Aníbal vencedor que por primera vez mira a Italia desde los Alpes, de Goya (Fundación Selgas-Fagalde)

Aníbal vencedor que por primera vez mira Italia desde los Alpes lleva en la familia Selgas desde el siglo XIX. El cuadro, que Goya pintó durante su primer viaje a Italia, ya había estado en el Museo del Prado en 1994, año en el que Jesús Urrea, entonces director adjunto, lo identificó como del aragonés; entonces se limpió y se expuso con motivo de la presentación del Cuaderno Italiano, recién adquirido por la pinacoteca. La pintura volvió a Asturias, a la sede de la recién nacida Fundación Selgas-Fagalde, y hasta hoy.



Ahora, gracias a un depósito temporal, el Prado lo muestra en una de las salas dedicadas a Goya, junto al mismo Cuaderno Italiano, que, debido a su fragilidad, se expone también excepcionalmente, y enfrentado a la Sagrada Familia, al díptico de Tobías y el Ángel, al Cristo y a Santa Bárbara que, fechada en 1773, es su primera obra pública. La pintura es esencial para estudiar a Goya y su presencia en el Museo del Prado, importantísima. "Hay otras obras que según la bibliografía se consideran de Goya, pero no están documentadas", explica Manuela Mena, jefa de Conservación de Pintura del siglo XVIII del Museo y experta en Goya. "La más temprana que conocemos son las puertas del relicario de la Parroquia de Fuendetodos, pero la pieza se perdió y hoy sólo se conoce por antiguas fotografías en blanco y negro", dice. En cambio, ésta de Aníbal vencedor está documentada, consta que Goya la pintó en 1771 para participar en un concurso de la Academia de Parma, un centro artístico muy importante en el siglo XVIII. La temática fue impuesta por las bases del premio y, curiosamente, Goya no ganó. Pero éste no es el único enigma que rodea a esta pintura.



"No sabemos cómo Goya se pagó el viaje a Italia", cuenta Mena. Es probable, argumenta, que además de sus padres, contase con la ayuda de algún mecenas zaragozano. Además, ahora hay documentos que demuestran que aquel periplo fue más largo de lo que se pensaba: partió en la primavera de 1969 y volvió a España en mayo en 1771. "Entonces no era nadie, sólo un joven con ambiciones que trabajó en las decoraciones del Palacio Real con el grupo de artistas que dirigía Francisco Bayeu. Tampoco era nadie cuando fue a Italia y quizá por eso se presentó a este concurso, para darse a conocer", continúa la especialista. Goya trabajó y aprendió mucho durante su estancia italiana y en 1770 se presentó a este premio. Tenía 25 años.



El héroe y el ángel

La Academia de Parma impuso un tema que Goya acató, la entrada triunfal de Aníbal en Italia, pero, a pesar de eso, no consiguió superar al pintor local Paolo Borroni y obtuvo sólo el segundo puesto. ¿Por qué? Manuela Mena lo tiene claro: "A pesar de respetar las bases, no cumplió con todos los requisitos: tenía que colocar al ángel de la Victoria delante de Aníbal y que el personaje alado condujera al héroe de la mano. A Goya le debió parecer una actitud insultante y además no le gustaba mezclar ficción y realidad por lo que, en su pintura, el ángel sólo apoya levemente su mano en el hombro de Aníbal y es éste quien aparece como figura central dispuesto a cruzar los Alpes. También su ejército, cansado, aparece al fondo de la escena". Muy probablemente fuera esta actitud demasiado heroica del vencedor lo que privase a Goya de la medalla de oro.



Porque, en realidad, la pintura es magnífica y ya en ella se vislumbra ya al genio que luego resultará ser el pintor. "La expresión del héroe y su actitud completa, cómo éste avanza y su gesto le supera, con los ojos desorbitados en los que se aprecia algo similar a los de la víctima principal del cuadro de El 3 de mayo de 1808 (1814), todo un signo de avance y modernidad en su momento. Esa expresión exaltada tan de Goya que resume cómo está la persona por dentro. Ese interés fundamental por entender al ser humano", explica Manuela Mena con un entusiasmo contagioso.



Con más de 600 goyas

La colección de Goya en el Museo del Prado es la más completa del mundo, un conjunto de unas 150 pinturas y 500 dibujos que empieza con el Cuaderno Italiano de 1770 y termina con el retrato de su amigo el banquero Juan Bautista de Muguiro, de mayo de 1927. Y durante los seis años que Aníbal vencedor esté en Madrid será una oportunidad para los especialistas y para los visitantes, porque en este cuadro está la esencia de Goya, "de ahí surge el Saturno devorando a sus hijos (1820-23) y se ve también -concluye Mena- el salto que dio el pintor en poco más de 40 años. Un salto prodigioso que sólo pueden dar los mejores".