregunta. Al hilo de esto, existe una tendencia en la ficción televisiva española contemporánea a dedicar series a personajes que quizá sean interesantes pero que son tangenciales en relación con los grandes acontecimientos de la historia reciente de nuestro país (Jesús Gil, Veneno, García y De la Morena). Sin embargo, y ciñéndonos a una aproximación temática, ha habido que esperar mucho tiempo para ver algo como Patria (Aitor Gabilondo, 2020). ¿A qué crees que se debe?

Respuesta. ¿Sabes qué creo? Que a veces hay mucho miedo. Es verdad que quizá en muchas ocasiones seamos los mismos creadores los que tengamos reparos a la hora de desarrollar según qué proyectos porque pensamos que no nos los va a comprar nadie. Por eso creo que hay que poner en valor el riesgo que supone que TVE y Amazon hayan apostado por este tipo de series que pueden prestarse a la polémica, pero cuya aportación me parece necesaria. Es más fácil no caer en polémicas haciendo una serie sobre Felipe IV que haciendo Patria, pero tenemos que hablar de estas cosas, son series hipernecesarias. Además, lo hacemos a través de unos personajes y de unas emociones, luego el espectador ya decidirá qué opina.

Pregunta. Regresemos a Parot. ¿No os pareció muy arriesgado darle tantos minutos a un personaje tan problemático como Haro?

Respuesta. Es un caso interesante. La propia gente del equipo, mientras rodábamos e iba viendo secuencias, terminó diciendo “me está empezando a gustar este tío”. Al final, los mejores malos son los que generan cierta atracción, pienso por ejemplo en Dexter. Todo eso es porque a los seres humanos, y esto nos lo deberíamos hacer mirar, nos fascina el mal, por lo menos en ficción. No se trata, ni mucho menos, de que termines dándole la razón a un tipo como él, pero sí debe resultarte fascinante, si no, no te interesa seguir su historia.

Iván Massagué en 'Parot'

Pregunta. Para que eso suceda la interpretación de Iván Massagué es clave. ¿Por qué él?

Respuesta. Era el único que podía hacer este personaje. Antes que nada, tengo que decir que he tenido una suerte tremenda con el casting, porque todos los actores que yo quería se han metido en el proyecto. Pero volvamos a Iván (Massagué). Cuando propuse su nombre hubo gente que mostró sus reticencias porque es un actor que casi siempre ha hecho comedia, si bien es verdad que venía de hacer El hoyo (Galder Gaztelu-Urrutia, 2019) en la que estaba magnífico. Les dije que, para mí, tiene un porte aristocrático que era difícil de encontrar en otro actor. Y necesitábamos a alguien así, porque la gente que comete este tipo de delitos no siempre forma parte del mismo estrato social. Más allá de eso, solo hay que ver cómo ha defendido el personaje, es un tipo de papel que él tenía muchas ganas de hacer, y así me lo ha hecho saber, diferente a todo lo que había hecho hasta ahora. 

Pregunta. A la hora de diseñar el personaje, ¿teníais a alguien en mente?

Respuesta. Quería que tuviera la elegancia de Jeremy Irons en la época en la que hizo Lolita (Adrian Lyne, 1997). No quería reproducir la típica imagen del violador al que ves y te cambias de acera, tenía que ser alguien inteligente, con el que te irías a cenar, alguien al que no ves venir. Y aunque sean muy diferentes, Iván (Massagué) tiene ese porte que tenía Irons, esa elegancia que da miedo. También teníamos muy claro que tenía que vivir en una mansión romántico-decadente que está en consonancia con ese discurso que él exhibe y en el que demuestra estar por encima de todo, que es alguien que puede hacer lo que quiera porque tiene dinero.

Un momento de 'Parot'

Pregunta. Hay otra decisión de casting arriesgada: que Adriana Ugarte interprete el mismo papel en dos épocas distintas (de adulta y de adolescente). ¿Os planteasteis cambiar de actriz?

