Txuspo Poyo: Exit, Exile, Exist, 2001

Durante los 25 años que llevo trabajando, tanto dentro como fuera de España, he trabajado con decenas de artistas españoles contemporáneos, he escrito sobre más de 50 de ellos y he presentado el arte español en exposiciones internacionales en Nueva York, Moscú, Venecia, Estambul, Malmö y muchos otros lugares. Prosiblemente, tenga la mejor opinión del arte hecho en España que casi todos mis colegas y me atrevería a decir que mis conocimientos sobre el tema exceden los de cualquier comisario no español que trabaje actualmente.



El arte español no es ni mejor ni peor que el arte que se realiza en otros países pero sufre más que cualquier otro país el contraste entre los logros de sus artistas y el reconocimiento de ellos tanto dentro como fuera de España. Hay más de una docena de artistas españoles que están haciendo un trabajo importante, pero no son conocidos fuera de su país.



La triste verdad es que el arte español contemporáneo no tiene una presencia significativa en el exterior y creo que gran parte de la responsabilidad recae en el Ministerio de Asuntos Exteriores. Desde finales de los ochenta, es evidente que las prioridades sobre cómo gastar el presupuesto para promover el arte español en el extranjero se han confundido terriblemente. Desde los millones de pesetas que se perdieron en las exposiciones individuales de artistas españoles en el CAPC de Burdeos, hasta la perezosa lista de artistas españoles presentada en 2003 el PS1 de Nueva York de la mano del fallecido Harald Szeemann, quien no tenía absolutamente ningún interés por el arte español. En lugar de trabajar en colaboración con otros comisarios e instituciones en el exterior, para entablar lazos y conexiones, el Ministerio ha tratado, repetidamente, de comprar "el gran momento" con gestos ostentosos que no ayudan a nadie y que han dañado la reputación del arte realizado en España (del proyecto en el PS1 se burlaron, ampliamente, en la prensa local).



El problema es que no hay comisarios españoles que tengan un papel significativo para el arte español en el extranjero, donde los conservadores no están interesados en él. Creo que la "trampa" ha sido la creencia de que sólo mediante la promoción del arte extranjero los comisarios españoles podían obtener reconocimiento y que, por lo contrario, los proyectos centrados en el arte español son ignorados por el resto del mundo. Hasta que no llegue el momento en que los comisarios españoles, en gran escala, permitan a los artistas españoles ser reconocidos y apoyados por colecciones, creo que vamos a sufrir un "vacío de conocimiento" muy fuerte entre las galerías españolas, que presentan interesantes propuestas de artistas españoles, y la rica red de comisarios e instituciones extranjeros que, o bien no son compatibles con el arte español o, como en mi caso, fiel al apoyo año tras año, no han tenido ningún tipo de ni reconocimiento por parte de España.