32-Rafael-Herencias-parte-2-16

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El Cultural

Rafael Riqueni: "Me interesa poco el virtuosismo, doy prioridad al alma"

El guitarrista reconoce el legado de maestros como Pepe Habichuela y Manolo Sanlúcar en su último disco, 'Herencia' que brindará al público en el Festival del Cante de las Minas, Flamenco On Fire, Bienal de Málaga...

23 julio, 2021 17:41

En la última y recién publicada obra de Rafael Riqueni (Sevilla, 1962), Herencia (Universal), la música posee un doble fondo, pero si profundizamos aún más aparecen paisajes de dimensiones inesperadas, mientras descubrimos que no debemos analizarla en una sola dirección, sino que, dada su complejidad, nos invita a poner en funcionamiento el saludable y gratificante ejercicio de diversificar nuestra mirada según los variados estratos interpretativos que utilicemos para abordarla.

Y con esa profusión de colores en la guitarra de Riqueni, con esa pluralidad de propuestas y, sobre todo, con la fluida práctica creativa, vamos desgranando el inmenso retablo sonoro a diferentes alturas que es Herencia. En este caso, además, en su discurso se originan incesantes y más o menos veladas alusiones a piezas compuestas e interpretadas por compañeros del oficio, mayores que él, algunos de generaciones anteriores, pero a los que conoció largamente, con los que convivió y compartió noches y escenarios.

De manera que por esa causa, la obra adquiere un inédito alcance, que lleva implícito un riesgo, ya que no se trata de versionar, de imitar o incluso de interpretar, sino que, poniendo en marcha un imparable proceso imaginativo e innovador, toma prestado solo por un momento, un frase, un giro, una breve secuencia, y al hacerlos suyos, Riqueni los transforma y transporta a su propio territorio.

“Manolo Sanlúcar me acogió. Vivía con él y me enseñó la técninca y algo fundamental: la disciplina de la guitarra”

“Yo quería dar las gracias a todos los que nos han dejado un legado impagable con sus músicas y sus técnicas. Herencia es un gesto de gratitud para aquellos de los que hemos aprendido tanto. Estas piezas fueron compuestas pensando en cada uno de los artistas a los que están dedicadas. Por ejemplo, la alegría en la mayor tiene dejes de Pepe Habichuela, en la seguiriya en la por medio aparecen entonaciones de Manolo Sanlúcar. Son pequeños guiños que tomo de sus composiciones y que después desarrollo y llevo a mi terreno. Me baso en las influencias que han ejercido sobre mi música”.

Ni ortodoxia ni heterodoxia

Pero estas influencias no se manifiestan de una manera absolutamente explícita. Se trata efectivamente de guiños, sutiles citas que se transforman en evocaciones. Incluso Riqueni afirma: “Más que un homenaje es un acto de reconocimiento a quienes nos han transmitido tantas músicas, tantos procedimientos para la ejecución, tantas composiciones maravillosas con las que nuestra guitarra ha progresado y se ha perfeccionado, pero que, en último caso, hago mías, recreándolas y pasándolas por el filtro de mi capacidad compositiva”.

Aquí no hay ortodoxia ni heterodoxia, esos manidos e inútiles términos que componen frases hechas, ya superadas, y que con su recurso fácil enturbian cualquier apreciación y limitan la posibilidad de aplicar criterios eficientes. Lo que hay es arte en su máxima manifestación, música inspiradísima, que fluye sin estar supeditada ni a dictámenes canónicos ni a forzadas perturbaciones tonales, de carácter deconstructivo, para intentar instalarse en una supuesta vanguardia.

En 'Herencia' no hay ortodoxia ni heterodoxia, sino arte en su máxima manifestación, música inspiradísima que fluye sin estar supeditada a dictámenes canónicos

Además de los dos señalados anteriormente, Herencia está elaborada a la sombra de los guitarristas Enrique de Melchor, Joaquín Amador, Serranito, Tomatito, Paco de Lucía, del bailaor Mario Maya y del cantaor Enrique Morente, al que Riqueni acompañó en múltiples conciertos y en discos, como Maestros, de 1994, o Pablo de Málaga, de 2008. “Era nuestro ídolo, el cantaor con el que prefería tocar, todos lo admirábamos. Estando a su lado me enriquecía artísticamente y la música surgía por todas partes, inventaba, imaginaba. Además de la amistad, los años que estuvimos juntos fueron inolvidables”.

Vivencias, el camino caligrafiado con porciones de la memoria, el diseño que fue trazándose desde el primer momento y esculpiendo la personalidad de un guitarrista único. De alguna manera, Herencia es su testimonio, el relato de su existencia, el paso de las horas, el sueño convertido en la realidad de otros sueños que se llaman Juegos de niño, de 1986; Flamenco, de 1988, grabado en Alemania en 1987; Mi tiempo, de 1990; Suite Sevilla, junto al guitarrista clásico José María Gallardo del Rey, de 1993; Maestros, con la intervención de Enrique Morente, de 1994; Alcázar de cristal, de 1996; Parque de María Luisa, de 2017.

Parque interior

Riqueni escribe su vida con música, música callada ahora en el recinto apartado donde lo cuidan y donde gracias a la magnificencia de una dama norteamericana, Cristina Heeren, elabora en el silencio de su parque interior el poema grandioso, inacabable que emerge con emocionada fecundidad. Es el refugio, al mismo tiempo que taller y sanatorio, donde brotan los recuerdos para recibir la ofrenda de los maestros. “Además de un grandísimo artista, para mí Manolo Sanlúcar es un hombre que en la soledad y el aislamiento se ha dedicado en cuerpo y alma a la música. Siendo yo muy joven, me acogió en su casa, vivía con él, aprendí la técnica, a profundizar en las estructuras armónicas y rítmicas y, algo fundamental, me enseñó la disciplina de la guitarra”.

“Menos en 'Farruca bachiana', inspirada en mi profunda escucha de Bach, en todas las demás piezas conservo las tonalidades clásicas”

Riqueni, que ofrecerá actuaciones este sábado en la vígesimocuarta edición del Festival Internacional de Guitarra de Petrer (Alicante) y el día 30, junto a Rocío Molina, en el Teatro Cervantes de Málaga, ha querido con Herencia volver a los principios con una actitud contemporánea, o quizás con una posición atemporal, y rescatar de alguna manera las tonalidades tradicionales, aunque a partir de los elementos con los que hoy se expresa. “Menos la Farruca bachiana, que es el resultado de mis largas escuchas de la obra de Johan Sebastian Bach, del que el maestro Paco de Lucía comentaba que era un músico flamenco, en las demás piezas he querido conservar las tonalidades clásicas de cada estilo: la taranta en fa sostenido, la seguiriya y la bulería en la mayor, la soleá en mi menor…”.

Por otro lado, en Herencia se revela una guitarra despojada de cualquier aditamento que perturbe el sonido, en la que, al ser un instrumento sutil y de infinitos matices, estos se manifiestan con limpieza, buscando siempre la expresividad por encima de la ejecución desaforada; el toque profundo, carnoso, de emoción depurada por encima de la celeridad efectista. “Ha cambiado mi punto de vista acerca de la guitarra. Ya me interesa poco el virtuosismo, aunque haya pasajes que son difíciles. Le doy más importancia a las cadencias, a la densidad de una frase. Se van reflejando los años de experiencia, la madurez. Mi música surge naturalmente y simplifico las formas, otorgándole prioridad a lo que llamamos tocar con alma para transmitir verdad”.