José Lebrero. Foto: ©byPepaBabot,2012

El Museo Picasso Málaga inaugura el próximo lunes una de las grandes exposiciones de la temporada, El factor grotesco. Unos 80 artistas y más de 250 obras sirven al comisario José Lebrero para reflexionar sobre lo grotesco en el arte, desde Leonardo da Vinci a Cindy Sherman. Han sido tres años de trabajo, los mismos que ha cumplido en la dirección artística del centro malagueño (acaba de firmar por otros tres años con una reducción del 20 por ciento en su sueldo), por lo que se puede decir que la muestra cierra un ciclo, el primero del historiador que lleva desde 2009 intentando acercar la figura de Picasso a lo contemporáneo. En esta ocasión va más allá y trata de ilustrar una categoría estética, la de lo grotesco, todavía por estudiar, "no es una exposición de tesis sino de hipótesis", dice.



-Es una exposición de una magnitud importante, en los tiempos que corren casi una provocación, ¿ha sido complicado montarla ahora?

-Lo más complicado probablemente ha sido construir la arquitectura, no pretendíamos una exposición de grandes nombres, aunque los hay, pero también hay otros no tan conocidos. Lo complejo ha sido encontrar aquellas obras que den cuenta de esa mentalidad de lo grotesco, encontrar piezas de Bacon o de Da Vinci que den cuenta del asunto y articularla con las demás. Hay que tener en cuenta que no había exposiciones de referencia en este tema porque, sin ánimo de parecer grandilocuente, esta muestra no se había hecho nunca. Pero sí hay mucha literatura. No está todo, pero hay suficientes casos de estudio como para entender que es una categoría estética ante la cual las obras se revelan. No es tanto una exposición de tesis como de hipótesis pero sí que he querido dotarla de una base académica y para eso hemos contado con Luis Puelles. El objetivo ha sido buscar una genealogía artística que arranca a finales del siglo XV pero que como interés ha perdurado hasta hoy y por eso hay en la muestra artistas como Sherman y Curro González.



-¿Qué destaca de la muestra?

-Es una exposición estructurada sobre todo en torno al retrato (coincidiendo casualmente con la exposición del retrato en la Fundación Mapfre), o bien de personas o bien retratos sociales que construyen esta genealogía. Acabamos de montar por ejemplo un rincón con piezas de Paul Klee, Francis Bacon y Max Beckmann y hemos descubierto unos juegos de manos, de cómo los tres las representan, fascinantes. Y eso es lo increíble de estas exposiciones.



Las piezas, cuenta el comisario, provienen de distintas instituciones públicas y privadas de toda Europa y alguno de Norteamérica. Desde la Royal Collection, propiedad de la Reina de Inglaterra, el Louvre de París, el MoMA de Nueva York, colecciones privadas... Hay dos obras del Museo del Prado -una de ellas es un Bosco que llevaba mucho tiempo guardado y que pocas veces se ha expuesto, y la otra un Sánchez Cotán-. Pero ¿qué es lo más antiguo y lo más actual de la exposición, entre que dos piezas se inscribe temporalmente?

-Las obras más antiguas están hechas a principios del s XVI, 1515-1520, y son las de Leonardo da Vinci, el Bosco o Brueghel el Viejo. Las más recientes, las de Cindy Sherman, Franz West o Curro González. Hay referentes anteriores a todo esto, como las gárgolas medievales en las que aparecen ya personajes desbordados, y aquí mostramos algo mucho más antiguo, unas pequeñas terracotas helénicas procedentes del Louvre. Pero eso es sólo una referencia para explicar que la representación humana de lo grotesco es anterior a la categoría misma.



-Y lo artistas españoles, ¿qué papel juegan?

- Están presentes Antonio Saura, Juan Muñoz, Curro González, un caricaturista poco conocido malagueño, Sancha, Goya, Dalí, Sánchez Cotán, Solana y, por supuesto, Picasso. Un artista que desde muy pronto se interesa por caricaturizar el mundo, que sabe que su representación no tiene por qué ser sólo una aspiración a lo bello. En su obra hay determinados momentos y situaciones en las cuales su manera de hacer toma un carácter muy ácido, muy desgarrado, reivindicativo de una representación desencajada del ser humano. Hay dos obras de 1927 extremadamente grotescas y otra de la última época que muestra a un creador ya liberado, que se permite abordar todo de forma irreverente.



-¿Cuáles son los cinco momentos importantes o álgidos de la exposición?

-Desde luego la entrada en la misma con la posibilidad de ver ese Leonardo que no es el Leonardo racional del mundo armónico al que estamos más acostumbrados. También el dialogo que se produce entre el siglo XVIII ingles con Hogarth y el XIX francés con Daumier. El encuentro de Picasso con Solana. La parte dedicada a Francis Bacon. Y, para terminar, comprobar cómo lo grotesco es una mentalidad propia de algunos contemporáneos de nuestro tiempo, algo que está invadiendo nuestra vida de principios del siglo XXI.



-¿Qué nos aporta esta exposición?

-El objetivo es tratar que el museo dé cuenta del pálpito del tiempo en el que vivimos. Nosotros creemos que Picasso es un artista también capaz de ayudarnos a pensar en cómo es nuestro tiempo, que sepamos más y pensemos más sobre cómo se ha vuelto el mundo de hoy, extraordinario por los logros pero que a veces parece todo lo contrario... Estimular el debate es nuestro objetivo y sobre todo subrayar que una obra de Leonardo puede ayudarnos a pensar el presente.