Martin Creed en su estudio de Glasgow. Fotografía: Jason Schmidt

Es uno de los artistas británicos más singulares y con mayor proyección internacional. De la mano de la comisaria Carolina Grau, Martin Creed llega el próximo 14 de diciembre a la Sala Alcalá 31 de Madrid tras un 2011 lleno de exposiciones, como Mothers en Hauser & Wirth en Londres y otras en Dallas, Berlín o Vancouver; tras pasar por la Bienal de Venecia, la de Singapur y el Festival de Edimburgo; de dar conciertos en México, Milán y París y llenar de globos la planta baja del MARCO de Vigo. Things será su mayor individual en nuestro país. Un repaso por 20 años de carrera que muestra sus últimos trabajos y algunas de sus míticas obras hasta ahora nunca vistas en España.

Es un tipo honesto y sencillo. Emocional y empático. Una de esas personas de risa fácil a las que les gusta celebrar la vida en todos sus estados. Lo máximo y lo ínfimo. Lo bueno y lo malo. Los más y los menos. Las luces y las sombras. Con ellas se hizo famoso en 2001 al ganar el Premio Turner con Work N°. 127: Las luces encendiéndose y apagándose en las salas de la Tate Britain de Londres. No es la única obra de Martin Creed (Wakefield, Reino Unido, 1968) que se enciende y se apaga.

También algunas de sus palabras de neón pasan de on a off, segundo sí segundo no. Una de ellas, Things (2000) da título a la exposición que el próximo miércoles inaugura en la Sala Alcalá 31 de Madrid. Resume lo concreto y abstracto que es su trabajo: "Things se refiere a todas las cosas del mundo que pueden ser importantes. Su significado incluye elementos que no son sólo físicos. Todas las cosas de las que hablo dependen de los sentimientos que éstas despiertan en la gente y de los sentimientos que la gente proyecta sobre ellas. De conexiones y del tipo de persona que eres. Esa es mi idea de un trabajo perfecto", explica.



Instinto básico

Martin Creed habla de pulsiones y estímulos. De instintos. De fuerzas biológicas tan básicas como sonreír, pensar, hablar. Él lo hace entre pausas y repeticiones, con sonidos y silencios, provocando un ritmo parecido al de sus canciones o Variety Performances. Una gramática vital también en sus dibujos, vídeos, esculturas e instalaciones: una simple línea de lápiz, gente vomitando, un trozo de Blu-Tack en la pared... "Muchas son ideas no terminadas, pequeños experimentos puestos en práctica. Son un intento de decir algo", añade.



Su fascinación por la palabra le lleva también a escribir. Uno de sus últimos textos, No sé lo que quiero decir, alude a otra de las ideas clave de su trabajo: la expectativa, el esfuerzo, el trabajo. "Quiero que lo que quiero decir no tenga ni que decirse. Me refiero al deseo de comunicar de una forma directa. Que el mensaje sea obvio, sin necesidad de palabras, sin que requiera pensar demasiado". Precisamente, ese limbo mental, el de los pensamientos, protagoniza su reciente vídeo de la canción Thinking/Not Thinking (2011). Un minuto y 31 segundos resumen también el lugar que ocupa como artista: "Muchas veces trabajo sin darme cuenta de lo que significa lo que hago y es a posteriori cuando encuentro las razones de lo que he hecho. Ése sería el tiempo en el que estoy pensando y el resto, el que no. La vida está dividida en esos dos estados y he tratado de escribir una canción sobre el paso de uno y otro. Creo que los mejores momentos son los que uno no piensa, cuando se es espontáneo e intuitivo. Cuando es posible hacer lo que quieres hacer y no lo que otros quieren que hagas", dice.







Intuición y sentido del humor

Deambulando por el vídeo, también por intuición, por olfato, vemos a dos amigos veteranos del artista, Orson y Sparky, un perro muy grande y otro muy pequeño, que en 2007 ya recogía en Work N°. 670, uno de sus vídeos más celebrados que veremos por primera vez en nuestro país. También es el primer viaje a España de su popular Work N°. 88: Una hoja de papel A4 hecha una bola, de 1995. En su mensaje ya entrevemos su sentido del humor: "Busqué la forma más perfecta de otra que no lo es, el rectángulo de una hoja de papel, así que traté de hacerla lo más redonda posible. El hecho de que fuera basura, algo que alguien ha tirado, también me pareció gracioso. Bueno, tal vez 'estúpido' sea más correcto. Si puedo hacer que mi trabajo sea más estúpido creo que será mejor", dice.



Para esta exposición, Martin Creed presenta algunas de sus obras más antiguas, como las pequeñas esculturas que parecen pezones de Work N°. 11: Two objects (1989) y algunas de las más nuevas, pinturas con los ojos cerrados como Work N°. 1308.







Work N° 1307. A la derecha: Work N° 1308, 2011.





Expresión corporal

-¿Por qué pintar sin mirar?

