Arte

Las otras goteras del Prado

El presente del museo, a debate

20 junio, 1999 02:00

¿Qué pasa en el Museo del Prado? La primera pinacoteca de España no deja de ser fuente de comentarios. Problemas en la restauración de algunas obras, como "El caballero de la mano en el pecho", de El Greco, falta de exposiciones temporales, falta de personal, escasa repercusión del Año Velázquez. Y unas incordiantes goteras que han obligado a contratar los servicios de una comisión que controle todas las obras del Museo. El Prado está en boca de todos. Se habla de falta de claridad; sin embargo, su director, Fernando Checa, confiesa a EL CULTURAL una "absoluta transparencia en el Museo". Sin embargo, no todas las opiniones son tan optimistas.

Para Fernando Checa, director del Museo del Prado, no hay duda: 1999 está siendo un buen año. Un buen año a pesar de todo lo que se dice, de todo lo que se habla sobre la pinacoteca. Un año que es el más importante en estos casi tres que lleva al frente del museo. Se han inaugurado las salas de Goya, se ha culminado (ya se lleva hecho un noventa por ciento) prácticamente el plan museográfico y el mes que viene se abren las salas de Velázquez. Una inauguración que en ningún caso, dice el director de la pinacoteca, se podría haber hecho antes. Rafael Moneo también entregará este año el proyecto y las obras darán comienzo el año que viene. "Fíjese lo mal que empezó el asunto de la ampliación del museo y cómo se ha ido encauzando. Yo creo que este año es efectivamente bueno", dice Checa.

El poder de la comisión
En teoría, las decisiones que atañen al Prado las toma la comisión permanente, que se reúne en el Museo cada quince días. Además del director de la pinacoteca, forman parte de ella José Antonio Fernández Ordóñez, como presidente, y José Manuel Pita Andrade, Rodrigo Uría, Milagros Arroyo (gerente) José Milicua, Julio López Hernández y Alfredo Pérez de Armiñán. En realidad, quien ostenta el bastón de mando es Fernández Ordoñez que, en esta ocasión, ha preferido no contestar a las preguntas de El Cultural. Se da la circunstancia, además de que Fernández Ordóñez ha roto el diálogo con el secretario de Estado de Cultura Miguel ángel Cortés, razón ésta que explica parte de los silencios y las incertidumbres que se enseñorean del Prado.
El ex director del Museo, Alfonso E. Pérez Sánchez conoce profundamente El Prado. Por dentro y por fuera; es decir, sus salas, sus pinturas y sus sótanos de guerras intestinas y zancadillas. El asunto viene de lejos. Pérez Sánchez tiene la opinión de que, al haberle dado a la comisión permanente un carácter de comisión ejecutiva, el resto de los miembros del Patronato no cumple apenas ninguna función. "El único papel, dice, es ratificar las decisiones de la permanente".
Julio López Hernández está un poco perplejo ante la dimensión que ha tomado la última gotera del Museo. "Hay un interés enorme por querer ver el peligro donde no lo hay, aunque desde luego, lo mejor es que no haya goteras. Las cubiertas son como una escultura de Susana Solano, perfectamente remachadas. Yo no creo que sea para tanto", comenta. Una obra casi escultórica en la que ya se han invertido 3.000 millones de pesetas (el presupuesto para la ampliación del Prado se sitúa entre los cuatro y cinco mil millones) y en la que, sin embargo, hace unas semanas que se han producido filtraciones de agua por causa de un fuerte aguacero. Lo curioso es que, aún sin saberse las causas exactas de la gotera, se simuló una tormenta como la caída el día de la filtración y no se recogió ni una gota de agua. Ni una sola gota. No obstante, el tema de las goteras viene de atrás. Recordemos aquellas imágenes, cuando al frente del Prado estaba Felipe Garín, de las salas de Velázquez con cubos de agua. Aquellas goteras le costaron la dirección del Museo. Alfonso Pérez Sánchez es tajante cuando se le pregunta sobre las obras de las cubiertas: "Lo de las cubiertas es vergonzoso e inexplicable. Yo siempre pensé, dice Pérez Sánchez, que el Prado no tenía que empezar las obras por el tejado. Que así se retrasaría toda la planificación y, desde luego, creo que se ha abordado esa obra con un tono excesivo. No parece ni me ha parecido nunca una solución adecuada. El perfil del edificio de Villanueva ya no se va a poder recuperar, pues al unificar el sistema de cubiertas con las ampliaciones se ha perdido un aspecto importante de la historia del monumento, que atestiguaba en sus cubiertas las distintas fases de ampliación con sus distintos criterios y técnicas".

