Elena Ochoa en el espacio madrileño Ivorypress Art+Books. Fotografía: Sergio Enríquez-Nistal

Está a punto de cumplir dos años como directora de Ivorypress Art+Book, una librería y galería de arte atípica que nació como una rareza en el mundo artístico madrileño y ha logrado hacerse un hueco en la agenda de amantes y profesionales del arte contemporáneo. Allí han expuesto por primera vez en España el checo Miroslav Tichy o el chino Ai Weiwei. Y el dúo cubano de Los Carpiteros produjo su última y exitosa pieza: Sala de lecturas. Elena Ochoa estrena además nueva etapa de su revista de fotografía, CPhoto, y guarda bajo la manga otras sorpresas para este 2011. Hablamos con ella de sus quince años en el arte.

En Ivorypress la actividad es frenética desde las 9 de la mañana. Elena Ochoa acaba de llegar de Londres y tiene la agenda repleta de citas hasta que por la tarde coja otro avión rumbo a Nueva York. Todavía no han acabado la sesión de fotos de la revista Harper's Bazaar, que la ha elegido para su número de febrero como una de las mujeres más influyentes del mundo del arte. Y no es para menos, Lady Foster ("Me siento a gusto con todas las variaciones de mi nombre", asegura, "llámeme como prefiera") es desde hace quince años dueña y señora de una de las editoriales de referencia en el mundo del arte; su librería y galería en Madrid, Ivorypress Art+Book, está a punto de cumplir dos años y la revista de fotografía que edita, CPhoto, inicia, cinco años después de su puesta en marcha, una nueva andadura. Le gusta saberse editora, más que galerista, y explica que una cosa le ha llevado a la otra, que la suya ha sido una evolución "espontánea".



-¿Qué le llevó a dedicarse al arte contemporáneo de un modo profesional?

-Todo empezó en el año 95, cuando me di cuenta de que era imposible compatibilizar mi vida personal y familiar con mi trabajo docente, incluso en Londres. Me tomé unos meses sabáticos y, aconsejada por amigos cercanos a la edición de arte, decidí aprenderlo todo sobre ese mundo. Yo era una total amateur: una cosa es coleccionar con cierta coherencia y otra ponerse a editar. Comencé a pasar las mañanas en la British Library leyendo libros sobre cómo hacer papel y aprendiendo dónde estaban los mejores. Visité sitios en Francia e Italia. Hasta que me decidí por un pequeño impresor de Angoulême y con él hice el primer libro, el de Chillida. Quería hacer algo diferente, un libro que fuera una obra de arte en sí misma. El de Chillida se convirtió en referente y sirvió además para que otros artistas que vinieron después aceptasen el encargo sin pensarlo.



Tres años para cada artista

Reflections vio la luz en 2002, ("justo cuando muere Eduardo", dice) y es el primero de los ocho lujosos libros de artista editados por Ivorypress. Luego vendrían Walking and Sleeping (2003) de Richard Long, Open Secret (2004) de Anthony Caro o Detritus (2006) de Francis Bacon, cuyo contenido puede verse ahora en el recién inaugurado segundo espacio de la sala madrileña. "Trabajo en paralelo con varios artistas a la vez, porque algunos de los libros que comienzo nunca se terminan -comenta-. La media de tiempo dedicada a cada pieza es de dos o tres años, pero podemos estar hasta cuatro. A veces el artista no está inspirado y hay que esperar, a veces no funciona el papel y otras el prototipo resulta ser un desastre...".



-¿Hay diferencias entre un libro de artista y una obra de arte?

-Ninguna. El libro de artista no es un libro de arte; el libro de arte está para leer y el libro de artista está para contemplar, para tocar, para oler, para observar el proceso creativo del artista, para admirar, para inspirar, para criticar... Cada vez que lo miras ves cosas diferentes, lo mismo que cuando miras una pintura de Kelly o una performance de Abramovic o un vídeo de Aitken. El arte es lo que el artista quiere que sea, es la intención del artista lo que le confiere valor.



-Y después de varios años editando, llega la revista.

-Siempre he sido aficionada a la fotografía y al cine, que es la fotografía en movimiento. La primera obra que compré fue una fotografía. En esa época me doy cuenta de que no existe una revista que aúne la historia con los nuevos talentos emergentes. Empecé a pedir proyectos para una revista que no me convencieron y opté por llamar a un viejo amigo, Antonio Sanz, que fue quien me presentó a Óscar Mariné: su proyecto me fascinó de inmediato y empezamos a trabajar en enero de 2005 y en noviembre sale el primer número de CPhoto. Pero, como para todo, me puse un límite.



Y el límite ha llegado: hace año y medio Elena Ochoa pensó que la revista debía comenzar una nueva historia de otros cinco años y así llega esta CPhoto, con un formato más manejable, más conceptual, sin dejar de ser visual, y, como principal novedad, con un texto de análisis de la fotografía pero realizado por alguien ajeno al medio: "Echaba de menos la reflexión de un escritor", dice. Ya tiene seleccionados a la mayoría, pero no está dispuesta a enseñar todas sus cartas. Sí adelanta que habrá monografías de temas determinados que no estén publicados y que se conviertan así en puntos de referencia. Y aquí si se atreve a dar algunos nombres: Hans Ulrich Obrist y Marta Gili, por ejemplo, colaborarán con CPhoto.



-Y en cuanto a la galería, ¿cuál es la línea expositiva de Ivorypress Art-Book?

