Vista de la exposición Noches eléctricas en LABoral
LABoral se abrió al público el 30 de marzo de 2007. Durante este tiempo, más de 800.000 personas han visitado el centro, que ha organizado 73 exposiciones con más de 900 artistas. Ha tenido dos directores (su artífice, Rosina Gómez-Baeza, y Benjamin Weil) y parece que ha encontrado su sitio.
No ha habido cambios en el espíritu del proyecto desde que Rosina Gómez-Baeza dejase el centro que había puesto en marcha. Sucedió en octubre de 2011 y el entonces conservador jefe, Benjamin Weil (París, 1962), que llevaba poco más de dos años en Gijón, asumió el mando. "En realidad ha sido un cambio gradual, también porque ahora pesa más el trabajo en equipo", explica el director artístico, que comparte la gestión con Lucía García, la gerente. Ahora, como en todos los sitios, los cambios sustanciales los marca el presupuesto. "La manera de pensar el futuro era distinta en 2007. La crisis ha cambiado muchas cosas pero no todo es negativo. Ha fomentado la colaboración, por ejemplo, que es clave para los próximos años", dice. Desde luego, el panorama se complicó casi coincidiendo con la llegada de Weil. En 2007, y sin contar la inversión inicial de 11 millones de euros para la adaptación y puesta en marcha, LABoral tenía 3.800.000 euros que en 2012 se han reducido a 1.600.000, menos de la mitad de una cantidad ya exigua. "Somos una de las instituciones españolas con menos presupuesto en relación al número de actividades y al espacio: 14.000 metros cuadrados que hay que mantener y dotar de contenido. Hemos tenido que inventar nuevas fórmulas para seguir programando sin perder la calidad. Y todo gracias a una de las mejores aportaciones de Rosina al proyecto: un equipo de calidad excepcional y muy comprometido", añade el director.
Gracias a ellos LABoral ha podido organizar, entre otras, exposiciones como Feedback, con la que abrió sus puertas en 2007; Gameworld (2007), una reflexión sobre el videojuego; Banquete_nodos y redes (2008), que recogía 30 proyectos españoles de arte digital; el proyecto Universo vídeo (un programa en tres partes a lo largo de 2011); la más reciente Noches eléctricas o la que hoy se inaugura, Visualizar el sonido. En total, 73 exposiciones, con 52 comisarios invitados, en las que han participado cerca de 900 artistas (135 asturianos) con más de 1.000 obras y proyectos expuestos. "Hemos abierto una ventana sobre la creación de hoy que no existía. Hemos traído a Asturias la creatividad de fuera pero siempre intentando ayudar al artista de aquí", explica Weil.
Alejarse de lo marginal
A pesar de todo, las críticas hacia lo marginal y minoritario del proyecto no se hicieron esperar: se pensaba sólo en las rarezas y en que se destinaba mucho dinero para que lo disfrutasen muy pocos. De modo que intentar acercar LABoral al asturiano se convirtió pronto en un deber y ahora, para el director, es una prioridad. "Tenemos que seguir construyendo pero hemos logrado una presencia importante en el entorno cultural asturiano. La opinión pública está cambiando", asegura. Por eso a Weil no le importa tanto el visitante como el usuario, el que viene al centro y se queda en un taller, un concierto o cualquier otra actividad. De hecho los visitantes anuales han disminuido desde 2007, pero han crecido los usuarios, que fueron el año pasado 57.288, más del doble que hace cinco. Es lógico, con una población limitada como la asturiana, y con un turismo muy enfocado a la temporada veraniega, de lo que se trata es de lograr que el público local repita. "No vamos a ser el Museo del Prado o el Reina Sofía -añade el director- pero me gustaría acercarme a una institución como La Casa Encendida de Madrid. Queremos ser un recurso para el asturiano, sea un anciano, un adulto o un chaval. Hay que fomentar que el que venga, participe". Ayuda el hecho de que durante este mes de aniversario, la entrada es gratuita y lo seguirá siendo de ahora en adelante para el público de Gijón. El resto pagará 2 euros frente a los 5 que costaba hasta diciembre de 2011.Y del visitante al artista. Porque también aquí los asturianos tienen prioridad. "Estamos en Gijón y no tienen sentido trabajar al margen. Hemos producido muchas obras de artistas asturianos y así vamos a seguir", asegura Weil. De las 100 piezas que el centro ha financiado, 70 son de artistas asturianos y está claro que muchos de los programas de LABoral están dirigidos a la comunidad local. Pero no sólo eso, el centro trata de acercar la realidad internacional, traer artistas de fuera para fomentar lazos que propicien que el de aquí se pueda ir a trabajar allí. "Se trata de crear una plataforma de intercambio de conocimiento, desarrollar comunidades con artistas de aquí y de fuera, pero también con empresarios, universitarios, intelectuales, que vengan a aprender y a compartir conocimiento".
Un intercambio en el que la empresa tiene un papel primordial. Tanto las más innovadoras de Asturias como Telefónica I+D, el Instituto de Arquitectura Avanzada de Cataluña (IAAC) o el MIT de Boston colaboran con el centro, que además de Centro de Arte es también de Creación Industrial. La fabricación digital ha entrado de la mano de los diseñadores del Último Grito en el programa fabLAB y con el IAAC desarrollan un proyecto que trata de simplificar la relación de la red con los objetos cotidianos, como las neveras que piensan lo que nos hace falta o un robot que permite a los niños comunicarse entre ellos a través de una interface robótica. El futuro, ahora, está en LABoral.