El baile, 1875
Ahora, y gracias al Thyssen en colaboración con el Marmottan de París, depositario de su legado, nos llega esta exposición de más de 30 pinturas que, en la sala de la planta baja del museo madrileño, dialogan de tú a tú con obras de otros impresionistas de la colección: Corot, Boudin, Manet, Degas, Renoir, Monet y Pissarro, pintores todos relevantes en la vida de Berthe Morisot (Bourges, 1841- París, 1895). Un espacio, además, éste de la planta baja, que el director del Thyssen, Guillermo Solana quiere dedicar a estas figuras importantes para el arte pero no conocidas o del todo valoradas. Siguiendo esta idea han pasado por aquí Jean-Léon Gérôme y Henri Fantin-Latour, y Morisot vendría así a afianzar esta línea expositiva que es muy de agradecer.
Diálogo con los impresionistas
Aunque no es una macro retrospectiva, en esta selección de Thyssen están reflejados los principales temas de su pintura: el retrato doméstico, el mundo rural y el paisaje. "Obras que al estar en relación con los impresionistas de nuestra colección demuestran que Morisot no fue una mera amateur, que fue pintora y quiso ser pintora y que se unió al grupo más rompedor de su tiempo. No es sólo una pintora amable de domingo sino que tuvo una vida artística plena. Aquí están sin duda al mismo nivel", dice Paloma Alarcó recordando además las palabras de Paul Valéry sobre ella: Morisot se dedica a "pintar la vida y a vivir la pintura".
A pesar de todo, ha sido en parte gracias a la crítica feminista más actual que se ha reivindicado la importancia de las pintoras impresionistas y de Berthe Morisot, "hasta hace poco ninguneada y tratada como simple discípula de Manet y conocida sólo por alguna colectiva y exposición periférica", comenta Alarcó.
En cuanto a las relaciones con otras pintoras de su época, Morisot mantuvo una estrecha amistad con Mary Cassatt, que también participó en las exposiciones impresionistas, y con Eva Gonzalès, "aunque su relación con ella fue más de rivalidad y de celos cuando ambas coincidieron en el estudio de Manet", cuenta Alarcó. Y es que fue su amistad con el pintor de Desayuno sobre la hierba la que marca toda su trayectoria. "Manet fue sin duda uno de sus pilares, al margen de los 12 retratos que éste le pintó, Morisot no fue su alumna, tuvieron una extraña relación y ella acabó casándose con su hermano. No se sabe si por despecho o por seguir estando cerca del pintor", cuenta la comisaria. Pero, al margen del cotilleo más trivial, para Paloma Alarcó está claro que Édouard Manet le da seguridad en su propia potencia artística, pero que éste también recibe: "la pintura de Manet evoluciona hacia una pincelada más suelta coincidiendo con los años de intensa relación con Morisot, entre 1869 y 1874, cuando Berthe se casa con su hermano Eugène". Serán ellos, además, quienes organicen la exposición póstuma del pintor.
Para no perderse
Dicho esto, ¿qué es lo que no hay que perderse en la exposición del Thyssen? Para la comisaria son imprescindibles "sus retratos, tanto en óleo como en pastel; la pintura de El baile (1875), una mujer con abanico donde queda patente su dominio del blanco; el Espejo de vestir, de la colección del Thyssen, que muestra su propio dormitorio y que puede leerse como una especie de reflexión interior o autorretrato; la Pastora tumbada y la Pastora desnuda (ambas de 1891) en las que realiza un estupendo estudio de la figura humana en el paisaje; el tratamiento de las flores en el Jardín de Bougival (1884)..."
Damas de la burguesía, jardines privados con flores y frutas, paisajes y escenas intimistas y domésticas que nos acercan a la desconocida figura de Berthe Morisot. La exposición se podrá ver hasta el 12 de febrero en el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid.