¿Qué libro tiene entre manos?
Lo que sueñan los lobos, de Yasmina Khadra (Alianza) y El berrinche político, de Estefanía Molina (Planeta).
¿Qué le hace abandonar la lectura de un libro?
Pocas veces lo hago. Supongo que el aburrimiento o la ausencia de conexión.
¿Con qué personaje le gustaría tomar un café mañana?
Me gustaría irme de carnaval con Ignatius T Reilly, el protagonista de La conjura de los necios.
¿Recuerda el primer libro que leyó?
No. Pero el primer relato que me conmovió fue 'Instrucciones para subir una escalera' de Julio Cortázar. Más tarde me aprendí de memoria las primeras líneas de Cien años de soledad de Gabriel García Márquez.
¿Cuáles son sus hábitos de lectura: es de tableta, de papel, lee por la mañana, por la noche…?
Soy incapaz de concentrarme en la lectura en una tablet. Me cuesta en el ordenador. Me gusta el olor del papel y la textura de las páginas. Leo por la mañana, antes de escribir y por la noche antes de dormir.
Cuéntenos una experiencia cultural que cambió su manera de ver la vida.
La primera vez que entré al Museo del Prado me sobrecogió. Decidí que la pintura era la forma de expresión artística más emocionante. Más tarde descubrí la capacidad de la literatura para estimular universos interiores. Ser capaz de coronar el Everest de mi primera novela fue la experiencia más impactante de todas.
¿Dónde, cómo nace su fascinación por el mal, que protagoniza Agua de luna?
De la curiosidad por entender la condición humana. Supongo que por eso sigo leyendo. Y escribiendo.
¿Qué le ha prestado a su protagonista, Julio Noriega?
Los miedos y las incertidumbres. Aunque bien mirado, quizá más que prestárselas, se las he colocado a él para verlas en perspectiva.
¿Cómo ha evitado que el exceso de información lastrara el ritmo de la novela?
Dosificándolo. Y dejándome llevar por la historia. He conseguido que la ficción me libere del peso de la realidad que cuento a diario.
¿Quiénes son los lobos más peligrosos de la vida política española, los fanáticos, o los emboscados?
Sin duda los emboscados, los disfrazados, los que van de lo que no son, los de la doble cara, los que sonríen y te acuchillan. No soporto a quienes sostienen principios y normas que no se aplican a sí mismos.
¿Qué le presta el periodista al narrador y viceversa?
El periodista le presta el oficio para el relato, la costumbre de contar. El narrador le aporta al periodista la paciencia y el gusto por mimar el lenguaje.
¿Le importa la crítica? ¿Le sirve para algo?
Claro que sí. Es una mirada distante y comprometida de la que siempre aprendes.
¿Entiende, le emociona el arte contemporáneo?
Me despista lo pretencioso, pero acepto y disfruto de todo lo que me conmueve. No soy de escuelas, sino de emociones.
¿De qué artista le gustaría tener una obra en casa?
Kandinsky, Hopper…y, bueno, conseguí hacerme con una lámina de Úrculo que es mi mayor tesoro.
¿Se ha enganchado a alguna serie de televisión?
Me encantó Sky Rojo. Me enganché a Breaking Bad y ahora he disfrutado mucho con Your Honor.
¿Le gusta España? Denos sus razones.
Yo soy de tierra y raíces, de espacio afectivo. Creo en una idea de país vinculado a mi carácter y mi cultura más que a los límites de frontera. Me gusta porque soy de aquí en ese sentido de vínculo natural. Formo parte de lo que es y ha sido España.
Proponga una medida para mejorar nuestra situación cultural.
Comprometer a los partidos políticos en un acuerdo sobre Educación. Introducir en las escuelas la asignatura de Creación con ramas de literatura, pintura o música.