Respuesta. Cuando llevas muchos años en esto ya te has matado unas cuantas veces en algunas curvas. Es decir, ya he hecho flashbacks y hemos cambiado de actor o de actriz, tienes al personaje adulto de treinta y algo y buscas a una chica de dieciséis. ¿Qué pasa? Que a los dieciséis ya estás formada, tienes la cara que tienes. Y eso me ha llevado a repetir infinidad de secuencias porque la actriz no se parecía en nada por más castings que hiciéramos, porque la una no llegaba al nivel interpretativo de la otra, porque el espectador se vincula a una actriz y cuando se la cambias eso se rompe… Como todo esto ya me había pasado varias veces, esta vez fui muy cabezona, también porque no estábamos para hacer un casting a 1.500 millones de personas para ver si dábamos con alguien no solo que se parezca a Adriana Ugarte de joven, sino que fuera igual de buena actriz, que esa es otra. Y como Adriana (Ugarte) todavía tiene cara de cría —aunque le hicimos mil pruebas con distintos peinados, etcétera— yo tuve claro que había que hacerlo todo con ella, porque además es muy buena y tenía claro que lo iba a hacer muy bien. Además, los momentos más dramáticos, más dolorosos que vive el personaje suceden en el pasado, ¿cómo íbamos a cambiar de actriz? Tenía que ser ella. 

Pregunta. ¿Cómo se las arregló para componer un personaje tan roto, tan torturado?

Respuesta. Es la primera vez que trabajo con Adriana (Ugarte) y me da igual que esto suene a peloteo, pero se ha involucrado de una manera tremenda, y supongo que es algo que hace en todos los proyectos en los que participa, pero este personaje le apasionaba. Yo no la conocía y, esta vez, en lugar de quedar con los actores para explicarles el proyecto, decidimos mandarles los tres guiones que teníamos (con Blanca Portillo hicimos lo mismo). Cuando los leyó, llamó inmediatamente al director de casting y dijo: “entro”. 

»En cuanto a su interpretación, pienso en el momento de la violación, que está retratado prácticamente sobre su cara y… No sé cómo se lo preparó, pero es tremendo. Creo que hace un trabajo interpretativo bestial. Es una actriz muy concienzuda, muchísimo, y muy respetuosa con el guion; de hecho, si había algo que no le convencía, y esto ha pasado en muy pocas ocasiones, me escribía o me preguntaba para ver cómo lo podíamos solucionar. En resumen, que tengo muchas ganas de volver a trabajar con ella. 

Pregunta. ¿No cree que las violaciones se están convirtiendo en un motivo recurrente en las series españolas recientes?

Respuesta. No sé en los otros casos, pero en este, para no faltar a la verdad teníamos que hacer que el personaje de Isabel fuera víctima de alguien que hubiera estado en la cárcel por la doctrina Parot y esa gente eran terroristas, asesinos o violadores. Así que, en ese sentido, se trataba de ser realista. Más allá de esto, también nos permitía desarrollar a fondo un personaje como el de la hija, que le da una gran riqueza a la trama que no tendría si, por ejemplo, Isabel fuese víctima del terrorismo. 

Pregunta. Usted ha estado involucrada en grandes éxitos de audiencia emitidos por cadenas generalistas como Periodistas (Daniel Écija, 1998-2002), Un paso adelante (Daniel Écija, Ernesto Pozuelo y Pilar Nadal, 2002-2005) o Águila roja (Daniel Écija, Ernesto Pozuelo, Carmen Ortiz y Pilar Nadal, 2009-2016). ¿Qué ha cambiado con la llegada de plataformas como Amazon?

Respuesta. Tener varios partners hace que el presupuesto sea más holgado, y eso es importante. No estamos en la liga de Estados Unidos y tienes que buscar la mejor manera de contar tu historia con el dinero que tienes, así que poder sumar los esfuerzos de una productora con los de la televisión pública y los de una plataforma te permite contar la historia de una determinada manera que, de no contar con esos recursos, no podrías abordar. Quizá hubiéramos tenido que desarrollar un thriller puramente psicológico, sin tantas escenas de acción… En resumen, creo que para los que escribimos series, que se puedan hacer este tipo de combinaciones empresariales es magnífico, ya no simplemente a nivel de producción, también de difusión. De hecho, saldrá una entrevista en la web de los Globos de Oro sin necesidad de que nosotros la hayamos solicitado, la serie ha salido en Variety… Esto nos da unas posibilidades de expansión que antes no teníamos. Recuerdo lo contentos que nos pusimos cuando en Italia compraron los derechos de Periodistas. Con Un paso adelante ya fue distinto, porque es cierto que hubo muchas ventas internacionales, pero lo de ahora es otra cosa. En realidad, yo estoy conociendo poco a poco lo que supone esta nueva etapa que estamos atravesando y que está muy bien, la verdad, porque hay más trabajo que nunca y permite que las cadenas no tengan que hacer inversiones tan grandes como antes, incluso creo que con estos acuerdos los proyectos salen más rentables. 

@EnricAlbero