Se celebra el primer encuentro entre expertos para debatir sobre el arte español y su proyección internacional. La Fundación Banco Santander y el Museo Reina Sofía organizan esta plataforma debate, primera parte de la investigación que culminará en mayo con un simposio.




No ha sido tanto un debate como un encuentro, una primera aproximación a un problema que viene de lejos: la poca visibilidad de nuestro arte contemporáneo en el exterior, la escasa proyección internacional de la mayor parte de nuestro artistas, el no saber comunicarnos con el arte de por medio, al cabo. La Fundación Banco Santander y el Museo Reina Sofía han organizado esta plataforma, Horizontes del arte en España, con el objetivo de elaborar un diagnóstico crítico de la situación de la escena, desde distintos puntos de vista y dando voz a todos los implicados.



Y así lo han hecho. Rosina Gómez-Baeza y Lucía Ybarra (desde su empresa YGBART) han sido las encargadas de montar esta primera reunión para poner en valor los logros de las últimas décadas pero, sobre todo, para identificar las prácticas y actitudes que han impedido su desarrollo internacional. "Teníamos que autoanalizarnos", dice Gómez-Baeza. Para ello se han creado cuatro grupos de trabajo y un panel de las asociaciones del sector que representan a cerca de 2.500 profesionales.



Entre todos ellos, expertos de todas las áreas, han realizado una primera aproximación al problema. "La idea es que durante estos meses y hasta el simposio que se celebrará en mayo, sigamos ahondando en la investigación", explica Gómez-Gaeza. Esto ha sido, nos dice, una recogida de información y de datos que debe ser ampliada y contrastada en los próximos meses. "Porque se trata de que se formulen propuestas concretas, sector por sector, desde los artistas hasta los museos, críticos, docentes, galeristas, coleccionistas...".



Por el momento se ha hablado de la política cultural y de los programas de promoción exteriores y de cómo puede contribuir el coleccionismo privado (Lola Jiménez Blanco moderaba esta mesa en la que ha participado también el comisario Javier Duero o el galerista Nacho Ruiz, entre otros); sobre la identidad del arte español (con Patricia Mayayo en un mesa en la que le acompañaron Ferrán Barenblit y Jesús Carrillo, por citar algunos); se ha valorado la formación y la docencia en el arte contemporáneo (Ángela Molina acompañaba a Elena Vozmediano, Laura Revuelta, Juan Luis Moraza y Selina Blasco); y sobre la agencia del arte español en el exterior, sobre de quién debe depender y cómo puede contribuir (Daniel García Andujar moderaba la mesa en la que debatieron el galerista Pedro Maisterra o el artista Isidro López Aparicio).



Las conclusiones aún se harán esperar, pero Rosina Gómez-Baeza agradece desde ya el profundo análisis de conciencia que los profesionales han llevado a cabo, "de manera tan sincera, confiada y abierta", en un estudio pormenorizado de lo que se ha hecho mal hasta el momento. Hasta ahora han sido sobre todo constataciones de hechos ya conocidos.



"No se trata sólo de pedir ayuda -explica- es más una reflexión en común". Aunque reconoce que también hay que denunciar algunas situaciones de indefensión absoluta, de abandono muy perjudicial para el sistema del arte y para la sociedad. También asegura que el sector es consciente de esta situación en la que lo público y lo privado tienen que colaborar, "como aquí ha ocurrido con la Fundación Banco Santander y el Reina Sofía), porque "no se trata de exigir a los poderes públicos la responsabilidad exclusiva de asegurar que el pensamiento creativo contemporáneo perdure, pero también parece extraño que si el gobierno nos pide que busquemos ayuda en el sector privado, la ley de mecenazgo no vaya a salir adelante". Paradójico, efectivamente.



Pero, como decíamos, esto sólo ha sido un punto de partida. Los grupos de trabajo se han ampliado y tienen varios meses de investigación por delante. El simposio de mayo tratará de dar soluciones, o al menos generar nuevas salidas, nuevos horizontes, para que el arte español ocupe en el extranjero el lugar que merece, con o sin la ayuda del Estado.