Manolo Moldes
Fura Croios, 2001
Hace tres años, al referirnos a la muestra de Manuel Moldes (Pontevedra, 1949) Vieiros de luz, advertíamos cómo el artista gallego resucitaba sus prácticas iniciales de los 70 para retornar a una sinuosidad barroca y gestual; si bien ahora, un cromatismo más ácido que florece a partir de un fondo estriado actúa a modo de metáfora de lo digital. En esta exposición, titulada Links-02, el hilo conceptual continúa siendo el mismo y las obras no semejan haber sufrido cambios formales bruscos. Sin embargo, sí podríamos reseñar dos matices que pueden anunciar otro giro en la trayectoria del artista. Por un lado, la obra Vieiros da terra-ar-auga-lume, que obedece a una abstracción ordenada a partir de la perfección del círculo y que dirige, en un primer momento, nuestra intención de dotarla de significado. Y, por otro, una cierta tendencia a dotar de mayor independencia a algunos de sus trazos, como si entre estos y el más caótico fondo de sus cuadros existiese un cristal que permitiera un respiro ante semejante horror vacui. Y es en esa duda, en esa frontera, donde, en muchos casos, descubrimos al mejor Moldes.