Estado permanente de obras
Lo cierto es que a partir de ahora el Prado va a vivir en estado permanente de obras. A la de las cubiertas se sumarán en los próximos años, las del Claustro de los Jerónimos, el Casón y el Museo del Ejército, asunto aún sin resolver y que según Checa "ni está parado ni se está ralentizando. Es más, en el último pleno se aprobaron las líneas generales del Plan Museográfico del Museo del Ejército. Con respecto a las obras influye notablemente el proyecto de Toledo. Las obras tienen que terminarse, aunque se prolongarán durante cuatro o cinco años aún".
No es unánime la opinión: Pérez Sánchez, que considera que es un edificio adecuado, teme, sin embargo, que sea una caja de sorpresas. "El Museo del Ejército es un edificio de madera y tapial. Es decir, un edificio frágil que, en cuanto se le quiera poner en condiciones de seguridad, electrificación y climatización, pueda deshacerse entre los dedos como un terrón de azúcar. Yo temo que se empiece a tragar el presupuesto como ha ocurrido con el Teatro Real".
Rodrigo Uría, miembro de la comisión permanente del Museo de El Prado, considera que, mal que bien, el plan museográfico creado por Fernando Checa se va cumpliendo. "Las nuevas salas de Goya han quedado bien. La colección se está reorganizando y haciendo más didáctica, Velázquez está reunido y a mi juicio, mejor que antes y se siguen preparando exposiciones temporales. Ahora bien, dice Uría, posiblemente falte gestión y señalización en el museo". Respecto a las obras y las dichosas goteras, Uría opina lo que cualquier persona sensata puede opinar: que después de tres mil millones de pesetas invertidas en unas cubiertas no tiene explicación que al primer aguacero se haya filtrado el agua por las salas. "Es lamentable", señala. Y añade: Hay que tener en cuenta que las obras que el Museo del Prado tiene por delante las controla el Ministerio de Cultura, y no el director del Museo ni del Patronato. El Prado no tiene nada que decir; es como una direccion general más del Ministerio, sin autonomía presupuestaria, lo que genera multitud de contratiempos e incertidumbres. Sin embargo, el director del Prado no comparte esta opinión. Para Checa no hay un peso específico del Ministerio en el Museo ni una presión política. "Lo que no puede hacerse -matiza- es confundir el apoyo político con la intromisión política y con la injerencia. En el apoyo del Presidente del Gobierno (sus visitas, su presencia en las inauguraciones...) no hay que ver nada más que un apoyo, una confianza y un respaldo. El Ministerio de Cultura está representado en la Comisión permanente, pero todos sus miembros actúan en libertad total, tienen su opinión".

Las salas de Goya
Goya y Velázquez han sido ejes vertebrales de este año ya mediado. Goya está instalado y a Velázquez le queda muy poco tiempo. Pérez Sánchez tiene una opinión tajante sobre la ordenación del pintor de Fuendetodos: "Las salas de las Tapices me parecen bien. Las Pinturas Negras, mal, pero me han dicho que son provisionales, y las de Velázquez, un error. Es un error, a mi juicio, agrupar la pintura veneciana con los primitivos flamencos. Tiziano estaba mejor junto a Velázquez, porque Velázquez se tiene que entender desde Tiziano y no desde los pintores menores flamencos, por muy contemporáneos suyos que sean y por los que a partir de ahora está flanqueado. En resumidas cuentas, la ordenación que se ha hecho ha tenido criterios cronológicos, y yo prefiero que manden los criterios estilísticos, como ocurría antes".
El ex director del museo de El Prado estima que dentro del museo hay hoy personas muy valiosas capaces de asumir responsabilidades y con las que no se cuenta para nada. "Algo no va, eso está claro, tal vez porque en el Museo se han introducido personas que no tienen experiencia alguna de lo que es la vida y la navegación por un museo. No es lo mismo la labor de gabinete, de erudición, de lectura y elaboración teórica que el conocimiento práctico que se precisa para regir la vida que un museo de las proporciones de El Prado reclama".

Restauración polémica
Hace meses que la polémica tizna la labor de restauración de algunos de los más importantes cuadros de El Prado. Sobre el profesor Rafael Alonso, autor de la restauración de "El caballero de la mano en el pecho", de El Greco, se han vertido durísimos juicios críticos y apasionadas defensas de su labor. A la discusión se han sumado en estas mismas páginas de El Cultural y en otros medios, cualificados expertos que, en líneas generales, avalan lo realizado. Pérez Sánchez lo tiene clarísimo: "A mi juicio, la única cuestión que podría plantearse es que el restaurador no se haya visto asistido, durante su intervención, por otras instancias del Museo. Junto al profesor Alonso no hubo en ningún momento nadie del taller de restauración ni persona alguna para compartir la responsabilidad tran grande de restirar un cuadro de la importancia del de El Greco. Aunque, a mi juicio, ha habido fortuna y se han hecho las cosas bien, nunca debió ser una decisión personal, como fue.
Miguel ángel Cortés, secretario de Estado de Cultura, manifestó hace unas semanas el mismo parecer. Cortés señaló la necesidad de acometer la restauración del cuadro y no vaciló en afirmar que "la restauración se tenía que haber realizado con el apoyo y el consenso de más expertos".
Durante estos seis meses de 1999 no han cesado de trascender asuntos puntuales que tienden a deslucir la imagen del Prado. Checa entra al trapo rápidamente: "Yo no creo que un centro de estas características tenga que ser una balsa de aceite, comenta. A mí, aunque así fuera, que no lo es, no me gustaría. El Museo del Prado está vivo y como ser vivo tiene que tener problemas. Los problemas y los incidentes que saltan a los medios de comunicación la mayoría de las veces son provocados artificialmente dentro de la normal y ordinaria existencia del Museo. Para lo único que sirven es para afectar a la buena marcha del Prado y para distraer la atención".
Una de las críticas más frecuentes se centra en la falta de transparencia (señalada también por el Gobierno), en la escasa comunicación que hay en el Prado. Checa tiene un criterio firme: "El Museo del Prado es todo lo transparente que debe de ser un museo. Se ha hablado de falta de transparencia sobre el tema de los talleres de restauración y no es así. Toda aquella persona que quiere acercarse al Museo y pide permiso para visitar los talleres de restauración puede hacerlo. Nunca se ha prohibido la entrada al taller de restauración ni a ninguna otra dependencia del Prado. Es más, los conservadores del Museo pueden publicar sus artículos y sus trabajos científicos sobre el tema que deseen en el medio de comunicación que quieran. Hay una política de transparencia total en el Museo. Yo nunca he prohibido a nadie del Museo hablar".

