Dos activistas de Futuro Vegetal han pegado este sábado sus manos a los marcos de los cuadros de La maja desnuda y de La maja vestida de Francisco de Goya expuestos en el Museo Nacional del Prado en Madrid en señal de protesta por la emergencia climática.
En medio de ambas pinturas han escrito el mensaje "+1,5º" para "alertar sobre la subida de temperatura mundial que provocará un clima inestable y graves consecuencias en todo el planeta".
"No son activistas, son indeseables", ha declarado en Twitter el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, al poco de difundirse la noticia.
Por su parte, el ministro de Cultura, Miquel Iceta, ha declarado su "más absoluto rechazo a un acto vandálico que produce un repudio generalizado. No hay causa que justifique atentar contra el patrimonio de todos".
El Museo del Prado "condena y repudia" el ataque en un escueto comunicado lanzado esta tarde, en el que informa de que "tras una primera inspección, los lienzos de las dos obras atacadas no han sufrido daños, aunque los marcos se han visto dañados, en particular del de la Maja desnuda".
Por el momento, el Prado rehúsa dar explicaciones sobre sus protocolos de seguridad. Sí ha informado, no obstante, de que ya ha eliminado la pintada de la pared y ha reabierto la sala de Goya donde ha ocurrido el suceso.
Según señala Carlos G. Navarro, Técnico de Conservación de Pintura del Siglo XIX del Museo del Prado en su perfil de Twitter, los marcos de 'Las majas' están datados entre 1902 y 1912. "Es de una serie de marcos fernandinos que se instalaron durante la dirección del pintor José Villegas. Posee un significativo valor histórico puesto que se ha integrado en la imagen de las pinturas".
Oleada de 'ecovandalismo'
Esta protesta se suma a la oleada de ataques de activistas climáticos a conocidas obras de arte expuestas en museos que se han dado por todo el mundo en los últimos meses, y con mayor frecuencia desde octubre, siempre sin daños por elegir lienzos protegidos por pantallas de cristal.
Ante la ola de 'ecovandalismo', fuentes del Museo del Prado comunicaron la semana pasada a El Cultural que optaban por la prudencia y no dar publicidad a estos hechos: "Aunque nos mantenemos alerta, en esta ocasión preferimos mantener un perfil bajo y no hacer declaraciones sobre esta cuestión".
Días atrás, su director, Miguel Falomir, reconoció durante la presentación de una exposición que la pinacoteca estaba "ojo avizor" y que había "intenfisicado las labores de vigilancia". A la vista de este ataque, resulta evidente que ese incremento de la seguridad no se ha producido o no ha sido suficiente.
"No sé si vale la pena mucho hablar de esto, porque en el fondo es lo que pretenden, esta publicidad", señaló Falomir, que considera que "hay formas bastante más inteligentes para defender nobles causas; haciendo las cosas de esta manera se consigue justo lo contrario".
En mayo, un visitante del Louvre, disfrazado y en silla de ruedas, arrojó un pastel contra la vitrina de La Gioconda, tras lo cual proclamó consignas ecologistas.
El 10 de octubre, dos personas pegaron su mano sobre la cubierta que protege un cuadro de Pablo Picasso en un museo de Melbourne, en el sureste de Australia, también con la intención de llamar la atención sobre la crisis climática. A sus pies desplegaron una pancarta en la que se leía: "Caos climático = guerra + hambruna".
El 14 de octubre, dos ecologistas que lanzaron sopa de tomate a Los Girasoles de Van Gogh, expuesto en la National Gallery de Londres.
El 23 de octubre, dos simpatizantes del grupo activista por el clima Letzte Generation lanzaron puré de patatas contra un cuadro de Claude Monet, de la serie Les meules (Los almiares), expuesta en el Museo Barberini de Potsdam, cerca de Berlín.
El pasado 27 de octubre, un activista climático pegó su cabeza al cristal que cubre la famosa pintura de Vermeer La joven de la perla, expuesta en la galería Mauritshuis, en La Haya, mientras una segunda persona, que también adhirió su mano al vidrio protector, le lanzaba salsa de tomate por encima de la cabeza. Por esta acción, los activistas han sido condenados a dos meses de prisión.
Y ayer mismo, otros activistas arrojaron puré de verduras sobre El sembrador de Van Gogh en el Palacio Bonaparte de Roma.