-Ivorypress es una editorial que tiene un área de ayuda (las becas), de producción de obra, de mostrar obra histórica que nunca se había enseñado en España, como Claes Oldenburg o Buckminster Fuller, o artistas como Ai Weiwei, que vino aquí antes de que lo trajera nadie. Parte son exposiciones institucionales, parte son muestras de artistas que están a la venta para sostener el espacio y otra parte son producciones que hacemos, como con Los Carpinteros. Ahora estamos preparando la de Luisa Lambri, una fotógrafa fascinante, para PHotoEspaña y le hemos producido una pieza que ha realizado en Madrid. Artistas de renombre internacional están programados para 2012 y 2013 porque quieren exponer aquí, y para mí es un gran orgullo.



De Beijing a Brasil

-No había nada parecido en España, ¿cuál fue su referente?

-Ivorypress no tiene referentes: es un referente. En Madrid y en otras capitales en España es ya punto de mira para otras librerías y espacios que están surgiendo con el mismo concepto. Y no sólo aquí: ya ha pasado en Beijing donde Three Shadows surge de un proyecto con RonRon and Inri y Ai Weiwei y ahora es referente asiático. También ocurrió en Londres, donde desde que empezamos con CPhoto algunas galerías comenzaron a exponer los artistas que publicábamos por primera vez. Muy probablemente surja también algún espacio similar en Brasil.¡Qué más puedo pedir! Es la confirmación de que mi apuesta no era una locura.



Asegura que abrió el espacio madrileño para servir de catalizador de nuevos proyectos ambiciosos: "Para agitar cerebros que estaban dormidos y aletargados, para animar a profesionales que estaban cansados y llenos de pereza localista, a mirar hacia afuera y no a su ombligo, para provocar impacto personal y social".



-Y todo esto en Madrid...

-La razón es simple, y en absoluto racional: porque quiero a Madrid.



-¿Dónde cree que está Madrid con respecto a otras capitales culturales?

-A pesar de las nefastas campañas de publicidad ideadas por los políticos, Madrid tiene una vida cultural siempre en movimiento. Está llena de artistas con talento, escritores sublimes, periodistas críticos, diseñadores que si tuvieran apoyo estatal serían punteros internacionalmente, arquitectos jóvenes que aquí no les hacen caso y son los mejores cuando salen fuera...



-¿Cómo es su relación con las galerías españolas?

-Mi relación con las galerías no es de competencia sino todo lo contrario. Ivorypress colabora estrechamente con Pace de Nueva York, con Thaeddeus Ropac de París y con otras muchas de China, Brasil, Norteamérica y muy probablemente lo haré con otras galerías de Berlín y París. En España, de mi relación con los galeristas, que son además amigos, ¡qué le voy a decir! Les admiro, están al pie del cañón y hacen esfuerzos titánicos para mantener sus galerías en un estándar alto. Y todo sin una mínima ayuda de ninguna administración. Inaudito. Las galerías españolas son intrínsecamente profesionales y creativas. No temen el riesgo. No siento en cambio tanto respeto por los coleccionistas españoles. Creo que no apoyan al arte español lo suficiente y no se dan cuenta que personajes como Helga de Alvear, Nieves Fernández, la familia Parra o galeristas jóvenes de Murcia, Bilbao o Sevilla, son visionarios en una tierra desértica.



-Tanto la revista como los libros que edita son, como gran parte del arte contemporáneo, minoritarios: ¿cómo abrirse al gran público?

-El arte contemporáneo sólo es y seguirá siendo minoritario si los artistas, galeristas, museos, espacios privados innovadores como Ivorypress y librerías, no reciben ayuda para que se conozca lo que hacen. No tiene nada que ver con el presupuesto sino con la actitud y las prioridades de políticos a la hora de seleccionar y dar importancia a un área y no a otra, a las campañas que planean, a la asignación de fondos...



-¿Cómo se percibe desde fuera el arte español?

-Inexistente. Y no se imagina cómo se pelean artistas españoles y sus galeristas fuera. Pero son golpes de ciego. Si no hay una ayuda de promoción estructurada desde el Gobierno, con canales de ayudas especiales a artistas, a proyectos concretos, pasarán siglos hasta que el mundo se entere que además de Goya o de Picasso, nuestro país es un país creador.



Selección española

Y da nombres: Luis Gordillo, Eduardo Arroyo o Cristina Iglesias; José Guirao, Pablo Berástegui o Rosina Gómez Baeza; el MACBA en Barcelona o el CGAC en Santiago de Compostela; Carmen Gimenez, María de Corral o Gloria Moure... "No entiendo cómo, con este caldo de cultivo artístico -comenta- la percepción del arte español contemporáneo cuando se cruza los Pirineos, es inexistente. Claro que hay excepciones: Daniel Canogar o Pablo Valbuena, ambos con proyectos recientes en Nueva York; Bernardí Roig, Fontcuberta, Dionisio González, Aitor Ortiz..." Y terminamos hablando de las exposiciones que ha visto últimamente: la retrospectiva de Thomas Struth y la de Picasso en el Kunshalle de Zurich; Photography and Sculpture en el MoMA; la instalación de Weiwei en la Tate de Londres; la exposición de Pedro Calapez en Max Estrella ("aunque tengo mucha obra suya no pude resistir la tentación...", confiesa divertida). ¿Y la que más le ha gustado? La que acaba de abrir en Ivorypress Space 2, Francis Bacon: Detritus: "Conozco cada milímetro de cada pieza y, sin embargo, en la inauguración me emocioné. Por la noche me acosté pensando en que a Bacon le hubiera gustado como lo hemos hecho".