Todo previsto
Hablar, se ha hablado mucho del "Año Velázquez". 1999. Cuatro- cientos aniversario del nacimiento de Diego Velázquez, y la primera exposición conmemorativa que albergará la pinacoteca se inaugurará a mediados de diciembre, comisariada por Jonathan Brown. ¿Ha habido falta de previsión? "No, tercia Checa. No ha habido falta de previsión. Llevamos preparando el centenario tres años, así que es imposible que nos pille por sorpresa o que actuemos con precipitación. Tenga en cuenta que la programación que se hace tiene que ver con el estado del Museo y con las obras que se están realizando y ahora mismo estamos inmersos en ellas. Tenga en cuenta también el problema de la falta de espacio para exposiciones temporales. Las salas de Velázquez se están terminando de acondicionar". Unas salas que se tenía previsto inaugurar en junio (mes en que se cumplía el aniversario del pintor), pero que se abrirán finalmente en julio. Junio habría sido demasiado temprano. No daba tiempo. En estos momentos las salas ya están enteladas y las obras se empiezan a colocar.
Para Julio López Hernández, el gran homenaje que se debe tributar a Velázquez es la inauguración de las salas: "Va a ser el remate a este año de conmemoraciones. Se habla demasiado de asuntos colaterales y se resta así protagonismo a quien verdaderamente lo tiene, Velázquez. Nunca habrá techo para hablar de él. Nadie habla, por ejemplo, de las salas de escultura y ahí están. Tampoco de los relieves de mármol en los pasillos de tránsito. Siempre se están haciendo cosas, aunque haya gente a la que no le guste reconocerlo". Al contrario de lo que pudiera parecer, para el director del Museo, la pinacoteca no es el eje de estos fastos velazqueños. Y coincide con López Hernández sobre la importancia de la inauguración de las salas: "En el momento en que se abran el Prado se convertirá en el eje. Lo que importa realmente es que se puedan abrir. No hay ningún museo en el mundo que en dos años haya hecho las obras que ha hecho el Museo del Prado y haya cambiado su colección. Nosotros lo estamos haciendo en dos años. Cualquier otro museo tardaría ocho o diez. Y no es ninguna exageración".

Un robo casi anecdótico
La historia del Prado es, en fin, un suma y sigue que no acaba nunca. El penúltimo suceso que tiene relación con la pinacoteca ha sido un robo en la vivienda del conserje mayor de la pinacoteca ¿Cómo? Escalando por un andamio del recinto. El robo es casi anecdótico (una cartera con 6.000 pesetas, un radiocasete y una bolsa de deporte), pero el hecho no deja de ser preocupante, ya que, aunque el edificio no comunica directamente con el Museo sí forma parte del recinto. Los vigilantes del centro se han puesto en pie de guerra y exigen a la Dirección General de Seguridad del Ministerio de Cultura una reunión urgente para que se garantice que este sector no pueda ser privatizado ni sustituido por guardias jurados.
Dentro del Museo la actividad sigue su curso. El personal asiste atónito a tanto ir y venir. Algunos de los trabajadores de la pinacoteca han hecho constar su malestar y su preocupación ante una situación que ven anómala. Hablan -sin querer dar nombres por temor a un cese fulminante- de silencio, de falta de comunicación y de la paralización de algunas actividades del Museo. Mientras, Fernando Checa concluye con su aportación al Museo: "Mía y de mi equipo, señala rápidamente: Orientar el Museo hacia el futuro de una manera ordenada y lógica. Para terminar hay que haber empezado, en algún momento, quizá tarde, pero haber empezado. Por primera vez las ideas se han concretado, sabemos lo que queremos y lo estamos llevando a cabo". Antes de que el año se acabe, además de la de Velázquez, Fernando Checa tiene prevista la inauguración, en noviembre, de una exposición importante sobre Caravaggio, con alrededor de veinte obras. Una perla para el Museo.