Arte

El segundo sexo

13 febrero, 2000 01:00

Yasumasa Morinura: Autoretrat (Actriz)

Zona F. EACC. Prim, s/n. Castellón. Hasta el 9 de abril

Al hilo del arte conceptual, desde los años 70 el discurso feminista ha ido impregnando las manifestaciones artísticas, hasta acabar tramando un tejido del que se han extraído todo tipo de ocasionales patrones, siguiendo los más atrevidos modelos del pret à porter posmoderno. Ya en los 90 ese tejido ha encontrado aplicaciones artísticas de muy diverso pelaje, en tanto se daba amparo a la deconstrucción de los discursos dominantes.
Sin embargo, lejos de los usos oportunistas y la fortuna de su conveniencia como recurso de moda, el discurso feminista ha ido calando en las prácticas artísticas de numerosos artistas, hasta sacarlo a flote orillando tanto las propuestas más irreverentes como las más conciliadoras. Con el propósito de sondear los vastos océanos de los discursos feministas la pareja de artistas Helena Cabello y Ana Carceller ha echado mano de un notable conjunto de obras de artistas que obran en la problemática del género. Aun cuando el planteamiento de cualquier exposición temática entraña la dificultad de hacer inteligible una tesis a partir de su ilustración con obras de artistas dispares, las comisarias salen airosas con una selección que da respuesta o pone en cuestión estos argumentos.

Lo que en un principio podría apelar a la exclusiva territorialidad de los amantes de la nicotina o de los militantes de la fina repostería del feminismo, no resulta sino un heterogéneo espacio en el que se dan cita visiones creativas diversas, dispuestas a desenredar las ramificaciones del tupido árbol genealógico que enraíza en las teorías feministas. De esta forma el dúo Cabello/Carceller ha sabido desentrañar los secretos de la buena jardinería y dejar ver los cultivos más lustrosos.

En sus interesantes instalaciones Sarah Lucas descara la figura de la mujer con referencias materiales y objetuales de naturaleza diversa, en tanto las irreverencias de Nicole Eisenman pasan por una abigarrada puesta en escena protagonizada por la mujer poderosa. De otro lado, una colorista cortina de pétalos de seda descubre la extraordinaria sutileza de Jim Hodges, mientras los equívocos de Morimura se retratan en un bucle manierista aderezado de buen humor; corrosivo en las ingeniosas maniobras de reciclaje de Jac Leirner. Algo más seria, Marina Núñez presenta sus últimos engendros caracterizados por las figuras pintadas de unos cyborgs que atienden al poder del futuro; incierto en la soledad del día a día que plantea el relato fotográfico Alicia Framis. El encadenamiento de proyecciones de Eija-Liisa Ahtila habla de otro relato, mezcla de voces dominadas por un guión fílmico en el que se enfrentan visiones dispares, tantas como las que mueven las secuencias terroríficas de Jane & Louise Wilson.