Juan Zamora en su estudio
Pasa el verano en Barcelona pese a ser de Madrid e irse, en breve, a Nueva York. Desde allí, prepara su próxima exposición en la madrileña galería Moriarty, que se inaugura el 15 de septiembre.
Muchas de esas historias cuelgan ya de las paredes de su estudio. Sus personajes cobran vida a través del movimiento y el sonido, que suelen acentuar los componentes más perturbadores y singulares de su trabajo. Juan Zamora los llama animaliyos. Muchos de ellos en su página web, su particular cuaderno virtual. De su trabajo se dice que tienen una simplicidad infantil que oculta lo explícito bajo un disfraz de ambigüedad, aunque el artista lo define de otro modo: "La estética es infantil, pero no así el contenido. La distancia entre lo inocente y virgen con lo adulto y perverso es el espacio en el que se mueven mis historias. Un espacio en el que se proyectan experiencias del mundo real. La idea es trabajar en conceptos muy complejos a través de una técnica primaria y directa, con una puesta en escena aparentemente sencilla. Los temas son los cotidianos de nuestro día a día (que es desde donde siempre parto), tomando como ejes centrales el sexo y el miedo, herramientas con las que nos manipulamos entre nosotros". Esa relación cíclica, a menudo círculo vicioso, de un modo u otro está presente en sus relatos. Así serán los que presentará en septiembre y así fueron los que, en 2009, presentara en su primera exposición en Moriarty, Cuando aire y nubes.
Carácter musical
Lo suyo es mezclar lo ilusorio con lo real, relacionar el imaginario individual con el colectivo. En su trabajo, explica, hay mucho cine: "Raro es el día en el que no veo una película, buena o mala", siendo el cine koreano y japonés el que más veo. De lo último que he visto recomiendo efusivamente 5 centímetros por segundo, de Makoto Shinkai y Canino de Giorgos Lanthimos". También música. En su ir y venir estos días tiene como atípica lectura de verano el libro Musicofilia de Oliver Sacks y, entre sus proyectos, uno musical que, dice, espera que pronto vea la luz. Por lo pronto, junto al también artista Javier Fresneda, amigos desde la adolescencia, es miembro del grupo Eneybo y los artífices del proyectos como Plan B (Microhistoria musical, remezcla y desfase generacional), un programa abierto a acciones en torno a la construcción del imaginario colectivo a partir de la música. Lo estrenaron el pasado mes de junio en el parking de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad del País Vasco.
La idea nació de una invitación del comisario y artista Edu Hurtado para Espacio Abisal, uno de los espacios artísticos de referencia en Bilbao que acaba de anunciar que cierra el local y que emprende una nueva etapa como agencia de producción con una estructura variable y nómada. "Ante la invitación de este proyecto, Javier y yo nos pusimos manos a la obra y pensamos en hacer algo partiendo de nuestros gustos musicales. De ahí llegamos a la idea de realizar un evento artístico/musical, un concurso de versiones de Chimo Bayo (referente en el panorama techno español). Pero sus condiciones y honorarios eran excesivos para nuestro presupuesto. Así que prescindimos de Chimo Bayo y simplemente pedimos a grupos de Bilbao que realizasen versiones totalmente libres de canciones que les gustasen, llamando al nuevo proyecto Plan B. Participaron Elbis Reber, Agnes, Alberto de la Hoz, Autoplacer, Unai Goikolea, Begoña DJ, Eneybo (Javier y yo), y fue un éxito!" explica Zamora.
También como artista tiene las ideas claras: "Somos una generación que debe posicionarse y tomar el relevo de generaciones pasadas, algunas obsoletas. Y creo que eso se está haciendo en Madrid. Lo veo y siento en mi entorno".