Joana Vasconcelos
Hago con patchwork lo que Richard Serra hace con el hierro
13 noviembre, 2009 01:00Joana Vasconcelos. Foto: Jordi Avella
Joana Vasconcelos es una de las jóvenes representantes de la nueva plástica portuguesa y una de las más reconocidas internacionalmente. Ahora presenta en el mallorquín Es Baluard Jardín del Edén #2, una obra específica para el aljibe del centro que habla de consumo y artificio.
Inspirado en los jardines del Alcázar de Sevilla, "los más bonitos de la Península Ibérica" a decir de la artista, es la segunda versión de la serie que se inauguró en 2007 en The New Art Gallery Walsall de Midlands, Inglaterra, y que llegará en 2010 al Museu Coleçâo Berardo de Lisboa. Continuación natural de obras como Neceser y de otras coloristas intervenciones exteriores, este jardín conceptual tiene aquí "su marco arquitectónico perfecto". Consciente de que "si no fuera por los efectos lumínicos podría ser banal y hasta de mal gusto", Joana Vasconcelos explica: "Cuando vi estas estúpidas flores chinas, me dije ‘con esto vas a hacer poética’".
Pero Vasconcelos, esa provocadora artista que tanto firma mantas de tela que tienen la extensión de un tren como diseña vestidos con tejidos extraídos de vertederos que luego Vogue presenta como moda, ha hecho algo más que crear un espacio para el paseo y la contemplación. No en vano ha acudido al relato bíblico sobre el que se basa la culpa católica para equiparar "la relación mitológica de la prueba y el sentido cristiano del camino y el encuentro de la luz", con una obra de significados cercanos al sincretismo cultural de las sociedades actuales. "Yo, que he estudiado kárate durante veinte años -comenta-, puedo comprender el sentido de lo oriental y que, aunque no voy a misa, pertenezco a una determinada tradición. El multiculturalismo es un fenómeno actual, pero los portugueses ya éramos multiculturales en el siglo XV. Somos católicos, pero muy raros, porque incluimos muchas cosas de fuera. Esto se ve en la comida, en la música, en los tejidos...".
Trabajar ideas
Hojeando las páginas de su última monografía, recordamos Hand Made, aquel hermoso vídeo expuesto en la galería Horrach Moyà de Mallorca, que mostraba a cinco tejedoras en distintos entornos monumentales portugueses, ejemplificando así su estrecho vínculo con la tradición. Y es que son muchas las tensiones que afloran en el trabajo de Vasconcelos, siempre a caballo entre el pasado y el presente, lo público y lo privado, lo tecnológico y lo artesanal... Todos estos aspectos articulan un discurso que escapa a una única interpretación y que, siendo tan ambicioso en lo que a su contribución a la escultura contemporánea se refiere, se manifiesta dotado en su apropiación de objetos. Más que transformarlos, la artista los transfigura. Multiplicados, como en su famosa lámpara de tampones, en las flores de este Jardín del Edén o, entre otras, en esas fálicas esculturas realizadas con botellas; o singulares, como en esa pieza emblemática de la joyería lusa, el monumental Corazón de Viana, en los instrumentos musicales, en las figuras de escayola, como las de su Belén Contemporáneo de Can Marquès, y hasta en los animales de cerámica de Rafael Pinheiro que la artista "domestica" cubriendo con ganchillos, los objetos están en el punto de partida de sus obras.
-¿Son los objetos los que le sugieren las piezas?
-No. Yo no trabajo materiales, trabajo ideas... No busco objetos, los encuentro. Por ejemplo, si quiero hablar de la dualidad de la vida femenina, me pregunto ¿qué simboliza a una mujer?, y pienso en el zapato. ¿Qué zapato? ¿Una sandalia de Marilyn? ¿Dorothy? ¿Judy Garland corriendo hacia su destino?... Entonces imagino qué ejemplifica a la mujer privada y aparece en mi mente la cazuela...
Habla de sus famosos zapatos creados con cacerolas de acero a los que da nombres de heroínas femeninas. Su alusión a estas esculturas, desvía la conversación hacia su inquietud por la construcción del futuro de la mujer. "Los zapatos son una reflexión sobre cuál es el lugar de la mujer hoy en día. Nunca antes tuvimos las mujeres en Occidente tantas posibilidades, pero todavía hay muchas que viven sometidas como en el siglo XII. Estamos en un momento de discusión en el que intervienen la tradición, el pasado, el futuro... la libertad personal. Mis obras hablan de la mujer doméstica que intenta salir, que quiere vivir y diseñar el futuro".
-¿Existe una relación entre esa preocupación y la tendencia a utilizar objetos relacionados con el mundo femenino?
-En mi trabajo no distingo los materiales. Para mí está antes la cuestión de la escala. Yo hago con patchwork lo que Richard Serra hace con el hierro. Creo que se puede hacer un Richard Serra con textil. Rosemarie Trockel, Annette Messeguer, Louise Bourgeois... muchas artistas han hecho cosas con telas y ganchillo, pero siempre en una dimensión íntima. En mi caso, excedo ese ámbito, porque llevo mis esculturas hechas de estos materiales a otra escala y a otra dimensión conceptual. Por eso algunas de mis obras inquietan a los hombres... A veces, cuando tengo delante a un comisario sé si es muy machista por el modo en que observa mis piezas grandes. Les gusta Serra, Kapoor o Deacon y tú les enseñas algo con la misma fuerza y dimensión pero hecho con tejidos y se quedan un poco ofendidos...".
Relaciones de poder
Comentamos ahora sus monumentales "walkirias", esas imponentes esculturas textiles que Vasconcelos dedicara a aquellas diosas griegas que volaban al campo de batalla y "escogían -subraya la artista esta palabra- guerreros muertos para resucitarlos y que siguieran luchando". Las relaciones de poder y el debate que se dirime en el ámbito de lo masculino y lo femenino es otra de las cuestiones cruciales en su obra, y aparece varias veces en nuestra charla. También lo hacen su punto de vista pictórico o su increíble habilidad para conjugar escalas imposibles, así como el kitsch y Jeff Koons, con cuya obra ha sido a menudo comparada la suya. "A diferencia de Koons -comenta-, que asume el kitsch y va directo hacia él, yo no tengo nada que ver con él. Yo no sólo utilizo el mal gusto o las formas simples, también el diseño. Descontextualizo los códigos objetuales y transformo su escala. Koons es muy bueno, pero su obra es como un vacío total que, paff!, te da un golpe. Es fría... La mía es cálida y tiene un trasfondo conceptual. Entiendo que la gente me hable de kitsch, pero no tiene que ver con mi trabajo".
Cuando empezábamos esta conversación Vasconcelos sostenía que "la belleza extraordinaria no existe en el mundo real pero sí en nuestro interior". Antes de despedirnos, no duda en admitir que "no es en los objetos donde está nuestra felicidad".