Danielle Tilkin en la exposición

Es la comisaria de esta exposición y lo fue, también, de la que le dedicó el Reina Sofía a Louise Bourgeois en 1999. La conoce bien. En esta entrevista, Danielle Tilkin explica el porqué de la importancia de esta muestra y repasa algunas de las obras más importantes de la artista.

Danielle Tilkin, comisaria de esta exposición, conoció a Louise Bourgeois en 1981, cuando empezó a trabajar en The Robert Miller Gallery de Nueva York, un espacio con el que también por aquel entoncs comenzaba a colaborar la artista y que, un año más tarde, en 1982, le dedicó individual coincidiendo con su gran retrospectiva en el MoMA. Confiesa Tilkin que desde el primer momento se entendieron sin palabras: "Era una persona muy abierta y muy atenta y, al mismo tiempo, muy difícil, aunque siempre se mostraba preocupada por los demás. Me acogió con mucho cariño ya que también ella era muy amiga de Antoni Miralda, que por aquel entonces vivía en Nueva York", explica. No es casualidad que Danielle Tilkin haya sido la comisaria de las exposiciones de Miralda y Borgeois en el Museo Reina Sofía, la primera en 2010 y la segunda en 1999, junto a Jerry Gorovoy. La nueva muestra que inauguró ayer en La Casa Encendida, explica, es una continuación de aquella: "Recoge mucha de la producción de la artista de los últimos diez años. En total, unas 60 obras de las que sólo dos se han visto antes en el CAC Málaga. El resto no se han visto nunca, ni en España ni fuera".



-¿De dónde provienen todas estas obras?

-Del legado de la artista, de su futura Fundación en Nueva York, que hoy gestiona el que fuera su asistente durante décadas, Jerry Gorovoy. Es una idea que Bourgeois tenía ya en vida. De hecho, bastante antes de morir, compró la casa contigua a la suya pensando en ello. Será, además, un Centro de Estudios, que reunirá toda su biblioteca y la obra escrita por la artista. A partir de los años 50, con ayuda del psicoanálisis, sus escritos se vuelven acerbos y desgranan minuciosamente su lucha interior.



-El título de la exposición es todo menos inocente, HONNI soit QUI mal y pense. ¿Qué significados encierra?

-Así tituló una de sus última obras, que roza el autorretrato, y es un dicho muy popular en Francia: Mal haya quien mal piense. Si bien formula este lema en 2009, a finales de su vida, su obra y sus escritos demuestran que esta filosofía la ha acompañado siempre a lo largo de sus casi cien años, el tiempo de 'hacer, deshacer y rehacer' analizando cada paso y midiendo el camino recorrido sin inhibición, con claridad y determinación, decidida a vencer a un mundo cargado de prejuicios y a cuestionar radicalmente toda idea preconcebida.



-La exposición reúne el trabajo de la última década de Bourgeois. ¿En qué se caracteriza? ¿Se desmarca del precedente?

-La obras que vemos en esta muestra no pierden ni un ápice de la agudeza de su mirada; la artista nos entrega sus últimas batallas contra el tiempo con su intransigencia de siempre. Louise Bourgeois retoma la aguja de antaño para invocar ahora su pasado, hilvanar sus recuerdos o reconducir su narrativa. El cuerpo, sometido a cortes o recortes, se ha convertido en carne vulnerable, en tela o toalla, recosido a mano, cuyas partes están unidas por un hilo que recuerda más bien a la sutura de los labios de heridas abiertas, y recrea, como en sus retratos o sus cabezas, la intensidad de dramas emocionales y psicológicos.



-El hilo y la costura son una constante...

-El hilo es también la palabra, el pensamiento, la vida... hilar fino, manejar los hilos e, incluso, no dar puntada sin hilo. Sin perder jamás el hilo, Louise también teje con palabras. Se balancea entre la exactitud del inglés y la precisión del francés, creando un discurso que, con frecuencia, adereza con un rico repertorio de proverbios y expresiones coloquiales, metáforas cuyas imágenes rezuman un humor sagaz.



-Uno de esos juegos de palabras esconde I Give Everything Away, de 2010, año en que murió, y que vemos en esta exposición.

-Es una de las últimas obras que hizo, seis goaches con imágenes muy explícitas sobre su experiencia de vida como mujer. Encierran un doble sentido: 'te lo regalo todo' y 'lo tiro todo por la borda'.



-La exposición ocupa todos los espacios de La Casa Encendida. ¿Podría hacernos una pequeña visita guiada?

-La exposición coincide con el décimo aniversario de esta institución y, de ahí, la idea de que ocupe todo el espacio. No hay un recorrido temático, así que la visita está abierta a la reflexión y el pensamiento. Aún así, merece la pena detenerse en varios puntos. Uno al inicio, en la llamada Sala A, en una de sus células, la llamada Black Days, de 2006 que resume su condición de mujer y la idea de introspección; la reflexión sobre toda una vida. En la sala de abajo, quería que se escuchara su voz recitando y cantando algunos de sus escritos sobre el nacimiento y la relación madre-hijo, otro de los temas importantes de la muestra. Ella llamaba a estos cantos letanías. En las últimas obras que hizo, como las litografías Ode à l'Oubli, de 2004, vemos de manera más explícita su pensamiento sobre la vida y la muerte.



-¿Hablaron alguna vez de la muerte? ¿Le daba miedo morir?

-Nunca hablamos directamente de la muerte y, por lo que me ha contado Jerry, no era un tema que exteriorizaba mucho. Aunque ella no tenía miedo a nada, por lo que imagino que a la muerte tampoco.



-¿Cuál diría que ha sido su mayor contribución a la historia del arte?

-Trabajar sin quedarse estancada nunca, siempre investigando, siempre decidida a expresar con claridad su experiencia de vida a través del ser femenino, del hecho de ser mujer. Durante largos años fueron sobre todo otras mujeres, también artistas y más jóvenes, las que encontraron en la radicalidad de su trabajo un punto de referencia y de encuentro asimilable a sus propio discursos. Pero Louise no era una militante; era una individualista que en la soledad de su estudio se enfrentó a sus propios demonios y se liberó de ellos, dando forma a sus pensamientos, exorcizando los conflictos y poniendo orden a su propio mundo.