Rosario Peiró en una de las nuevas salas del Museo Reina Sofía
Han puesto patas arriba los almacenes, han tirado de depósitos y donaciones, han comprado lo que han podido en los últimos tres años para llenar en parte las lagunas de este tercer tramo de la Colección de nuestro museo nacional de arte contemporáneo. El director, Manuel Borja-Villel, la jefa del área de Colecciones, Rosario Peiró, y, por primera vez, el jefe de Programas Públicos, Jesús Carrillo, han trabajado juntos en las salas durante más de un mes para ofrecer un nueva lectura de los fondos del Reina Sofía bajo el título De la revuelta a la posmodernidad (1962-1982).Son las obras pertenecientes a uno de los periodos más convulsos de la historia de España, de más cambios sociales y políticos, el de la muerte de Franco y la Transición. Paseamos por las dos plantas rehabilitadas del edificio Nouvel de la mano de la responsable de la Colección. "Hemos sacado todo el partido posible a las salas de la ampliación", asegura Peiró que ya anuncia el siguiente paso: la cuarta entrega será, si todo va bien, dentro de un año en la planta 0 de Sabatini.
-Ésta es la primera vez que la colección sale de Sabatini, ¿cómo se han adaptado las obras a las nuevas salas?
-Creo que bien, se ha logrado crear, igual que en Sabatini, un discurso narrativo y lineal. Son obras de formato diferente y una arquitectura más industrial, como la de Nouvel, les va muy bien. Son obras más grandes que necesitan espacios más grandes.
Más de un mes de trabajo en salas
-Ha sido un montaje largo, ¿cómo ha ido?
-Aunque las obras estaban todas cerca, porque los almacenes del Reina están todos en Nouvel, ha sido un montaje muy laborioso en el que hemos trabajado durante casi un mes y medio en las salas. La pieza de Sol Levitt, Wall Drawing #47, por ejemplo, ha requerido la dedicación de varias personas durante un mes, incluyendo fines de semana. También el montaje de Tropicalia de Helio Oiticica ha durado más de una semana. Muchos artistas, como Liliana Porter, han venido a montar ellos mismos sus piezas y eso supone mucho trabajo de coordinación, organización y demás. Pero en general ha ido bien.
-Gran parte de las obras expuestas son nuevas adquisiciones por lo que sigue habiendo muchas piezas en los almacenes.
-Efectivamente hay muchas obras que están en almacén, como en todos los museos, hay restricciones de espacio, no podemos exponer todo lo que quisiéramos. La novedad es que en el Reina apostamos por un sistema de rotaciones de manera que cada cierto tiempo nos permite hacer pequeños cambios en la Colección.
-Esto supone pensar la presentación de la Colección ya con estos tramos, digamos, "movibles" en un futuro.
-Sí, hay que tener pensados desde el principio los pequeños espacios donde se pueden ir haciendo estos cambios. El trabajo es un mucho más complejo y requiere pensar bien estos huecos que van a cambiar. Pero la Colección es mucho mejor así. La Colección del Reina Sofía tiene que ser viva y compleja.
Entre el exilio y Zaj
-¿Qué cambios tienen ya previstos?
-El arte del exilio será uno de los primeros en entrar. También trabajamos en la figura de Val del Omar para mostrarlo en la cuarta planta de Sabatini, cuando acabe Muntadas. En vez de la pieza de Soledad interrumpida, de José Luis Alexanco y Luis de Pablo, se montará una instalación del Grupo Zaj, dentro de 6 meses aproximadamente.
-Hay mucho arte político y mucho documento en la exposición, ¿cómo han logrado hacer accesibles obras pensadas muchas veces en contra o al margen del museo?
-Una colección no es más que un dispositivo para accionar las obras de arte. Parte de nuestro trabajo es buscar los dispositivos correctos y reactivarlas. No tener estas piezas o no mostrarlas diría muy poco de un museo. Nos da igual que sea una obra más contemplativa o más poética: por mucho que una pieza sea política es también poética, y por mucho que sea un documento ha de saber contemplarse. Lo que hay que hacer entender al visitante es que hay que llegar al museo con ganas de aprender.
-Ha insistido el director varias veces en que no es un recorrido histórico sino poético, que no se trataba de explicar la transición sino de dar una serie de pautas poéticas que también son políticas, pero ¿es posible no seguir la historia?
-Efectivamente no es el nuestro un recorrido exclusivamente histórico, es estético, es conceptual, es de disfrute artístico. Cualquier presentación de arte hay que hacerla con esto en mente. Eso sí, hay zonas más o menos desarrolladas según el interés o la disponibilidad de la obra.
El éxito de la Colección
-En el recorrido se alternan salas dedicadas a un solo artista como Oiticica o CVA (Juan Luis Moraza y Marisa Fernández), con las más generales que se abren a otras líneas o con las de momentos muy concretos en la historia, como las intervenciones en el Pier 18 o los Encuentros de Pamplona. ¿Cómo han estructurado el recorrido para saltar de uno a otro manteniendo la coherencia?
-Lo más importante es tener una narración. La nuestra tiene diferentes líneas de desarrollo: la poética del objeto, la poética geográfica o la inclusión de diferentes revoluciones, y de cada una de esa líneas puedes hablar con más o menos profundidad, no se rompe el discurso sino que se hacen paréntesis en los que detenerse. Y yo creo que éste es el éxito de los montajes de la Colección del Reina Sofía. Hay salas de contemplación, salas de dicadas a un artista específico… Cambian las historias, los ritmos incluso físicos y mentales del espectador. No es una sucesión de salas donde se cuente lo mismo de una manera parecida.
-Las posiciones se radicalizan en la planta 0 de Nouvel.
-Teníamos dos pisos y nos pareció que el 72 era un buen corte, empieza la crisis económica y supone también el fin de la utopía, fin de los movimientos del 68, y empieza una nueva época. Teníamos dos plantas para mostrar esta dos décadas y hemos dividió la presentación en estas dos partes.
-¿Qué destacaría de ambas parte?
-De la primera parte, el número de obras y el esfuerzo que se ha hecho en estos últimos años para representar arte de los 60 y 70 y el hincapié en el arte feminista que no se había trabajado hasta este momento en la Colección del Reina. De la parte de abajo, la relectura del arte de finales de los 70 en España y la inclusión del arte latinoamericano de los 70.
Pop político y Warhol
-Hacia el final del recorrido entramos en la premovida con Almodóvar y esa sala de Herminio Molero y Pérez Villata, con mucha influencia pop pero sin haber pasado por ello, ¿va a hacer una relectura del pop más adelante? -La verdad es que en la cuarta planta de Sabatini acabamos con Arroyo y Equipo Crónica que ya es pop español, muy político, eso sí, porque así fue en España. La colección no tiene obras importantes de pop internacional, hemos llegado a un acuerdo con un coleccionista privado que nos va a dejar un warhol estupendo, pero ahora mismo no podemos hacer más.
-¿Por qué la pieza de CVA para cerrar este periodo?
-La instalación de CVA, Límite (implosión), de 1982, define muy bien la alegoría del paso de un arte luchador y en contra, cargado de conceptos teóricos, a un arte más reflexivo en la técnica y en la realización que revisita formatos clásicos con una visión casi melancólica. Esta pieza tiene cargas específicas que hacen que sea una buena conclusión de esta etapa, pero también un buen punto de partida para abordar el desarrollo de la Colección a partir del 82.