-Con la pintura era muy consciente de cada marca que hacía en el lienzo y de que cada movimiento se convertía en una reacción al primero. Es como cuando entras en una habitación donde hay mucha gente y eres educado porque quieres ser aceptado. Me pasaba lo mismo, quería que las nuevas pinceladas encajasen con las anteriores. En las series nuevas me cansé de 'ser educado', preferí dar pinceladas sin tener ni idea de lo que pintaba. Estos cuadros están más cerca de mí que otros. Con ellos me acerco más a la naturaleza o la esencia de las cosas.



-¿Y qué es esa esencia?

-Probar cosas con las que sentirme mejor. Experimentar.

-Al eliminar el sentido de la vista, el gesto adquiere el protagonismo. ¿Qué relación tienen estas pinturas con la fusión de medios y lenguajes -orquesta, danza, vídeo, ballets, charlas- de Variety Performances de Martin Creed & his band?

-Son como coreografías. Tienen que ver con la comunicación no verbal, la que escapa a nuestro control. Cuando la gente habla trata de controlar lo que dice, pero su expresión corporal les delata. Si eliminas ese tipo de control es posible una comunicación mucho más directa que me permite ser más creativo, mezclar colores que no combinaría. Cada cuadro tiene seis colores y cada color está aplicado a un movimiento de la mano. Es divertido y emocionante. Te sientes como un niño jugando. ¡En el fondo eso es lo que hago!

-Lo hace como artista y lo hace como músico...

-Sí, cuando ves cosas puedes escucharlas y cuando las escuchas las puedes ver. Por eso trabajo también con música. Uno de los problemas de los 'objetos artísticos' es el sentimiento que generan al ser expuestos en una galería. Estás implicando que es algo que merece la pena ser visto. Yo encuentro cada día muchas cosas que merecen ser vistas, por todas partes. Si sólo trabajara con arte visual, trabajaría con la mitad del problema. Sólo tendría un 50% de opciones de encontrar lo que quiero.



Minimalismo de rock and roll

En mente ya tiene su actuación en Madrid. Está prevista para el miércoles a las 19:15h, antes de la inauguración. Veremos cantar a Martin Creed, aunque esta vez actuará sin banda. "Será una charla, un evento de preguntas y respuestas", adelanta. Su formación en la música remite a su infancia. Creció tocando el violín y el piano, escuchando a Beethoven y a Mozart. De ellos adoptó el sistema de catalogación de los números para titular sus obras: "Catalogar cosas, asignarles un número, me ayuda a ser capaz de mantener la cordura, a vivir de manera ordenada. Si todo está en 'caída libre' me siento como si estuviese en un barco zarandeado por el mar"·



Ese vaivén sin rumbo aparente lo proclama, insistentemente, Road to Nowhere, la canción más popular de uno de sus grupos fetiche, Talking Heads, a los que habrá escuchado mil veces. También a Bob Dylan, Johnny Cash, Sex Pistols...

-¿Y artistas?

-Con Carl André existen muchas similitudes entre su trabajo y el mío. Me gustan sus esculturas, poder andar por ellas.



Las esculturas abstractas de André expanden las posibilidades del arte del mismo modo que lo hace Martin Creed con sus luces que se encienden y se apagan o sus puertas que se abren y se cierran. Ambos artistas trabajan sobre la percepción del entorno y la experiencia física. El crítico y comisario Massimiliano Gioni lo llama "minimalismo del rock and roll". Otros le atribuyen una conexión con el arte conceptual que él rehúye rápidamente: "Cuando alguien dice que soy un artista conceptual les digo: '¿Y eso qué quiere decir?'. Entiendo por qué usan término, pero yo no siento que tenga que utilizarlo. Prefiero decir que soy un artista 'expresionista'. No se pueden separar ideas de sentimientos".



Apatía excitada

Martin Creed juega a la contradicción hasta en las sensaciones que provoca, que van del placer a la euforia, del juego a la desorientación. "Trabajo sin saber lo que busco, cómo llegar a ello o si me daría cuenta si lo encontrase. Me pasó con los corredores de la Tate Britain. El día de la inauguración pensé: 'Mejor trata de analizar por qué has hecho esto para poder explicarlo'. Sin esa presión emocional, ya sea interna o externa, es difícil crear nada. Las ideas las puedo tirar al váter. Lo que importa son las emociones", añade.



-Todo su trabajo trata de la conciencia de sentirse vivo pero, ¿qué rol tiene la muerte?

-Trabajar es como una lucha contra la muerte y morir es como escaparse. Cualquier tipo de control paraliza las cosas. La vida hace que todo sea impredecible.

-¿Y el sexo? Pienso en obras tan sutiles como los clavos (Work N°. 701, 2007) y otras tan explícitas como Work N°. 730, 2007...

-El sexo es otra parte de eso. Contiene una atracción hacia el otro que es emocionante. Esa emoción es otra forma de vivir.