Imagen del mural de Gordillo en la estación de Alsacia

No es desde luego el primer mural que se instala el metro de Madrid. Son ya muchas las estaciones que dan cobijo a obras de diseñadores y artistas (desde las reproducciones de los aguafuertes de Goya en la estación del mismo nombre, hasta el gran fotomosaico realizado con los rostros de los vecinos en la de Villaverde Alto), pero es ésta de la plaza de Alsacia la única que alberga una obra original de uno de nuestros artistas vivos más valorados. Luis Gordillo (Sevilla, 1934) llevaba mucho tiempo dándole vueltas a esto de los murales digitales. La idea surgió hace unos años, primero concebida para otra estación y llevada a cabo finalmente en la de Alsacia, línea 2 del suburbano, al este de la ciudad, muy cerca del barrio de San Blas: "Ha sido un proyecto de la Comunidad de Madrid, con especial implicación de la presidenta Esperanza Aguirre", comenta el artista.



No es la primera vez que Gordillo se enfrenta al reto digital. Además de fotografiar casi obsesivamente todo lo que ocurre en su estudio madrileño, lleva tiempo utilizando la fotografía como soporte artístico y experimentando con los avances informáticos que le han permitido concebir piezas como Exabrupta (2003) o las series Globulitos (2008) y Femenino plural (2009), que tiene mucho que ver con esta intervención subterránea. Pero sí es la primera vez que aborda un encargo como éste, con la dificultad que entraña una estación de metro, con varias alturas, vigas, cables, luces y escaleras mecánicas por medio. "En 2007, desde Córdoba me encargaron cubrir con lonas estampadas digitalmente el Puente Romano y la Torre de Calahorra, pero aquello no fue tan difícil, al fin y cabo era como pintar un cubo, no había problemas de perspectivas". En Alsacia el trabajo ha sido mucho más complejo, desde el diseño a la instalación de las impresiones digitales de altísima calidad que cubren varias de las paredes de la recién inaugurada estación. La colaboración de Juan Carlos Melero, mano derecha de Gordillo cuando se trata de piezas digitales, ha sido esencial.



Los medios tradicionales de la pintura de Gordillo son la base para estas inmensas intervenciones realizadas sobre las paredes del metro, pero el ordenador, las vistas virtuales, lograr encajar todo en el espacio antes de poder verlo realmente es imprescindible. "Antes, cualquier actuación de este tipo se realizaba a mano, y claro, iban corrigiendo a medida que trabajaban. Nosotros lo teníamos que llevar todo medido al milímetro", explica el artista. Y sobre el asunto pictórico: "Hacían falta imágenes, fuertes y grandes que pudieran competir con esas otras energías y obstáculos visuales. En la estación hay columnas forradas con metal muy brillante y otras vigas que recorren el espacio horizontalmente y no era fácil". Pero Gordillo ha logrado integrarlo todo en una inmensa y potente instalación, un conjunto que funciona como pieza única. "Aunque en ningún momento se abarca el mural completo, los fragmentos que se ven tienen la suficiente energía para dialogar con todos los elementos que están ya de algún modo incluidos visualmente en la instalación. Es algo dinámico y muy vivo", asegura.



En cuanto a la calidad, las sinuosas y celulares formas de Gordillo se estampan digitalmente en unas unidades de aluminio de 3 x 1 metros que van colocadas en las paredes. "La estampación es fantástica, se están consiguiendo calidades estupendas y parece pintado. Luego se ha iluminado, no de modo tan perfecto como yo quisiera, pero se ven muy bien". Se queja también de la poca sensibilidad que hay hacia este tipo de proyectos y critica que a los pocos días ya había en la estación una feria publicitaria de teléfonos móviles que impedía disfrutar de los murales: "Dicen que se estropeará con el tiempo y a los dos días ya los estaban tapando...". Una anécdota que no enturbia en absoluto el original trabajo de Gordillo que quedará para siempre en la línea 2.