Hace ya más de año que el dibujante Jorge Arranz se aventuró a recorrer cuaderno en mano los tres museos capitalinos. Llevado por el sofocante calor y las ganas de convertir un día de agosto en Madrid en un cuaderno de viaje, dejó las calles, las vistas aéreas y la serpenteante arquitectura que habitualmente pueblan sus dibujos para adentrarse en el mundo de la pintura, del Prado al Thyssen y de allí al Reina Sofía. De manera que cuando Mauricio D'Ors, editor de Treseditores y alma mater del proyecto, le encargó un libro ilustrado sobre el Thyssen, aún sin conocer este trabajo anterior, Arranz ya había caído irremediablemente en las garras de las grandes obras de arte. "Acepté de inmediato", dice el dibujante. "Mi registro ha sido hasta ahora la arquitectura, los edificios, las ciudades, por eso este trabajo supone un reto. Me lo he planteado de nuevo como un cuaderno de viaje, sólo que esta vez la visita al museo duró tres días".



72 horas en el Thyssen dan para mucho. Arranz estuvo allí prácticamente de incógnito, sin permisos especiales y como un visitante más, sólo que en vez de audioguía llevaba una moleskine y una pluma. "Hice muchos dibujos, rápidos y directos. Cogí muchos apuntes para luego cocinarlos y configurarlos y el resultado es éste". Un libro que es el décimo de una colección iniciada por D'Ors hace un par de años, aunque los primeros libros no salieron hasta marzo de este año. Son libros siempre sobre lugares emblemáticos de una ciudad, con un mismo diseño y un formato idéntico donde la personalidad la marca el ilustrador. Volúmenes muy cuidados que quieren "animar a leer la ciudad", explica el editor. Así, ya podemos acercarnos a la Maestranza de Sevilla, de Arturo Redondo, El Rastro de Madrid, de Alfredo, la Plaza Oriente o la de Cibeles, de Juan Berrio.



Secuencia de aproximación

El libro del Thyssen empieza con una imagen del museo a vista de pájaro: la plaza de Neptuno, el Palace y el Ritz, coches, autobuses y peatones, casi como hormigas. De ahí pasa Arranz al patio en entrada, al hall y ya, nos acompaña en esta particular visita por las salas, primero entramos en la parte antigua de la colección. "He querido trasladar al lector desde una aproximación secuencia. La actitud una vez allí fue no pensar nada, no tener planes, que fuera la intuición la que marcase el rumbo. De este modo, al entrar en una sala era un determinado cuadro el que me llamaba. Lo más curioso es cómo el hecho de enfrentarte a un cuadro para dibujarlo cambia tu percepción sobre él. Te metes en él", explica el dibujante.





Pero lejos de ser una copia de obras maestras, este libro es una narración personal de una visita al museo, pero sin palabras. "Enseñar a leer con dibujos, es lo que intento hacer. Se trata de que el dibujo hable, que sea él quien cuente la historia, con la ventaja de que el lenguaje del dibujo es universal", asegura Arranz. En cierto modo, pretende también desdramatizar y restar solemnidad a la visita al museo, "si todo el mundo entrase dispuesto a dibujar, aunque sea mal, el paseo sería mucho más divertido y disfrutaríamos más", dice. "Es una lectura más abierta a la sugerencia y la recreación", añade D'Ors.



Desde la Habitación de Hopper

En cuanto a los protagonistas de esta historia, "sin duda el núcleo es la Habitación de hotel de Edward Hopper, pero al ir caminando hacia él, me iba encontrando con otros que igualmente me increpaban: de Juan Gris, de Otto Müller, de Picasso...", explica el autor. Y al salir, no podía faltar la visita a la tienda, libros, catálogos, posters, el móvil de Calder, paraguas demás souvenirs culturales. Una visita diferente por uno de los principales museos de España. "Un museo esencial -defiende Arranz- que ha venido a tapar las lagunas que había en nuestras colecciones".





Y para el año que viene, más. D'Ors habla ya de nuevos proyectos para "leer" el Camino de Santiago, Granada, Toledo, Palma de Mallorca... Por ahora, toda la colección en www.treseditores.com y los diez libros editados hasta la fecha, por 12 euros, en cualquier librería y gran superficie. En cuanto a Jorge Arranz, con encargo o sin él está dispuesto a adentrarse en las colecciones del Prado y del Reina Sofía, porque estos dibujos en el Thyssen le han abierto la puerta de una nueva dimensión: la de dibujar pintura.