Obra de Walid Raad que puede verse en la Kunsthalle Zurich.
La exposición de Walid Raad es una de las itinerancias más interesantes de 2011. Tras su paso por la Whitechapel de Londres, recala ahora en la prestigiosa Kunsthalle de Zurich.
Walid Raad, como otros artistas de su generación, juega con su identidad convirtiéndola en asunto artístico. Nacido en 1967 en Chbanieh, Líbano, se trasladó a los Estados Unidos en 1983 ante las complicaciones que derivaban de un conflicto armado interminable. Estudió Arte en Rochester y comenzó a trabajar bajo el nombre de The Atlas Group, un colectivo ficticio cuya identidad es flexible en función de sus intereses conceptuales, de los contextos sociales, políticos o artísticos que acojan los diferentes trabajos y de la audiencia que ante ellos se detenga. Es, de algún modo, como cuando Kendell Geers dice haber nacido en "Mayo del 68" y como ver que las entradas que aparecen en su CV no son sus hitos profesionales sino determinados hitos históricos que trascienden, además, su fecha de nacimiento. Raad es tal vez el más claro representante del arte realizado hoy en Líbano y Oriente Medio pero, sin duda, no es el único que triunfa en los circuitos internacionales. Más de uno habrá sido cautivado por trabajos de artistas como Ziad Antar, Akram Zaatari, Joana Hadjithomas y Khalil Joreige o los hermanos Ramin y Rokni Haerizadeh. Todos ellos formaban parte de la nómina de artistas que constituía la estupenda Bienal de Sharjah que tuvo lugar la pasada primavera y que reseñamos en estas mismas páginas.
Walid Raad y The Atlas Group son autores de un complejo y extraordinario archivo de imágenes y documentos de audio del periodo entre 1975 y 1990. Pero el suyo no es un archivo al uso. Hablamos más bien de una singular recolección de motivos que dan cuenta de las vivencias de Raad y su gente, de los efectos que el conflicto tienen a nivel personal, de cómo se ve la guerra a través de los ojos de niños y jóvenes que aún no alcanzan a comprender nada... Un archivo sistemático y bien armado, pero un archivo que se detiene ante lo particular, lo azaroso y lo contingente. Un buen ejemplo es el modo en que registra los motores de coches bombas explotados en Beirut, en los que Raad realiza un seguimiento concienzudo del lugar, la fecha, la marca del coche, sus situación en la calle... O su interés por una afición común en su país, las carreras de caballos, ante las que se detiene con insólita atención.
La exposición que pudo verse en la Whitechapel el pasado invierno y que ahora llega a Zurich recorre buena parte de los mejores trabajos de Raad. En ella no sólo podremos comprobar su relación con la compleja historia de su país sino también con el mundo del arte del que él es bandera. Raad se disfraza a menudo de historiador y se centra en cuestiones relacionadas con la consolidación de una esfera del arte en Líbano y sus alrededores. Pero es un historiador prospectivo. Así, toda especulación está basada en una profusión de elementos ficticios que no constituyen garantía de nada pero que dan buena cuenta de las tipologías narrativas que son marca de la casa en el trabajo de Walid Raad. Uno de los trabajos recientes más aplaudidos es aquel en el que dice haber elaborado una historia del arte libanés del siglo XX a partir de una presuntamente reveladora conversación telepática.
Otro de sus trabajos más conocidos, Scratching on things I would disavow: A History of art in the Arab World, muestra, de nuevo, el sentido irónico que vertebra muchos trabajos de Raad. En la sala aparece un conjunto de trabajos que parecen haber menguado su tamaño. Son maquetas de trabajos de The Atlas Group que han sido realizadas a escala 1:100. Raad nos cuenta que son trabajos que han encogido pues son trabajos que fueron armados conceptual y formalmente en tiempos de trauma psicológico y alta tensión social. Son momentos trascendentales ante los que la memoria colectiva se comporta de un modo ambivalente y equívoco. La pieza nace de la decisión de exponer el trabajo de The Atlas Group en Beirut por vez primera tras años de negativas. Tal vez por ello Raad disminuye el tamaño de los trabajos, como si fueran percepciones de un mismo asunto que el tiempo se ha encargado de desvirtuar.