Ida Ekblad: Untitled, 2011.
Ida Ekblad es una de las grandes promesas del arte europeo. Ahora exhibe su trabajo por vez primera en una potente galería neoyorquina.
Nacida en Oslo en 1980, Ida Ekblad retoma en su trabajo algunas cuestiones centrales del imaginario estético nórdico a través de su interés por la pintura y la escultura. Explora la artista la huella que tras de sí dejaron los artistas de CoBRA, en especial los pintores Karel Appel o Asger Jorn. Hay en su obra, como se ha dicho, alusiones a la pintura de Kandisnsky pero estas deben ceñirse estrictamente al uso del color pues la factura de la pintora noruega se sitúa claramente en otros parámetros, más expresionistas.
Ekblad combina pinturas de todos los formatos con esculturas, que realiza a partir de material encontrado (a menudo en los lugares mismos en los que expone), y también con poemas. En Green Naftali, una galería de la que ya nos hemos hecho eco en este sitio anteriormente con la exposición de Gedi Sibony, presenta un conjunto de esculturas que semejan reencarnaciones de los trazos de los cuadros. Son piezas realizadas con hierros, plásticos, mobiliario y otros elementos que ya han cumplido su función y han sido desguazados, y que emprenden ahora una nueva andadura como soporte escultórico. Son estructuras de escala humana, unas más livianas, como finísimas líneas al vuelo, y otras más rotundas y agrestes.
En las pinturas, Ekblad conecta con sus antecesores nórdicos, Appel, Jorn y la órbita de CoBRA, pero se aleja de la acepción primaria de aquellos para introducir elementos de carácter refinado y poético. Tras los trazos de giro drástico y naturaleza expresionista, se encuentran alusiones a esos materiales industriales ya caducos que encuentra en contenedores de basura y otros lugares, y estos nos aferran a nuestro presente, a un mundo de producción y consumo ávidos en el que la esperanza de vida de las cosas de las que nos rodeamos es cada vez más corta. Del mismo modo, en las piezas escultóricas nos remite a la posible vida anterior de estos materiales. Hay alusiones a elementos urbanos o arquitectónicos. Aquí una verja, quizá. Ahí una puerta, una bicicleta… Pero la artista realiza un ejercicio de abstracción por el que reconocemos los elementos sólo como referencias veladas, casi oníricas, pues en ningún caso podríamos pensar en reutilizarlos. Es el ciclo insufrible del consumo: la artista insiste en la necesidad de que las diferentes piezas escultóricas se armen a partir de materiales y elementos que ya han sido algo, que han formado parte de nuestro mundo acomodaticio y burgués y que ha sido apremiados a abandonarlo por otros nuevos que piden paso a gritos.