Douglas Coupland: Digital Orca, 2010
Tecnólogos, artistas y pensadores están demandando un nuevo imaginario que explique la cultura visual de nuestro tiempo a partir de los efectos de la computación en la configuración de la realidad. La Nueva Estética es una respuesta pero, también, una provocación.
Esta es la textura de un mundo que, sin coches voladores ni conquista del espacio, no corresponde con las visiones del futuro que heredamos del siglo XX. Necesitamos construir un nuevo imaginario que nos ayude a ser conscientes del verdadero aspecto que tiene este tiempo en que lo virtual ha irrumpido en lo físico. En los últimos meses a este imaginario anhelado se le ha dado un nombre: Nueva Estética.
Es díficil dar una definición de a qué nos referimos cuando hablamos de la New Aesthetic, pero en 2012 la cultura digital ha abrazado el término con tal entusiasmo que está claro que lo considera imprescindible. Se han vertido ya miles de palabras discutiendo qué es o qué podría ser la Nueva Estética, pero el origen del término no está en un ensayo sino en un Tumblr , un sistema de publicación de blogs que se utiliza para capturar imágenes, citas y vídeos.
El autor del Tumblr The New Aesthetic es James Bridle, un diseñador de interacción que trabaja en el distrito tecnológico de Londres, una zona del barrio de Shoreditch bautizada con sorna como Silicon Roundabout (la Rotonda de Sicilio). El objetivo de Bridle es catalogar "material que apunta a nuevas maneras de ver el mundo, ecos de la sociedad, tecnología, políticas y personas que las coproducen". Así, la Nueva Estética no sería un movimiento artístico, por mucho que algunos quieran ver en ella una nueva vanguardia. Es sobre todo un intento de resaltar que estamos produciendo una cultura visual que existe en algún punto intermedio entre nuestra mirada y la de nuestras tecnologías.
Así, un icono de la Nueva Estética es la Orca Digital de Douglas Coupland, una escultura pública en Vancouver que muestra una versión pixelada de baja resolución del gran cetáceo. La nostalgia por los 8-bits se une a la obsesión por el Glitch, el artefacto visual que muestra en una fotografía o vídeo la naturaleza digital de una imagen.
Más interesante resulta la fascinación de la Nueva Estética por el reconocimiento digital de rostros y la visión por ordenador: la interpretación visual que un sistema informático hace de un entorno real para entender qué está ocurriendo en él. The Robot Readable World (2012), un vídeo fascinante de Timo Arnall, muestra escenas cotidianas percibidas a través de la mirada silenciosa de nuestras máquinas. La visión robótica se encarna en la Nueva Estética en la figura del Drone, el vehículo aéreo no tripulado que se ha convertido hoy en el símbolo de la guerra en la era de las máquinas inteligentes.