Renzo Piano y Emilio Botín durante el acto.

Desde que la construcción del Guggenheim de Bilbao demostró que un edificio podía cambiar la vida de una ciudad, en España se han ido levantando, como en un efecto dominó a la inversa, una serie de construcciones que, firmadas por los arquitectos más importantes del mundo, querían emular el efecto del museo vasco, en una fiebre que algunos dieron en llamar arquitectura milagrosa. Visto desde fuera, en plena crisis y con el fracaso de muchas de aquellas construcciones megalómanas, algunas hoy vacías o cerradas, el Centro Botín de Santander, cuyas obras han arrancado este martes tras un acto de presentación con el presidente de la Fundación, Emilio Botín, autoridades y el arquitecto Renzo Piano, que ha trazado el proyecto, podría detectarse como otra iniciativa mastodóntica hija del espíritu de la edad del ladrillo. Pero no lo es. Fundamentalmente por un dato, porque a los 77 millones de euros que costará su construcción, una cantidad que la convierte en la mayor inversión privada en una infraestructura cultural en España, les acompañará un presupuesto anual de 12,5 millones de euros que se destinará a los dos pilares de la casa. De un lado, la actividad cultural y, de otro, la educación.



Igualmente, y según ha señalado Emilio Botín durante el acto de inauguración de las obras del que es "el proyecto más importante de la Fundación", el centro, que se inaugurará el 1 de junio de 2014, "creará 1.400 puestos de trabajo" (900 en Cantabria) y, además, aumentará la riqueza cultural de la ciudad, también de cara al turismo. Todo, en una institución que, prevé Botín, recibirá en torno a los 200.000 visitantes anuales, un objetivo "ambicioso pero posible". El Guggenheim, que sería el paradigma aunque sea otro tipo de institución, recibe un millón.



De nuevo acudiendo al símil con el museo bilbaíno, tanto Botín como el resto de autoridades que han intervenido en el acto (el presidente de Cantabria, el secretario de Estado de Cultura, el alcalde de Santander...) han coincidido en reseñar la apertura de esa parte de la ciudad a la Bahía, hasta la fecha separadas por el tráfico. El proyecto incluye un túnel de más de 200 metros gracias al que se doblará la extensión de los jardines de Pereda, uno de los símbolos de la ciudad, y los llevará hasta el edificio y al mar, donde hasta la fecha se levantaba el aparcamiento del Ferry. En total, el centro tendrá 2.500 metros cuadrados para exposiciones, una plaza interior multifuncional y espacios educativos y sociales. Igualmente, el nuevo parque albergará tres plazas públicas, una cubierta y otra con un anfiteatro para mil personas.



No obstante, el proyecto no ha estado exento de debates, de "una larga discusión que ha durado dos años", como ha celebrado Renzo Piano, Premio Pritzker 1998 y que ha optado aquí por lo que es su marca de la casa: la apertura, la demolición de todo muro real o psicológico que impida el acceso al público. Si bien en un principio la unión del parque con la ciudad se trazó a través de una pasarela, la decisión final pasa por la ampliación de los jardines hasta el edificio, que "levitará" sobre el terreno no superando la altura de los árboles, salvando y enmarcando las vistas de la bahía. Junto a este elemento, el arquitecto ha querido aprovechar el recurso de la luz de la ciudad, hermosa, ha dicho, incluso en un día opaco como el de este martes, y que será protagonista del centro gracias a las aperturas al exterior pero también a las piezas de cerámicas que revestirán el inmueble y que el mar se encargará de colorear. Junto a ella, conceptos como "transparencia" y "flexibilidad", ha enumerado, han sido las máximas a la hora de dibujarlo. "Hay que evitar la intimidación. Cuando trazamos el Pompidou, lo concebimos como una máquina estrambótica pero, a la vez, como un espacio abierto", ha recordado antes de referirse a la idéntica intención que tendrá el Centro Botín.



Por su parte, el secretario de Estado de Cultura, José María Lassalle, ha insistido en la cuestión del mecenazgo -uno de los caballos de batalla de su Secretaría- como solución esperanzadora para la cultura en la crisis, y ha destacado al futuro centro como un ejemplo de lo que debe ser la suma de iniciativas privadas y públicas. No todos parecen estar de acuerdo, de fondo, durante la presentación, porque esto también hay que contarlo, unas 20 personas gritaban contra la maniobra de la Fundación, de la que condenaban que se hubiera trazado sin el consenso de los ciudanos y con miras a la construcción de otros inmuebles cercanos, como centros comerciales y urbanizaciones residenciales.