Josep M. Sert en su visita a Montserrat días antes de su muerte en 1945. Pruebas de época. Colección particular

Arts Santa Monica, La Rambla, 7. Del 19 de mayo al 11 de septiembre

Por primera vez se exhibe el archivo fotográfico del que fuera uno de nuestros grandes artistas del pasado siglo. De personalidad excéntrica y con un talento natural que derrochaba a raudales, Sert llevaba a cabo sus monumentales obras con un peculiar método de trabajo.



Josep Maria Sert (Barcelona, 1875-1945) desarrolló su intensa vida artística en París, donde llegó con veinticuatro años recién cumplidos. Nacido en una familia de ricos industriales, estudió arte, pintura y dibujo en distintas escuelas de Barcelona, para trasladarse después a la ciudad del Sena donde floreció su carrera y donde trabó profunda amistad con el núcleo duro de la intelectualidad del momento. Nombres como Marcel Proust, Colette, André Gide, Jean Cocteau y Coco Chanel, entre otros, fueron su círculo más íntimo, y la musa de todos ellos, Mísia Godebska, fue su mujer durante más de veinte años. Al poco de instalarse en París recibió el encargo de decorar la catedral de Vic, para lo que decidió realizar diversos viajes a Italia con el fin de empaparse del arte de los muralistas italianos. Y ahora, gracias al hallazgo del archivo fotográfico del que fuera su modelo y ayudante más cercano, el italiano Leonard Manzini, podemos conocer sus extravagantes y originales métodos artísticos.



Sert tuvo dos talleres en París, donde trabajaba junto a un gran número de colaboradores. El primero de ellos era más pequeño y se encontraba en la calle Barbet de Jouy, junto al museo Rodin, y el segundo, mucho más grande, en Ville Ségur, muy próximo al Boulevard des Invalides. Allí, antes de disponerse a pintar después de haber llenado su retina de innumerables imágenes atesoradas durantes sus viajes de prospección, construía unas originales escenografías en las que reproducía lo que visualizaba en su cabeza a base de los objetos más insospechados, tales como material de desecho, figuritas de belén, souvenirs encontrados aquí y allá, libros, pisapapeles, juguetes, estampas, maniquís de madera ataviados con ropas que hacía coser especialmente para él, etc.



Una vez conseguía un decorado apropiado, lo retrataba una y otra vez y ese material le serviría después para la realización de las maquetas previas a la pintura de sus murales. En otras imágenes, aparece Manzini a torso descubierto y posando en posturas imposibles que le servirían luego de estudios para sus murales del Waldorf Astoria de Nueva York o para la sede de la ONU en Ginebra.Y muchas de esas fotografías, hasta un total de 150, fueron conservadas y cuidadosamente archivadas por Manzini, hasta que un coleccionista catalán se hizo con ellas en una subasta. Ahora, el centro Arts Santa Monica de Barcelona exhibe parte de esa colección en una muestra que permanecerá abierta hasta el 11 de septiembre y que ha comisariado Mª del Mar Arnús, casada a su vez con Francisco de Sert, sobrino del pintor, y autor de la biografía del artista José María Sert, publicada por Anagrama.