Mateo López: Tipografía de papel, 2011

Comisario: Jose Castañal. Galería Travesía Cuatro. San Mateo, 16. Madrid. Hasta el 7 de mayo. De 2.000 a 9.000 euros.

Encuadrada en el recién inaugurado programa Jugada a 3 bandas, cuyo objetivo es la coordinación de comisarios jóvenes y galerías que incentive las exposiciones de jóvenes profesionales y nuevos coleccionistas, Esa cosa verde de ahí afuera, comisariada por Jose Castañal, aborda las relaciones entre agentes activos y pasivos con la naturaleza, entendida ésta como lugar a medio camino entre lo silvestre o salvaje y lo artificial dominado por mano humana. Ni Castañal -que ha comisariado muestras en Berlín y París, amén de trabajar en galerías madrileñas como Elba Benítez o esta misma Travesía Cuatro- ni los artistas que ha seleccionado -los españoles Carlos Irijalba (1979), Enrique Radigales (1970), Alejandro Vidal (1972), y el colombiano Mateo López (1978)- son del todo desconocidos para el aficionado atento, aunque sí lo es la selección de obras respecto a un tema único: la instrumentalización del entorno natural.



El conjunto de piezas, la diversidad de formatos -desde el c-print al vídeo, las plantas y las mini-maquetas- y el montaje son absolutamente correctos y posibilitan un desplazamiento desde lo habitual de las fotografías ampliadas de Alejandro Vidal -ilustraciones de manuales del ejército norteamericano para la lucha de guerillas en la jungla-, la ambigua realidad-natural de un campo de fútbol iluminado por reflectores durante la noche y su contrapunto, la iluminación artificial nocturna de un bosque, en el doble vídeo de Carlos Irijalba, hasta la excentricidad tecnológica de Radigales, que troquela con láser códigos fuente en las hojas de un Philodendro.



Pero he de confesar que, por mi predilección por la inteligencia que se desenvuelve desde el germen en apariencia más pequeño, la propuesta más seductora me parece la de Mateo López, todavía en proceso. El colombiano confecciona, sólo con hojas impresas con dibujos y en parte troqueladas, un periódico, Ciudad Solar, sin texto ni país, para el que quizás ha inventado un alfabeto "topográfico", con dobleces y cortes para confeccionar las letras, que permite al espectador inventar cuantas historias quiera.