Bartomeu Marí. Foto: David Campos
Bartomeu Marí ha estado en el punto de mira de muchas de las polémicas que en los últimos meses se han vivido en la escena artística catalana. Desde su puesto de director del MACBA, en el que lleva cuatro años y está dispuesto a quedarse otros tantos, acepta las críticas con elegancia y sale airoso de los envites. Hablamos con él del museo, de la colección tras la importante unión con "la Caixa", del presente del arte y del futuro del centro.
Hoy el MACBA tiene un presupuesto de casi 11 millones de euros. "Ya era un museo austero -dice-. Pero hoy todo funciona con nueva mentalidad. La versatilidad y eficacia del equipo es más necesaria".
-Como todos los museos, ha tenido que reinventarse, ¿qué ha sido lo más difícil?
-Tomamos conciencia de la situación en 2011 e iniciamos un proceso de transformación y adaptación que debía ser rápido. El sistema del arte que conocíamos en 2008 ya no es sostenible y las instituciones que muten con mayor celeridad estarán mejor preparadas.
-Y, con esta nueva situación, ¿cuáles son las líneas básicas de la programación del MACBA?
-La programación ha sido lo primero que se ha adaptado. La reducción de presupuestos nos ha llevado a posponer, momentáneamente, grandes exposiciones temáticas o históricas que habían sido centrales en la reputación del museo. Como alternativa, ponemos en valor las colecciones MACBA. Nuestra prioridad ha sido mantener calidad e internacionalidad aún cuando se redujo, en 2010, la cantidad. En 2011 y 2012 hemos recuperado, con nuevas adquisiciones, donaciones, depósitos, el ritmo de oferta.
La colección como eje
Así lo demuestra la exposición dedicada al legado de Gordon Matta-Clark. Pronto trabajarán también con el archivo de Xavier Miserachs, con el de Joan Brossa y con el depósito de Art & Language. La Colección MACBA está concebida como eje vertebrador del programa y Marí, vinculado al museo desde 2004, ha visto en ella un filón en tiempos de crisis. Una crisis que se ha acentuado por la propia situación catalana. La escena local ha vivido tiempos convulsos y el anuncio de un nuevo centro de arte en la antigua fábrica textil de Fabra i Coats no ha calmado los ánimos. "El MACBA -dice Marí- necesita y se beneficia del tejido de instituciones e iniciativas que lo rodean. Ayudaremos al nuevo centro en lo posible, siendo conscientes de la independencia de los proyectos. El museo es una ballena; el centro de arte debe ser como un delfín, ágil y rápido. Son muy diferentes, aunque totalmente complementarios porque se necesitan".-Supongo que es muy consciente de las críticas hacia el MACBA, algunos no dudan en tachar su postura de absolutista, de cercana al poder, ¿qué hay de cierto? ¿Cómo les responde?
-¿En qué hechos concretos se basan estas opiniones? El MACBA es un consorcio que reúne a la Generalitat de Catalunya, el Ayuntamiento de Barcelona y la Fundación MACBA (socios fundadores) junto con el Ministerio de Cultura. Es imposible no estar cerca de estas instituciones y creo que esta cercanía es buena. El MACBA no obliga a nadie a hacer cosas no deseadas ni impide a los demás realizar sus proyectos. Emitir opinión cuando te la piden no debería ser tan problemático...
-En cualquier caso el MACBA ha estado en el grupo de trabajo, ¿cómo van las cosas?
-Son Ayuntamiento y Generalitat quienes toman las decisiones en línea con las recomendaciones que propusimos. Y la primera de estas decisiones es que éste es un proyecto de iniciativa municipal, con el Departamento de Cultura. Creo que la apertura del embrión del centro está muy cercana.
Público y lenguaje
En cuanto a la tiranía del público, reconoce el director que el número de visitantes es un indicador importante, aunque no único. El MACBA busca adquirir nuevos públicos y satisfacerlos. "Hay que tener en cuenta que el lenguaje del arte contemporáneo está altamente codificado y sólo una ínfima parte es reconocible. La vanguardia no fue popular. Los museos de nueva generación deberemos diversificar mucho nuestra oferta. Por eso hemos integrado el diseño y la arquitectura, y anteriormente se habían incorporado el cine y la literatura al programa. El arte nos dice cosas sobre nuestra relación con el mundo y con el tiempo que nos ha tocado vivir".-Teniendo esto en cuenta, ¿hacia dónde mira el MACBA?
-La situación local nos preocupa. Sin olvidarnos de América Latina o Europa del Este. Pero, definitivamente, el MACBA mira hacia el Norte de África y Oriente Medio. La efervescencia creativa de esos contextos y la emergencia de las nuevas sociedades civiles es evidente. Estamos ya trabajando con Abdellah Karroum en un proyecto sobre el Rif, con la Fundación Árabe por la Imagen o con artistas como Akram Zaatari, Sigalit Landau o Rabih Mroué.
-Lleva cuatro años en la dirección y ocho en el museo, ¿se ve otros cuatro aquí?
-¡Claro que sí! Con mucha ilusión. Este proyecto no es un sprint, es una maratón larga. Todavía es pronto para hacer balance... Queda mucho por inventar y experimentar.
Lo que tiene claro Bartomeu Marí es que el museo de arte contemporáneo debe cambiar el mundo a través del arte: "No es sólo el depositario de los trofeos de un pasado reciente sino un laboratorio para imaginar el futuro. No es una caja fuerte que contiene objetos preciados sino una fábrica de ideas y sensaciones, que educa, es fuente de placer y emociona".
Y con la educación acabamos porque, para el director del MACBA, es uno de nuestros puntos débiles, tanto a nivel local como nacional. Demanda una "educación especializada para las nuevas generaciones de artistas, una crítica de arte potente y la implicación y compromiso de medios de comunicación masiva". Es también una de las razones por las que cree que nuestros artistas no acaban de encontrar su lugar fuera de España. "Acceden a la escena artística peor preparados que sus colegas centroeuropeos o norteamericanos. Tenemos un sistema de apoyo privado débil y ya no somos exóticos". Por eso propone situar el arte en el centro de las disciplinas humanistas. Y suelta el guante.